Según el diplomático, que hace días presentó su libro ‘Un mar de promesas incumplidas’, Chile usa un lenguaje tramposo al ofrecer diálogo a cambio de retirar la demanda en la CIJ, pues Bolivia no pide diálogo sino negociación.
En un mar de bibliografía sobre el tema marítimo, es difícil separar la paja del grano. Éste es el paralelismo que con el título del libro de Andrés Guzmán, Un mar de promesas incumplidas, hizo Carlos Mesa en la presentación de este trabajo, el cual considera un libro “fundamental” dentro del enorme corpus bibliográfico sobre el mar. Para Guzmán, la “política boliviana” de Chile del último tercio del siglo XIX continuó en el siglo XX.
— ¿Cuál es el origen del libro?
— Comienza a escribirse en 2007, cuando estudiaba en la Academia Diplomática, empezó como una tesis de maestría, en la que yo estaba analizando las negociaciones del tema marítimo. En ese momento, yo no sabía que esas promesas eran jurídicamente exigibles. Me interesaba saber por qué habían fracasado, porque si bien hubo muchas aproximaciones en la historia, nunca se pudo resolver el problema. Mi intención era identificar los factores por los cuales habían fracasado las negociaciones. En el proceso, vino la demanda y le fui dando ese enfoque jurídico que luego adquirió y ahora se ha convertido también en un apoyo a la tesis que Bolivia está presentando ante la Corte Internacional de Justicia, apoyando los argumentos que tenemos.
— ¿Cuántos compromisos registra y cómo los jerarquiza?
— El libro registra 55 oportunidades en que Chile ha manifestado una voluntad, de las cuales yo he extraído 12 por la manera en que han sido adoptadas, la mayoría por escrito y hablando de soberanía. No sé cuántas se han registrado o tomado en cuenta en la demanda. Naturalmente, cuantas más, más se fortalece nuestro reclamo.
— A lo específico, no sé cuán importante sea la mención en la solicitud de Bolivia del Tratado de Transferencia de Territorios de 1895.
— Ha perdido ya un poco de fuerza, debido a que fue debatida en la objeción preliminar. Chile dijo que no era válida porque hubo un acuerdo posterior. No es la que se va a debatir, en la posición de Bolivia, pero todas las demás que quedan, sobre todo las posteriores a 1948 (Pacto de Bogotá), son las más importantes. En esas destacan en importancia las notas de 1950 y los acuerdos de Charaña. Ahí Chile manifiesta su voluntad a través de documentos firmados: en 1950 por su canciller Horacio Walker Larraín y en 1975 el Acta de Charaña, firmada por el presidente (Augusto) Pinochet, y luego la nota del 19 de diciembre de 1975 firmada por el canciller Patricio Carvajal. Esos son los documentos que sustentan con fuerza nuestra demanda, porque hablan de soberanía y muestran una voluntad resuelta de Chile por negociar el tema.
— Y la OEA en 1983, que es un acto público, ¿cuál su jerarquía?
— Nuestra demanda se basa en dos tipos de declaraciones, por un lado, unas son acuerdos bilaterales, como las notas de 1950 o Charaña; y, por otro, los actos unilaterales, como el Memorando Trucco de 1961 y la Resolución de 1983; hay también otros anteriores que son de diferente naturaleza por ser una manifestación voluntaria y espontánea, pero unilateral, por parte de Chile, pero todas conforman un mismo cuerpo consistente en el cual se puede notar una voluntad de parte de Chile de negociar este tema para resolverlo.
— ¿Qué opina de lo que José M. Concha llama la “política boliviana” de La Moneda (cuando Chile estaba en tensión con un tercero lanzaba un anzuelo a Bolivia)? ¿Se relaciona con los compromisos de Chile?
— Concha habla de una “política boliviana” que existió de 1879 hasta 1900; en ese momento, Chile y Argentina resuelven sus problemas de límites y la “política boliviana” se abandona. Consistía en una estrategia para separar a Bolivia y Perú de su alianza defensiva y después se convierte en una política para ofrecer a Bolivia un puerto o un “respiradero”, como decía Santa María (canciller de Chile durante la Guerra y luego Presidente). Según analiza mi libro, la “política boliviana” no ha muerto, porque vuelve a resurgir después del Tratado de 1904, en 1920, cuando Chile vuelve a ofrecer un puerto, y resurge varias veces posteriores. Vuelve a resurgir cada cierto tiempo.
— Cuando resurgía, ¿tenía ese origen degradado de hacernos un ofrecimiento justo cuando estaba en problemas con un tercero? En 1920 Chile y Perú estaban al borde de la guerra.
— Tal cual, pero hay tres factores que destaco en el libro: el tema de la estrategia militar, cuando Chile se ve en amenaza frente a Argentina o Perú, ofrece una salida a Bolivia; cuando Chile intenta apaciguar a Bolivia para evitar que lleve el asunto a foros internacionales, entonces ofrece una salida al mar; por último, como en 1950, cuando Chile ve que puede resolver el problema de escasez de agua en el norte y ofrece una salida.
— ¿González Videla fue el autor de la impertinencia que hizo fracasar esta negociación de agua dulce por mar?
— No se sabe cuál es la fuente de la Revista Ercilla. Los únicos que sabían eran Ostria Gutiérrez, González Videla y Horacio Walker Larraín y de ahí se filtra a la prensa. Pero a los bolivianos no les interesaría torpedear una negociación.
— El historiador Jorge Escobari Cusicanqui culpa a González.
— Es correcto, pero la filtración precede a la indiscreción diplomática de Harry Truman y de González Videla, quienes dicen abiertamente, cuando ya estaba todo mal, que se había propuesto a Estados Unidos una solución en la que Bolivia daba agua, Chile daba mar y Estados Unidos financiaba.
— La discreción es una de las recomendaciones finales de su libro para una futura negociación, ¿puede sintetizar otras?
— Doy algunas recomendaciones, una es discreción. La primera es designar diplomáticos idóneos, profesionales de las relaciones internacionales, expertos en historia, en derecho y teoría de las negociaciones. Que nuestros diplomáticos sepan bien qué es lo que podemos obtener y qué es lo que podemos ofrecer, para eso hay que diseñar una estrategia de negociación, en la cual también se pueda ofrecer algo de manera que pueda ser aceptado tanto por Chile como por Perú. Otra recomendación es tomar en cuenta a Perú. En las negociaciones de 1950 y en las de 1975, uno de los elementos que indujo al fracaso fue no tomar en cuenta los intereses de Perú. Recomiendo mantener en reserva los pormenores de la negociación para que no suceda lo de 1950. También plantear algo viable para Perú y para Chile, de manera que todos salgamos beneficiados.
— Pero no es que el Perú tenga la prerrogativa del veto.
— Tal vez es exagerado decir que es veto, porque no llega a tanto. No dice eso el Protocolo de 1929, que habla de un acuerdo previo entre las partes para ceder la totalidad o parte de las provincias de Tacna y Arica a una tercera potencia. Entonces lo que hay que pensar es que tienen que alcanzar un acuerdo previo entre Chile y Perú para ceder un territorio a Bolivia. Últimamente, el presidente Lagos ha dicho que la “llave” la tiene el Perú, como diciendo que Bolivia tiene que conseguir el asentimiento.
— ¿Pero es deber de los suscriptores del Protocolo de 1929?
— Claro, lo que dice es que Chile tiene que consultar. Nos están endosando la responsabilidad de tener que obtener el acuerdo previo cuando a ellos les corresponde, porque ellos firman el Protocolo de 1929.
— Pero, pensando como Fernando Salazar, quien habla de ser más proactivos, ¿tal vez Bolivia debería proponer fórmulas tanto a Chile como a Perú?
— Claro, de hecho se puede hacer, pero nada va a superar el elemento fundamental para resolver este tema: la voluntad política de Chile. Bolivia puede hacer propuestas inteligentes. Que lo ha hecho, como está registrado en el libro. Pero si no hay la voluntad política de Chile, esto no va a tener solución. Esto se va a resolver en una negociación, porque Chile lo ha reconocido así. Es interesante, últimamente, que Chile ofrece diálogo si Bolivia retira su demanda. Es un lenguaje tramposo. Diálogo no es lo mismo que negociación, Bolivia pide una negociación. Un diálogo es más abstracto, una plática en la que las partes emiten sus opiniones, nada más. Una negociación es un proceso en el cual las partes van a llegar a un acuerdo. Por eso es importante no caer en la trampa del lenguaje mal intencionado, sino mantener nuestra postura: que estamos pidiendo una negociación.
— ¿Por qué fracasó Charaña?
— El elemento fundamental fue la falta de voluntad política de Chile, lo que demostró cuando Perú hizo la contrapropuesta y la rechazó de plano y no quiso considerarla ni negociarla. La rechazó y se cruzó de brazos, pese a que el presidente Banzer intentó reactivar las negociaciones y reanimar la voluntad que había demostrado en principio. En ese momento, a Chile ya no le interesaba porque el gobierno de Velasco Alvarado de Perú había sido derrocado, estaba Morales Bermúdez. La amenaza de guerra que significaba Velasco ya no existía, entonces ya no le interesó acercarse a Bolivia. También jugó un papel importante la desidia del Perú por presentar algo que pueda ser aceptado. Cuanto más tiempo pasaba era más difícil para Banzer mantenerse en el poder. Por eso también la premura. Incluso Banzer pidió a Chile y Perú que respondan lo antes posible. Perú se demoró 11 meses en contestar.
— ¿Del Enfoque Fresco?
— Chile sencillamente no quiso tratar el tema. Hubo un rechazo abrupto. Bolivia hizo una propuesta el 21 de abril de 1987 y el 9 de junio Chile la rechazó de plano y no propuso alternativas, simplemente dio un portazo. La razón fue otra vez la falta de voluntad política, pero esta vez absoluta y con desvergüenza, porque en 1975 al menos hizo parecer que no era su culpa. En ese momento Chile no tenía problemas con sus vecinos, había resuelto el tema del Canal del Beagle (con Argentina).
— ¿Cómo ve el presente y el cambio de Felipe Bulnes?
— Es interesante el tema de que Bulnes mismo haya dicho que hay falta de cohesión.
— Insulza lo contradijo.
— Dijo que nunca hubo falta de cohesión. Es incluso gracioso, porque uno desmiente al otro. Si el que ha renunciado da sus razones, respetemos sus razones.
— ¿Falta de cohesión en eso?
— No hay un mismo discurso, sino contradicciones, Por otro lado, está Jorge Tarud (diputado), que es tan nacionalista y no quiere saber de dar nada a Bolivia. Él mismo dijo que Insulza no es el mejor para ejercer el cargo de agente. Yo concuerdo con eso, porque Insulza es un personaje mediático, muy político. El perfil de un agente tiene que ser muy cauto, enfocarse en los aspectos jurídicos del caso y no en lo político. Encima, Insulza ya ha anunciado que él va a darle un cariz político, cuando no corresponde. Como dijo Tarud, Insulza lo haría mejor de vocero que de agente. En eso Bolivia lo ha hecho inteligentemente, al poner como vocero a un expresidente, que es un gran orador y que además no puede comprometer la fe del Estado; por el otro lado, Chile tiene como vocero oficial a Muñoz, que es un personaje que le gusta figurar y sí puede comprometer la fe del Estado chileno, y eso es peligroso. La estrategia que están adoptando es bastante extraña y puede ser contraproducente para ellos.
Datos
Nombre: Andrés Guzmán Escobari
Nació: 31-X-1979
Profesión: Diplomático, economista
Perfil
El diplomático Andrés Guzmán tiene una maestría en Resolución de Conflictos en la Universidad de Amsterdam (2015). Ha publicado numerosos artículos en la prensa nacional e internacional.
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