domingo, 15 de enero de 2023

Más guerra y menos democracia en 2023

 Publicado en Péndulo Político

Durante el 2023 la democracia retrocederá y la autocracia avanzará en todo el mundo, tal como ha venido sucediendo en los últimos años como consecuencia del populismo, los extremismos ideológicos, la desinformación y la polarización. Elementos que son utilizados por los regímenes híbridos o abiertamente autoritarios para aumentar su poderío en detrimento de los derechos humanos y las libertades individuales.  

Así lo develan los estudios sobre la calidad de la democracia, que se realizan anualmente en base a indicadores como los procesos electorales, el funcionamiento del gobierno, la participación política, la cultura democrática y las libertades civiles. De hecho, según The Economist, más de la mitad de la población mundial vive actualmente bajo algún tipo de régimen autoritario y sólo el 6,4% disfruta de una democracia plena (21 países). En esa misma línea, el instituto V-Dem señala que en 2022, el mundo experimentó los niveles más bajos de democracia en treinta años, con solo 15 países que mejoraron sus indicadores democráticos, 33 que los empeoraron y cerca de 100 que se mantuvieron igual. 

Sobre esta tendencia, el instituto Idea Internacional afirma que el deterioro de la democracia se ha profundizado aún más en los últimos años, debido a la pandemia del covid-19 y a la guerra de Rusia en Ucrania. En efecto, el malestar que han generado los confinamientos forzosos y otras medidas para contrarrestar los efectos del covid-19, así como la incertidumbre que provoca la guerra ruso-ucraniana, por la inflación y la disrupción de las cadenas de suministro; han contribuido a profundizar el deterioro del orden democrático en varios países, incluyendo las democracias más avanzadas.

Las democracias occidentales más emblemáticas, como la de Estados Unidos, han sufrido un anquilosamiento de su sistema de gobernanza, que no ha podido evolucionar hacia un punto que genere mayor confianza; situación que sumada a la recesión económica y a la polarización ideológica, generaron un peligroso descontento social que tiende a estrellarse contra las instituciones democráticas. Mientras que, por el otro lado, las autocracias orientales, como la de China, aunque siguen siendo mal calificadas por los rankings de gobernabilidad, han mostrado una gran capacidad para mantener la estabilidad política y el crecimiento económico dentro de sus fronteras (aunque menos que antes de la pandemia). Lo que, en términos propagandísticos permite posicionar al modelo autocrático como un referente para los países del Sur Global, que no han encontrado en la democracia una solución a sus problemas económicos y de gobernabilidad, pero también para aquellos países cuyos gobernantes pretenden perpetuarse en el poder. 

Pese a esta realidad, la guerra de Rusia en Ucrania no parece estar cerca de su fin y muy por el contrario parece que se agravará aún más con los cientos de miles de reservistas rusos que pronto ingresarán al campo de batalla y con la impresionante dotación de armamento pesado que Ucrania está recibiendo de Occidente. Con esas condiciones no queda mucho margen para el optimismo, solo podemos augurar un 2023 con más guerra y menos democracia.

miércoles, 11 de enero de 2023

¿Acercamiento a Rusia?

Rusia está tratando de recabar el reconocimiento y aceptación de los gobiernos que aún podrían apoyarla, entre los que está Bolivia, que es uno de los países que no han condenado su invasión. 

Los Cancilleres de Rusia y Bolivia se reunieron en Caracas el 19/04/2023.
Foto: Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia
Publicado en Página Siete

Con su agresión militar, anexión territorial y crímenes de guerra, impuestos y acometidos en contra de Ucrania y su población civil; Vladimir Putin ha provocado la mayor indignación y preocupación mundial en lo que va del siglo XXI, tanto por los perniciosos efectos económicos de su “operación militar especial”, como por el riesgo de que ésta detone una conflagración nuclear y/o la Tercera Guerra Mundial.    

Por tanto, no sólo las potencias occidentales han expresado su más enfático repudio, imponiéndole duras sanciones a Rusia; sino también China e India, que a través de sus respectivos jefes de Estado, le han transmitido directamente a Putin su preocupación en la última Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái. A esos países se suman varios organismos internacionales; personajes destacados, como el Premio Nobel de la Paz ruso, Yan Rachinsk; y líderes religiosos, como Desmond Tutu (+), el Dalai Lama y el Papa Francisco; entre muchos otros que también han manifestado preocupación.    

Preocupación mundial que en lugar de aplacarse, ha crecido por la indefinición del conflicto, que se ha mantenido sin visos de solución por más de 300 días y no sólo ha ocasionado los efectos mencionados y la destrucción de una parte de Ucrania, sino también la constatación de que el ejército ruso no había sido tan eficaz y poderoso como muchos creíamos.

Ante esta situación de ostracismo, desamparo y descrédito, Rusia está tratando de recabar el reconocimiento y aceptación de los gobiernos que aún podrían apoyarla, entre los que está Bolivia, que es uno de los países que no han condenado su invasión. En efecto, como parte de la política rusa de búsqueda de respaldos, Putin ha invitado al presidente Luis Arce a visitar Moscú mediante su canciller, quien notificó a Rogelio Mayta con dicha invitación el 22 de octubre de 2022 y luego también el 19 de abril de 2024. Más recientemente, durante el cambio de mando del Brasil, el 1ro de enero, Arce se reunió con la presidente del Consejo de Rusia (senado), Valentina Matvienko, con la que, sin abordar el tema de la guerra, acordó fortalecer la cooperación en tecnología, energía, comercio y educación.

Ahora bien, para tomar una decisión tan delicada como la de seguir acercándose al agresor de la guerra que más preocupación está provocando en el mundo, habría que realizar un análisis costo-beneficio; una evaluación de lo que están haciendo otros gobiernos, que también están dentro de la órbita rusa; y una prospección de las implicancias geopolíticas de dicho acercamiento. 

Aunque para cumplir con ese objetivo se requiere mucho más espacio y análisis, en este artículo podemos indicar que entre Bolivia y Rusia no existen los vínculos comerciales, financieros, ni de ningún otro tipo – más que algunos proyectos financiados totalmente por Bolivia, como los centros de medicina nuclear –, que justifiquen una mayor aproximación. Además, el acercamiento podría entorpecer las relaciones con otros países y organismos internacionales, con los que sí tenemos fuertes vínculos, no sólo por el hecho de que estaríamos respaldando al agresor de esta terrible guerra, contrariando la doctrina internacional boliviana de rechazar todas las invasiones y anexiones territoriales; sino porque además estaríamos apoyando las ambiciones imperialistas y colonialistas de un autócrata, también a contrapelo del discurso del actual gobierno.

Sobre lo que están haciendo otros gobiernos, cabe considerar que hasta la fecha ninguna de las autoridades invitadas por Putin ha confirmado su viaje a Moscú, y que desde que comenzó la guerra, solo los autócratas de Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Cuba y Bielorrusia han estado en el Kremlin, aunque todos ellos con mucha más vinculación a Rusia que Bolivia.

Por otra parte, a tiempo de definir a sus potenciales aliados, la cancillería rusa olvidó mencionar a Bolivia, demostrando que aunque hay un interés de aproximación, éste no es tan marcado como con otros países. Efectivamente, el pasado 2 de enero, la cancillería rusa tuiteó: “China, India, Turquía, Argelia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, México, Argentina y Brasil quieren priorizar sus intereses nacionales ignorando cualquier llamado a actuar en defensa de los intereses geopolíticos de EEUU. Un nuevo orden mundial es inevitable”.

Por lo que, además de preguntarnos si realmente conviene posicionarse del lado del agresor y principal perdedor de esta guerra, también deberíamos cuestionarnos si vale la pena hacerlo cuando al parecer, nuestro apoyo ni siquiera será valorado.