domingo, 19 de julio de 2015

"Estoy pensando en el mar"

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en Pagina Siete

Hace dos semanas escribí un artículo sobre la visita del papa Juan Pablo II a Bolivia en 1988. En él hacía referencia  a las palabras emitidas por el entonces Sumo Pontífice en relación al enclaustramiento geográfico boliviano y a la forma en la que Chile rechazó su mediación ese mismo año.
El artículo termina señalando que del papa Francisco "no esperamos mucho más de lo que hizo su antecesor, pero tampoco nada menos”. 
Hoy, después de recibir el obsequio de una segunda visita papal, no nos queda más que agradecer piadosa y encarecidamente a Su Santidad por los esfuerzos realizados que, en términos de apoyo a la demanda marítima boliviana, han superado incluso lo hecho por Juan Pablo II. Ciertamente, Francisco no sólo habló del tema marítimo de manera clara e incontrovertible, sino que coincidió plenamente con el espíritu de la demanda boliviana presentada ante la Corte Internacional de Justicia que, valga precisar, solicita una negociación formal, puntual y efectiva con Chile, que se realice de buena fe y en un tiempo razonable. 
En su alocución de la Catedral de La Paz, el Papa dijo que todos los problemas por más "espinosos” que sean, tienen soluciones "compartidas, razonables, equitativas y duraderas” y luego complementó: "el diálogo franco y abierto de los problemas hoy es indispensable… y estoy pensando acá en el mar… [el] diálogo es indispensable” (Página Siete, 9/09/2015). 
Estas históricas declaraciones, que suenan como música celestial en Palacio Quemado, pero que al mismo tiempo se escuchan como agudas estridencias en La Moneda, fueron reconfirmadas por Su Santidad en su regreso al Vaticano con las siguientes palabras: "Hay una cosa que quiero dejar clara, yo en la Catedral de Bolivia toqué ese tema de una manera muy delicada teniendo en cuenta la situación del recurso al tribunal internacional. Y recuerdo perfectamente el contexto, ‘los hermanos tienen que dialogar, los pueblos latinoamericanos dialogar para crear la Patria Grande, y el dialogo es necesario’, ahí me detuve, hice un silencio y dije ‘pienso en el mar’ y continué, ‘diálogo y diálogo’.  O sea, quiero que quede claro que mi intervención fue un recuerdo a ese problema pero respetando la situación como está planteada ahora, estando en un tribunal internacional  no se puede hablar de mediación ni de facilitación, hay que esperar”.   
Seguidamente, la periodista boliviana  Priscila Quiroga  preguntó: "¿sobre el anhelo? ¿Es justo o no el anhelo de los bolivianos?”.
Francisco: "Siempre hay una base de justicia cuando hay un cambio de límites territoriales y sobre todo después de una guerra, entonces hay una revisión continua. No es injusto plantearse una cosa de ese tipo, ese anhelo” (Video publicado por Priscila Quiroga en su cuenta de Facebook, 13/07/2015). 
El revuelo que causaron estas declaraciones en Chile fue impresionante, miles de chilenos expresaron furiosamente su descontento en las redes sociales, recordando principalmente la sangre derramada por sus soldados en la Guerra del Pacífico, cuestionando la autoridad del Papa en este asunto y emitiendo los más injuriosos comentarios respecto a Evo Morales y a la Argentina, por ser el Papa nacional de ese país. 
El único que se mostró satisfecho fue el canciller Heraldo Muñoz que dijo: "No tenemos ninguna incomodidad con las palabras del Papa” y sacó la carta que la diplomacia chilena guarda debajo la manga para estos casos: el ofrecimiento de relaciones diplomáticas, y esta vez "de inmediato” y condicionado a que sea "sin condiciones”.  Dicho ofrecimiento, que fue realizado a través de los medios de comunicación y del Twitter, fue respondido con escepticismo e incredulidad por el canciller boliviano, David Choquehuanca, no sólo por su informalidad, sino también porque el ministro chileno había dicho en abril de 2014 que era "imposible” retomar las conversaciones con nuestro país sobre el tema marítimo (punto 6 de la Agenda de 13 puntos), mientras estuviese en curso la demanda judicial ante la Corte Internacional de Justicia y que la puerta de la salida al mar para Bolivia, "está cerrada para siempre” (CNN Chile, 24/04/2014).  
Al respecto, también cabe recordar que Muñoz hizo importantes esfuerzos por impedir que el Papa hable del mar durante su visita a Bolivia. No estuvo en La Haya durante el segundo día de los alegatos orales por la objeción preliminar presentada por su país  porque fue al Vaticano a intentar que el Sumo Pontífice se mantenga "neutral” en este asunto y también para coordinar la visita de la presidenta Bachelet que, con ese mismo propósito de evitar pronunciamientos a favor de la causa marítima boliviana, se llevó a cabo en junio pasado. Además, un día antes de la llegada del Papa a La Paz, Muñoz advirtió: "Lo que corresponde es la no injerencia, la neutralidad, cualquier otra cosa no corresponde” (Emol, 08/07/2015). 
Pero aquí lo que se debe destacar no es la ineficacia de la diplomacia chilena por evitar los apoyos a la causa marítima boliviana, sino sobre todo la evidencia cada vez más clara e inobjetable de que existe un tema pendiente entre Chile y Bolivia: el problema marítimo boliviano. Dicho problema, que ya fue comentado por dos papas y muchos otros líderes del mundo, debe resolverse en una negociación de buena fe o, lo que es lo mismo, en un diálogo "franco y abierto”, por el bien de Bolivia, de la Patria Grande y también de Chile.

domingo, 5 de julio de 2015

El Papa Juan Pablo II y el mar Boliviano

Por: Andrés Guzmán Escobari 
Publicado en Pagina Siete
Guzmán recuerda el contexto social y político de la demanda marítima en 1988, cuando otro Papa, Juan Pablo II, visitó Bolivia.
Juan Pablo II y el mar boliviano
Como muchos recordarán, en mayo de 1988 se produjo la primera visita del máximo líder de la Iglesia Católica a Bolivia. El papa Juan Pablo II llegó a La Paz en un momento en el  que, al igual que hoy, nuestras relaciones con Chile se encontraban seriamente deterioradas por la absoluta cerrazón del Gobierno de ese país a negociar una solución para el tema marítimo.
En efecto, poco antes, el gobierno chileno de Augusto Pinochet se había mostrado dispuesto a tratar el tema marítimo con un "enfoque fresco”, tal como lo había propuesto el entonces presidente de Bolivia, Víctor Paz Estenssoro, en consonancia con las resoluciones de la OEA, referidas al "Problema Marítimo Boliviano”, que habían sido aprobadas por Chile (1980, 1981 y 1983).   
En ese sentido, el Gobierno de Uruguay ofreció sus buenos oficios para propiciar el acercamiento boliviano-chileno que se produjo finalmente en Montevideo en un encuentro de cancilleres celebrado en abril de 1987. En esa oportunidad La Paz propuso a Santiago la cesión de un corredor al norte de Arica o de un enclave fuera del territorio donde  Perú tiene derecho de veto para una eventual cesión territorial de acuerdo al Protocolo chileno-peruano de 1929. En compensación, Bolivia ofrecía compartir "los recursos hídricos existentes en la cuenca del Altiplano boliviano preservando primordialmente el equilibrio ecológico, el clima y las necesidades vitales de las poblaciones bolivianas, así como los convenios internacionales existentes”, todo ello como parte de "una real y fructífera integración física, económica y cultural” con Chile y Perú.  

Después de un intenso análisis de la propuesta boliviana, el gobierno de La Moneda decidió rechazarla en todos sus extremos, y aunque no se ofrecieron explicaciones en el comunicado oficial publicado por la Cancillería chilena, el presidente Pinochet dijo unos días después en referencia al territorio de Arica: "Cada pedazo de tierra de esta zona es seguro que tiene manchas de sangre de los que cayeron luchando por conquistar el territorio, y no lo vamos a entregar nosotros porque nos piden o nos ordenan. Aquí no nos ordena nadie. Somos soberanos de hacerlo”.
Ante esa situación los Estados de la OEA lamentaron el fracaso del diálogo y se hicieron varios esfuerzos por contribuir a su restablecimiento, uno de ellos el del papa Juan Pablo II que ofreció su mediación y que durante su visita a Bolivia pronunció las siguientes palabras: "La comprensión se hace más fácil y fructífera cuando surge de un espíritu sincero de solidaridad; de esa solidaridad que hermana a todos los hombres que habitamos este mundo, destinado por el Creador para que todos podamos participar de sus bienes en forma equitativa…  sólo así, sobre el fundamento de la justicia y la solidaridad y con el esfuerzo de la comprensión mutua, es posible sentar las bases estables de equilibrio para edificar una comunidad internacional, sin permanentes y graves zozobras, sin dramáticas inseguridades, sin conflictos de irreparables consecuencias… sólo así podrían hallar adecuadas soluciones los problemas latentes en diversas partes de Latinoamérica, como ciertas disputas fronterizas o la cuestión de la mediterraneidad de Bolivia” (Carrasco, 1991: 371). 
Bolivia agradeció y aceptó inmediatamente el ofrecimiento del Papa. No obstante, Chile lo rechazó. Según el historiador chileno Sergio Carrasco (1991: 371), el gobierno de La Moneda no aceptó la mediación papal por considerarla "improcedente”, "por no existir una controversia pendiente entre ambos países y estar regidos por el Tratado de 1904, que resolvió todos los asuntos limítrofes”. Es decir una posición muy similar a la que hoy mantiene el Gobierno chileno, pero que no siempre fue la posición oficial como bien sabemos los bolivianos. 
A pesar de que los loables esfuerzos de Juan Pablo II por propiciar un entendimiento entre Bolivia y Chile relativo al tema marítimo no lograron su propósito en aquella ocasión, sí contribuyeron a confirmar la existencia de un problema pendiente entre ambos países que es necesario resolver mediante negociaciones. A propósito de la próxima visita del papa Francisco a nuestro país, de quien no esperamos mucho más de lo que hizo su antecesor en este tema, pero tampoco nada menos.