sábado, 18 de abril de 2020

Comunidad internacional frente al covid 19

Lo que hemos visto hasta ahora no ha sido más que incapacidad, descoordinación y falta de liderazgo, que lamentablemente han trascendido en las alarmantes cifras que todos conocemos. 
El coronavirus deja alrededor de 2 millones de contagios y más de ...
Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en Página Siete 

La pandemia del nuevo coronavirus (covid 19) que se ha convertido en un problema global que afecta prácticamente a todos los países del mundo, ha demostrado la incapacidad de la comunidad internacional para hacerle frente, generando una nueva constatación de que los seres humanos estamos expuestos a peligros mortales que en otro momento no habríamos creído que podían afectarnos, como una bomba nuclear, un coronavirus o una consecuencia inesperada del calentamiento global.
La comunidad internacional, entendida como una sociedad de sociedades, en la que participan absolutamente todos, pero que está dirigida por Estados y organismos internacionales no ha podido controlar la propagación del covid 19 debido principalmente a sus serios problemas de organización, estructura y coordinación, que ya habían quedado al descubierto con las crisis migratorias y económicas que hemos vivido en los últimos años y que ahora podrían profundizarse.
En efecto, si partimos de que un desafío global habría que afrontarlo con un enfoque también global, queda claro que tanto los organismos internacionales como las grandes potencias, o al menos las que pretenden serlo, tendrían que saber controlar la pandemia o al menos adoptar acciones conjuntas que contribuyan a controlarla, en pos de salvaguardar a la humanidad y salir de esta crisis. No obstante, lo que hemos visto hasta ahora no ha sido más que incapacidad, descoordinación y falta de liderazgo, que lamentablemente han trascendido en las alarmantes cifras que todos conocemos. 
Las primeras recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), referidas a evitar el cierre de fronteras y a no generar pánico, aduciendo que no se habría encontrado evidencia clara de que la enfermedad pueda transmitirse de humano a humano (14/01/2020), han demostrado que esa organización no midió correctamente la magnitud del problema y no manejó seriamente la información, pues ahora sabemos que sí se requería impedir el desplazamiento de las personas que podían haber estado contagiadas y que era crucial concientizar a la población mundial con información veraz, aun cuando eso genere pánico. Esto último considerando que el principal medio de contagio, tal como después lo reconoció la misma OMS, es precisamente de humano a humano. 
Por otra parte, la poca transparencia con la que China – el país donde se reportaron los primeros casos –, transmitió la información al mundo y manejó la crisis dentro de sus fronteras, permitiendo la salida de miles de personas de su territorio cuando ya se sabía que el brote del covid 19 podía convertirse en una pandemia, demuestran la irresponsabilidad con la que actuaron las autoridades de ese país, que ahora son las principales responsables de esta tragedia, según la gran mayoría de las teorías conspirativas que se han estado tejiendo en las redes sociales.
Al otro lado del globo, donde este tipo de enfermedades virales son mucho menos comunes, las potencias occidentales, lejos de mostrar algún atisbo de liderazgo o de estrategia efectiva para enfrentar la crisis, han sido claramente rebasadas por el virus, que no han podido controlar ni en sus propios territorios, teniendo que lamentar la muerte de miles de personas y un enorme costo para sus economías.
Entre ellas, Estados Unidos, en lugar de responder como debería hacerlo el país más poderoso del mundo y constituirse en un ejemplo a seguir, ha dejado en evidencia las falencias de su sistema de salud y se ha convertido en el país con más muertos e infectados a nivel mundial. 
Pero además de la incapacidad demostrada, los actores del sistema internacional llamados a liderar esta batalla contra el coronavirus también han demostrado una total falta de coordinación entre ellos, puesto que en lugar de trabajar de manera conjunta, cooperativa y coordinada para enfrentar la pandemia, han empezado a intercambiar acusaciones respecto a sus respectivos roles en esta crisis, que en el caso del gobierno de Estados Unidos parecen responder a intereses de política electoral interna y en el caso del gobierno de China, a una búsqueda continua de liderazgo económico, militar y tecnológico.
Ciertamente, a los pocos días de confirmarse los primeros contagios en los Estados Unidos, las autoridades de ese país calificaron al covid 19 como “virus chino” o “virus de Wuhan”, en un claro intento por responsabilizar a China de toda esta catástrofe. Lo que fue rechazado por el gobierno chino a través de un vocero de su Cancillería, quien manifestó que es “altamente irresponsable” usar ese “lenguaje estigmatizante”, cuando aún no existen evidencias de que el virus se haya originado en China (4/03/2020) y después afirmó: “Podría ser el Ejército estadounidense el que llevó la epidemia a Wuhan” (12/03/2020).
El intercambio de acusaciones entre Washington y Beijing respecto a quién sería el responsable de esta catástrofe ha impedido, entre otras cosas, que los países del G7 suscriban un comunicado sobre la pandemia que debía aprobarse el pasado 26 de marzo. En esa ocasión, la terminología estadounidense del “virus chino”, considerada como xenófoba y racista por los medios estatales chinos, fue rechazada por Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Japón y naturalmente China, en una videoconferencia de Cancilleres que dejó al descubierto la falta de coordinación comentada.
En esa misma línea, el Presidente de Estados Unidos suspendió los aportes de su país a la OMS (14/04/2020) por supuestamente haber favorecido más a China y no transparentar la información. Todo ello después de un entredicho en que el director de la OMS, quien efectivamente había elogiado al gobierno de Beijing por sus esfuerzos contra la pandemia le había pedido al mandatario estadounidense que no haga política con el virus (08/04/2020).       
En estas circunstancias, en que al parecer los habitantes de los países menos desarrollados dependemos única y exclusivamente de las capacidades y recursos de nuestros respectivos gobiernos nacionales, regionales y municipales, que en el caso de Bolivia son muy limitados, no nos queda más que encomendarnos a Dios y pedir a quienes lideran la comunidad internacional que dejen de lado sus intereses sectarios y empiecen a trabajar no sólo por contener esta pandemia, sino también por construir un sistema internacional que pueda hacer frente a este y otros desafíos globales que están por venir.