miércoles, 28 de septiembre de 2016

Presentación de la Réplica y la Dúplica

El 27 de septiembre de 2016, la Corte Internacional de Justicia publicó un comunicado de prensa en el que anunció las fechas para la presentación de la Replica boliviana y la Dúplica chilena en el proceso sobre la obligación de negociar un acceso al Océano Pacífico. Sobre el particular tuve la ocasión de participar en la siguiente entrevista.  

Abya Yala Tv. Con Gabriela Alcón, 28/09/2016

domingo, 25 de septiembre de 2016

A un año del histórico fallo de La Haya

Por: Andrés Guzmán Escobari 


Tuve el privilegio de estar en el lugar de los hechos, en la Corte Internacional de Justicia, donde puede apreciar directamente cómo se desarrollaron los acontecimientos.  

Los bolivianos que estuvimos presente aquel histórico día. 
Hace un año, el 24 de septiembre de 2015, la Corte Internacional de Justicia de La Haya dio a conocer su decisión sobre la excepción preliminar de incompetencia que había presentado Chile, en el marco del proceso "Obligación de negociar un Acceso al Océano Pacífico”, que había sido instituido por Bolivia en 2013. Ese día, el presidente de la Corte, Ronny Abraham, leyó el fallo mediante el cual el órgano judicial más importante de las Naciones Unidas rechazó la objeción preliminar chilena y se declaró competente para conocer el caso por 14 votos a favor de 16 posibles. 

El fallo fue celebrado apoteósicamente en Bolivia, puesto que, además de darle una importante victoria inicial a nuestro país, marcó un hito trascendental en la historia del problema marítimo boliviano que, como bien sabemos, ha estado plagada de frustraciones y desencantos. En mi caso particular, tuve el privilegio de estar en el lugar de los hechos, en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde puede apreciar directamente cómo se desarrollaron los acontecimientos. 

En efecto, en esos momentos me encontraba estudiando en Ámsterdam, a 45 minutos en tren de La Haya, y como siempre me había interesado en el tema marítimo, tomé las previsiones del caso para estar presente. Una semana antes le escribí a mi viejo amigo y compañero de curso de la Academia Diplomática, Luis Rojas Martínez, que trabaja en la Embajada de Bolivia en Holanda, para preguntarle si podía hacer una reservación, me respondió que no, que no podía hacer tal cosa para personas particulares y que el ingreso para el público era por orden de llegada, por lo que me recomendó ir temprano. 

Así, considerando que la lectura del fallo se había fijado para las 15:30, y que la Corte abre sus puertas a las 8:30, decidí madrugar. Arribé al lugar a las 8:20, no había nadie, estaba nublado y llovía tímidamente. A los pocos minutos un hombre de uniforme azul encendió las luces y abrió la puerta, le dije que había ido a escuchar el fallo y que era boliviano, su rostro esbozó una sonrisa socarrona y me dijo que faltaba mucho. Aun así, decidí permanecer en el lugar para asegurarme de ser el primero en la fila. En eso, unos indígenas de ponchos coloridos llegaron al lugar con pancartas que decían "Chilenos delincuentes, incumplen tratados internacionales”. Eran unos mapuches que querían protestar en contra del gobierno de La Moneda, haciendo causa común con Bolivia. Se apostaron en la plaza del Palacio de la Paz donde yo debía reunirme, a las 10:30, con el experimentado diplomático boliviano Carlos Antonio Carrasco, quien sí tenía la entrada asegurada porque contaba con una credencial de periodista. 

El embajador Carrasco llegó puntualmente y me sugirió ir a un café cercano a conversar. Acepté la sugerencia, no sin antes pedirle al hombre de azul que me reserve el puesto. Al cabo de una hora volví presuroso y me encontré a los cinco primeros asistentes, eran dos colombianos, estudiantes de derecho internacional, un señor de las Islas Marshall, cuyo Gobierno también tiene un proceso ante la CIJ sobre la obligación de negociar, y tres bolivianos: dos cochabambinas que me invitaron  cuñapés, y un boliviano-holandés, que llevaba la tricolor en la espalda. Después llegó una tarijeña más, con lo que se completó el grupo de bolivianos que estuvimos en el Palacio de La Paz aquel histórico día. En el entretanto arribaron cerca de 10 chilenos que saludaron respetuosamente, pero que no se abstuvieron de lanzar algunos vivas para su país, el clásico "Chi, chi, chi, le, le, le". 

Cerca del mediodía, los periodistas de ambos países habían tomado la plaza. Algunos de ellos me entrevistaron. Recuerdo en especial a un chileno de un medio radial que me hizo preguntas tales como: ¿a qué hora llegaron los amigos bolivianos? Y ¿cuánto viajaron para llegar hasta acá?, como si yo fuera un hincha de la barra brava de Bolivia y no alguien que también pudo haberle dado una opinión sobre los pormenores del juicio. Mientras tanto, el embajador Carrasco, que era el más requerido por los medios, se encargaba de sembrar intrigas en la prensa chilena, tal como él mismo lo reconoció más tarde. 
Con el Embajador Carlos Antonio Carrasco.
De repente había llegado la hora, los guardias de seguridad nos abrieron las puertas del majestuoso Palacio de La Paz y mientras atravesábamos los detectores de metal y los elegantes pasillos de ese mítico recinto, me invadió una sensación de nervios y emoción que no había sentido antes. 

La sesión se inició con gran solemnidad. Abraham saludó a las partes y comenzó a leer el fallo en francés. En los antecedentes destacó que Bolivia nació con una costa de varios cientos de kilómetros y que Chile había declarado la guerra a Bolivia y Perú en 1879, lo cual ya era un triunfo para nuestro país puesto que desmitificaba dos hechos concretos que la narrativa oficial chilena ha intentado poner entredicho. Luego descartó la argumentación chilena de que el objeto de la demanda boliviana era la soberanía territorial y concluyó más bien, que el objeto es si Chile tiene la obligación de negociar de buena fe el acceso soberano de Bolivia al mar y, en caso afirmativo, si Chile ha incumplido esa obligación. Seguidamente resumió los argumentos de las partes y desarrolló la posición de la CIJ, dándole la razón a Bolivia en todos los puntos. Fue particularmente emocionante escuchar que el asunto planteado por nuestro país no está regido por un tratado vigente en 1948, cuando se firmó el Pacto de Bogotá, ni fue resuelto por el arreglo de las partes, en 1904, tal como había alegado Chile.
En ese momento, no le di mayor importancia a la aclaración de que la Corte no puede predeterminar el resultado de una eventual negociación -punto que luego sería usado por las autoridades chilenas para decir que la CIJ había "mutado” nuestra demanda-, porque eso era obvio, la Corte no puede determinar cuál será solución, las partes deben acordarla, de eso se trata una negociación. Además, por un lado la Corte ya había aclarado lo mismo en el caso Gabcíkovo-Nagymaros, Hungría c. Eslovaquia de 1997, y por el otro, la demanda boliviana había planteado una negociación como medio para alcanzar el resultado deseado: un acceso soberano al mar, precisamente porque la Corte no puede imponer ese resultado.

Finalmente, Abraham leyó la parte conclusiva ya mencionada en inglés y dio por concluida la sesión. Los chilenos se retiraron molestos y mi amigo Luis abrazó fuertemente a nuestro agente, Eduardo Rodríguez Veltzé, dándole una palmada en la espalda que retumbó estruendosamente en todo el salón. ¡Bolivia había ganado la fase preliminar!

viernes, 16 de septiembre de 2016

Reunión de Agentes de Bolivia y Chile

El 12 de septiembre de 2016, los Agentes de Bolivia y Chile para el caso "Obligación de negociar un acceso al Océano Pacífico", se reunieron en la Corte Internacional de Justicia con el Presidente de ese Alto Tribunal, Ronny Abraham, para definir los siguientes pasos a seguir. Al respecto, tuve la ocasión de participar en las siguientes entrevistas.

Agenda de Abya Yala Tv, 12/09/2016


Es Noticia de Telesur, 12/09/2016


La Primera de ATB, 13/09/2016
   

domingo, 11 de septiembre de 2016

Lo que ignoramos los bolivianos

Por: Andrés Guzmán Escobari

Los fuertes cuestionamientos que ha hecho el Presidente Morales al sistema neoliberal que impera en Chile y los escándalos de corrupción que se han descubierto en ese país, han incidido fuertemente en la opinión que tienen los bolivianos sobre el gobierno de Santiago y sobre cómo viven los chilenos, que hasta hace poco eran valorados positivamente.

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Fuente: todanoticia.com
Hace unas semanas, la periodista chilena Vivian Lavín publicó un artículo titulado “Lo que ignoran los bolivianos” [clic aquí para ver el artículo], referido a lo difícil que es comprender a la realidad chilena desde la perspectiva boliviana, cuando los que hablan en nombre del pueblo chileno, en nombre del “Chile profundo”, son justamente quienes están satisfechos con el sistema actual que favorece a los más poderosos.

En efecto, según la autora, el desconocimiento que tenemos los bolivianos de los chilenos y viceversa, es la semilla de la desconfianza y de la odiosidad que hemos visto resurgir en el último tiempo en los discursos y en las acciones de nuestras autoridades. Lo cual, si bien es cierto, no estaría completo si no consideramos que también influyeron las enormes discrepancias que tienen las narrativas maestras de uno y otro país respecto a la historia – especialmente respecto la Guerra del Pacífico -, y la cantidad y gravedad de asuntos pendientes que aún subsisten entre nuestros países.
  
Lavín también afirma que los bolivianos desconocemos el sacrificio que hacen la mayoría de los chilenos para sobrevivir en una sociedad muy desigual, con grandes capitales controlando los recursos naturales y los medios de comunicación, con un sistema de pensiones que en lugar de asegurar una vejez digna para los contribuyentes, “alimenta a la banca y a las grandes empresas que terminan fagocitando el 50 por ciento de todo el dinero que reúnen”, y con un sistema que favorece a unas cuantas familias que se han enriquecido exageradamente en los 26 últimos años de postdictadura y en detrimento del bienestar popular.

Si bien es innegable que en Bolivia tenemos la percepción de que los chilenos viven bien – al menos mejor que nosotros –, porque sabemos que sus indicadores de pobreza y desarrollo humano son mejores que los nuestros; en el último tiempo, las críticas que ha hecho el Presidente Evo Morales al sistema político chileno y las noticias que llegan desde Chile sobre los escándalos de corrupción y el descontento popular, han cambiado un poco esa percepción.

Ciertamente, los fuertes cuestionamientos que ha hecho Morales al sistema neoliberal que impera al otro lado de la cordillera, donde supuestamente gobiernan partidos socialistas y comunistas, y el énfasis que ha hecho respecto a que “todo está privatizado en Chile, hasta el mar”; han incidido fuertemente en la opinión de los bolivianos sobre el gobierno de Santiago y sobre cómo viven los chilenos, que hasta hace poco eran valorados positivamente. De igual forma, la información que se ha difundido a nivel internacional sobre los casos de corrupción que se han descubierto en Chile en el último tiempo, que salpican a casi toda la clase política (oficialismo y oposición), a los empresarios, militares, dirigentes deportivos y otros; también ha tenido una incidencia directa en la apreciación que tiene el boliviano promedio sobre la sociedad chilena. Lo cual ha sido particularmente llamativo por venir de un país que paradójicamente se había hecho conocer por su transparencia institucional e identidad legalista.

Ese cambio de percepción, si bien es reciente y se desarrolla con una buena dosis de desconocimiento, como bien apunta Lavín; también ha hecho surgir la idea de que es el momento oportuno para exigirle a Chile que cumpla sus compromisos de negociar una salida soberana al mar por un lado, y de garantizar el libre tránsito de Bolivia en su territorio y puertos del Pacífico, por el otro. A lo cual se suman los reclamos por la utilización no equitativa ni razonable de los ríos Lauca y Caquena, y por el uso gratuito e ilegal de las aguas del Silala, aunque este último caso fue judicializado por Chile. 

Esa idea de aprovechar la coyuntura, que en buena medida ha guiado las acciones de la diplomacia boliviana en el último tiempo, se fundamenta además en el hecho de que en este lado de la cordillera también hubo transformaciones importantes, pues se ha pasado de una tradicional inestabilidad política y falta de gobernabilidad, que casi siempre había caracterizado a Bolivia, a un periodo en el que se ha logrado mantener una relativa paz social y se han podido ejecutar políticas sociales y económicas de largo plazo. Lo cual, a su vez, es el resultado de las medidas de inclusión social que ha impulsado el actual gobierno para considerar en las decisiones nacionales a importantes segmentos de la sociedad, que habían sido históricamente marginados y discriminados.

Resultado de imagen para la punta del iceberg la aspiracion maritima bolivianaToda esta situación, que representa una suerte de inversión de papeles, donde la inestabilidad política y la debilidad del gobierno ya no son las características de Bolivia sino las de Chile, marca un contexto inédito en la historia de las relaciones boliviano-chilenas que ha trascendido casi inevitablemente en el tensionamiento y distanciamiento que estamos viviendo actualmente, que no sería tal sin los factores ya mencionados: el desconocimiento del otro, las discrepancias de las narrativas maestras y la subsistencia de varios temas pendientes. 

Este cambio de papeles, sin embargo, ya se ha comenzado a estudiar en los ámbitos académicos de ambos países. Una muestra de ello es el libro La Punta del Iceberg, la aspiración marítima boliviana y sus implicancias en la seguridad y defensa de Chile (2015), del Centro de Estudios Estratégicos de la Academia de Guerra de Chile, que analiza en detalle la situación política, económica y social de Bolivia desde la perspectiva de los investigadores chilenos: Pablo León, Cristian Faundes, Marjorie Gallardo, Osvaldo Cerpa, Andrea Gaete y Carl Marowski, con el prólogo de Don José Rodríguez Elizondo.

Por el otro lado, los investigadores bolivianos: Daniel Agramont, José Peres Cajias, Marwin Flores, Rodrigo Fernández y quien escribe; también han estado trabajando en un estudio sobre esta situación que pronto saldrá a la luz y que analiza tres aspectos clave de las relaciones boliviano-chilenas: 1) las causas de la extrema dependencia que tiene Bolivia de los puertos chilenos; 2) la aplicación histórica y presente del libre tránsito estipulado en el Tratado de 1904 y sus acuerdos complementarios; y 3) la relación que existe entre las élites económicas chilenas y el comercio marítimo boliviano.

Por todo esto, aunque en las actuales condiciones no es posible augurar una recomposición de nuestras relaciones en el corto plazo, ni tampoco el establecimiento de la paz y la amistad que merecen nuestros pueblos, tal como afirma Lavín; es evidente que al menos en ciertos ámbitos de estudio, existe la intención de construir las bases para superar esas desconfianzas y odiosidades, que por tanto tiempo nos han distanciado y nos han llevado al punto donde estamos. 

sábado, 10 de septiembre de 2016

Los actuales conflictos entre Bolivia y Chile

Por: Andrés Guzmán Escobari 
Publicado en Revista Pasos

Para ciertos conflictos no nos queda más que confiar en la justicia para que ésta pueda darles solución o al menos contribuya a lograr ese propósito; y para los otros, sólo podemos esperar que nuestros gobernantes tengan la sabiduría y la habilidad de restablecer los canales de diálogo y negociación.  

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Los conflictos entre Bolivia y Chile, que han surgido como resultado de los problemas derivados de la Guerra del Pacífico y de unas relaciones tradicionalmente complicadas y tensas; son de diversa índole y naturaleza pero actualmente todos confrontan el mismo problema: la falta de un mecanismo de diálogo y negociación intergubernamental para resolverlos.
En efecto, desde que Chile decidió cancelar la reunión de la Agenda de 13 puntos que, según lo acordado, tenía que realizarse en noviembre de 2010 en Arica; las conversaciones para resolver los problemas pendientes entre ambos países se han paralizado totalmente. No sólo se interrumpieron las conversaciones sobre el tema marítimo (punto 6) y el asunto del Silala (punto 7), sino también sobre todos los demás puntos de interés binacional como el cumplimiento del libre tránsito de Bolivia en los puertos chilenos, la rehabilitación del ferrocarril Arica - La Paz, el desminado de la frontera, el mantenimiento de las carreteras que sirven al comercio boliviano y otros temas importantes como el control del narcotráfico y el contrabando, entre otros.
Como resultado de esa situación, los temas del mar y del Silala fueron llevados a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por Bolivia y por Chile respectivamente, para que esa corte falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar un acuerdo que dé a Bolivia un acceso soberano al Océano Pacífico en el primer caso, y para que esa misma Corte falle y declare que “el sistema del río Silala, y sus porciones subterráneas, son un curso de agua internacional que se rige por el derecho internacional consuetudinario” en el segundo caso.
Aunque el arreglo judicial es un mecanismo pacífico de solución de controversias ampliamente reconocido por la comunidad internacional, que no puede ser considerado como un acto inamistoso según la resolución 37/10 de la ONU, más conocida con la Declaración de Manila; las relaciones de ambos países se han tensionado seriamente desde que Bolivia interpuso su demanda sobre el tema marítimo en abril de 2013 y mucho más, desde que Chile hizo lo mismo respecto al Silala, en junio de 2016.   
Todo esto se agrava aún más con las controversias suscitadas en torno a la desviación por parte de Chile de los ríos Lauca y Caquena, que también podrían ser objeto de más demandas judiciales y de más confrontación verbal entre las autoridades.
Por un lado, el tema del río Lauca es ampliamente conocido por la opinión pública de los dos países pues su desvío provocó la primera ruptura de las relaciones diplomáticas en 1962. En esa ocasión, ante las protestas que hizo Bolivia principalmente ante la OEA, Chile amenazó con llevar el caso ante la CIJ para demostrar que no había actuado al margen de la ley al desviar esas aguas al valle de Azapa. Sin embargo, hasta la fecha, no concretó su amenaza.
Por el otro lado, el caso del río Caquena no es muy conocido y su desvío es aún más grave, no tanto porque su caudal desviado es mayor, sino sobre todo porque representa una flagrante violación de parte de Chile al Tratado de 1904. En efecto, según el artículo 2 de ese instrumento, el límite fronterizo entre ambos países debe seguir el curso del río Caquena, entre los hitos 92 y 93, pero como su trayectoria ha sido desviada hacia Chile a partir de los años 60 del siglo XX, la frontera también ha sido modificada. Lo cual, valga recalcar, representa una vulneración gravísima de parte de Chile al Tratado de 1904.    

Como vemos, los actuales conflictos entre Bolivia y Chile están ocasionado un tensionamiento y un distanciamiento creciente y preocupante entre ambos países, algunos no parecen tener solución temprana y los otros, ni siquiera se han abordado, pero es casi seguro que provocarán serios problemas en el futuro. Respecto a los primeros no queda más que confiar en la justicia, para que ésta pueda darles solución definitiva o al menos contribuya a lograr ese propósito; y para los otros, sólo podemos esperar que los gobernantes de ambos países tengan la sabiduría y la habilidad para restablecer los canales de diálogo y negociación, que son la mejor forma, sino la única, de lograr un entendimiento sostenible y duradero.  

jueves, 8 de septiembre de 2016

La destitución de Dilma Rousseff

El 31 de agosto de 2016, el Senado brasileño decidió destituir a la Presidente Dilma Rouseeff, en un proceso altamente cuestionado. Sobre el particular, tuve la oportunidad de expresar mi opinión en la siguiente entrevista.


En QNMP, con César Galindo, 01/09/2016