domingo, 13 de mayo de 2012

Circunstancias en las que se firmó el Tratado de 1904

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón 

Hace unas semanas, el historiador chileno Cristian Garay Vera publicó en La Razón, un artículo en el que intentó convencer a la opinión pública boliviana de que el Tratado de 1904 fue válidamente celebrado porque, según dice, Chile no coaccionó a Bolivia.
Si bien el titular de la Dirección de Reivindicación Marítima (Diremar), Juan Lanchipa, ya presentó oportuna y acertada respuesta, y con el mismo afán también replicó el sociólogo boliviano Juan Albarracín, en las próximas líneas intentaré aportar al debate con una breve narración de las circunstancias en las que se desarrolló la negociación de este tratado, con base en apreciaciones emitidas por historiadores chilenos, incluido Garay. 
Primero, debemos remitirnos a las postrimerías del siglo XIX cuando prevalecían los términos del Pacto de Tregua boliviano-chileno de 1884. En Bolivia, ese acuerdo fue duramente criticado por haber determinado definitivamente el enclaustramiento boliviano y por haber impuesto un régimen comercial sumamente perjudicial para la hacienda nacional (Carrasco, Sergio: Historia de las relaciones chileno-bolivianas. 1991, p. 102).
En esos años, algunos gobernantes chilenos (Santa María, Barros Borgoño, etc.) llegaron a comprender que dejar sin mar a Bolivia podría convertirse en un problema de nunca acabar. La mayoría, sin embargo, pretendía reservar para Chile el dominio de todo el territorio ocupado, incluyendo Tacna y Arica (Pinochet de la Barra, Oscar: ¿Puerto para Bolivia? 1987, p. 41).
Palacio de La Moneda a finales del siglo XIX

Chile no llegó a imponer sus condiciones sino 23 años después del último combate con las fuerzas bolivianas debido a que tenía serios problemas con Perú y Argentina, por lo cual, si amenazaba o agredía nuevamente a Bolivia, se arriesgaba a iniciar un conflicto en el que hubiese tenido que enfrentar simultáneamente a sus tres vecinos.
En ese contexto, el Ejecutivo chileno aplicó la “política boliviana” que consistía en una estrategia por separar a Bolivia de su alianza con Perú durante la guerra, para lo cual llegó a ofrecerle un puerto en territorio peruano ocupado por Chile (Garay Vera, Cristian; Concha, José Miguel: La alianza entre Chile y Bolivia 1891-1899. Una oportunidad para visitar la teoría del equilibrio. 2009, pág. 222).
Tras el fracaso de esa política y luego de haber resuelto sus problemas con Argentina, Chile dirigió sus esfuerzos hacia la definición de su frontera septentrional y para ello designó a Abraham König como representante de La Moneda en La Paz. Es importante destacar la indiscutible influencia que tuvo este personaje en la firma del Tratado de 1904, por haber dejado muy en claro, mediante la nota que entregó al Canciller boliviano el 13 de agosto de 1900, que Chile podía reiniciar las hostilidades en cualquier momento y con la misma facilidad con la que había iniciado la guerra, ya que su poderío militar —decía— “se ha centuplicado en los últimos 20 años” (Ríos Gallardo, Conrado: Después de la paz. 1926, pág. 368).
El mismo Eyzaguirre reconoce ampliamente la incidencia que tuvo la nota de König en el resultado de las gestiones, destacando la ruda y enfática aclaración de que Chile ya no estaba dispuesto a darle un puerto a Bolivia como lo había estado en 1895 (Eyzaguirre, Jaime: Chile durante el gobierno de Errázuris Echauren. 1957. pág. 329). 
Poco después, el representante chileno en Lima Ángel Custodio Vicuña propuso a las autoridades peruanas desmembrar a Bolivia para luego repartir su territorio entre Perú y Chile, reavivando así el plan de polonización boliviana que había sido propuesto en 1898, por el entonces Presidente del Perú, Nicolás de Pierola (Bustos, Carlos: Chile y Bolivia. Un largo camino. De la Independecia a Monterrey. 2004, pág.106).
Si bien la pérfida propuesta chilena no tuvo mayor eco porque fue publicada a los cuatro vientos, la noticia debió preocupar a las autoridades bolivianas que se encontraban en una situación extremadamente complicada: Brasil había ocupado el Acre y no se habían logrado resolver los problemas limítrofes con Argentina, Perú, Paraguay y Chile (Garay Vera, Cristian; Correa Vera, Loreto; Soliz Landívar, Ana; Vaca-Diez, Anahí: Bolivia en dos frentes: las negociaciones de los tratados de Acre y de límites con Chile. 2007). 
En esas circunstancias, el ministro boliviano en Inglaterra, Félix Avelino Aramayo, viajó a Santiago y de manera oficiosa presentó al Gobierno chileno las bases de un arreglo sobre las cuales se negoció el Tratado de 1904; en ellas, Bolivia renunciaba a una salida al mar, en cambio de compensaciones de carácter económico y comercial (Ríos Gallardo, Conrado. Una gestión oficiosa chileno-boliviana. 1966, pág. 21).
Apremiada por sus cuatro vecinos no chilenos, Bolivia buscó por primera vez en su historia el arreglo de sus problemas con Chile. El acuerdo fue alcanzado en vísperas de la Navidad de 1903 y el Tratado suscrito el 20 de octubre de 1904. “Para Chile se cerraba un página postrera. Para Bolivia sólo un capítulo” (Barros Van Buren, Mario: Historia diplomática de Chile 1541-1938. 1970, pág. 570-571).

Mapa de las pérdidas territoriales de Bolivia.

Resulta extraño que Garay no mencione en su artículo el complicado escenario vecinal que enfrentó Bolivia en 1904, factor que, en otras publicaciones del autor, es ampliamente reconocido: “Bolivia procedió de esta forma para impedir el avance brasileño, peruano y paraguayo sobre sus fronteras” (Garay, Cristian: El Acre y los asuntos del Pacífico. Bolivia, Brasil, Chile y Estados Unidos 1898-1909. 2008, pág. 341) y “…en 1904 por primera vez no era Chile, sino Bolivia el que apuraba el tranco: paraguayos, brasileños, peruanos y argentinos pugnaban sobre ‘el cuerpo enfermo’ de Sudamérica” (Garay Vera, Cristian; Correa Vera, Loreto; Soliz Landívar, Ana; Vaca-Diez, Anahí: Bolivia en dos frentes: las negociaciones de los tratados de Acre y de límites con Chile. 2007 ).
Por todo lo dicho, queda claro que si Bolivia buscó suscribir el tratado, no fue por libre y voluntaria determinación; el verdadero motivo fue el complicado entorno vecinal premeditadamente agravado por Chile con la incivilizada amenaza de König, la malévola propuesta de Vicuña al Perú y, no menos importante, la presión económica que ejercía sobre Bolivia con la imposición de un asfixiante régimen comercial que mantenía al país incluso más enclaustrado que hoy. Factores que me parece que deberían ser parte de cualquier análisis serio sobre las negociaciones del Tratado de 1904 pero que, en esta oportunidad, fueron omitidos por Garay.