domingo, 8 de diciembre de 2019

El asilo mexicano de los líderes del MAS

Como Morales salió de Bolivia sin que la Asamblea Legislativa acepte o rechace su renuncia, México se convirtió automáticamente en cómplice del vacío de poder que se generó en Bolivia 
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Por Andrés Guzmán Escobari
Publicado en Página Siete 

En una reacción indudablemente temeraria, el gobierno de México decidió conceder asilo territorial y diplomático a los más altos líderes del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido político que gobernó Bolivia durante casi 14 años y que hizo un fraude electoral en las elecciones del 20 de octubre pasado, con el propósito de quedarse cinco años más. Unos, los más importantes, en tierras mexicanas y los otros, alrededor de 30 personas, en la Embajada de México en La Paz.

De acuerdo a las explicaciones que ofreció el Canciller de ese país, Marcelo Ebrad, quien evitó referirse al fraude, el asilo del expresidente Evo Morales fue otorgado por “razones humanitarias y en virtud de la situación de urgencia que se enfrenta hoy en Bolivia, donde su vida y su integridad corren riesgo”.

Aunque Ebrad no explicó por qué consideraba que la vida e integridad del exmandatario corrían riesgo, muy posiblemente se basó en las dos mismas excusas que arguyó Morales, a través de Twitter, al momento de abandonar el país: 1) que un policía había anunciado públicamente que tenía instrucciones de arrestarlo, lo cual fue desmentido después por el Comandante General de la Policía Boliviana, y 2) que grupos violentos habían asaltado su domicilio en Cochabamba, lo que si bien era cierto, no ponía en riesgo ni su vida ni su integridad.  

Pese a que no existían motivos jurídicamente válidos para otorgar asilo territorial, porque Morales no era un perseguido político; sí existían y aún existen otros motivos en la política interna mexicana que podrían ayudarnos a comprender esta decisión. Nos referimos específicamente a los problemas que México enfrenta desde hace varios años y que se han agudizado en el último tiempo, como el estancamiento económico, la inmigración, el narcotráfico y la inseguridad, entre otros; que debieron haber empujado a las autoridades mexicanas, tal como lo han afirmado algunos analistas de ese país, a utilizar el asilo del expresidente boliviano como una medida distractiva.

Las críticas en Bolivia y México fueron feroces, no sólo porque estaban asilando a un hombre que había protagonizado un fraude electoral, que fue demostrado palmariamente por la auditoria de la OEA y por otras investigaciones independientes; sino porque además se trataba de un personaje que cuando fue presidente no respetó el resultado de un referéndum vinculante y que si bien se mostraba como un defensor de los pueblos indígenas y de la madre tierra, había violado flagrantemente los derechos de ambos, tal como lo confirmó la sentencia del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza, con sede en Bonn – Alemania, el 15 de mayo de 2019, después de analizar el caso del TIPNIS.  

Además, como Morales salió de Bolivia sin que la Asamblea Legislativa acepte o rechace su renuncia, México se convirtió automáticamente en cómplice del vacío de poder que se generó en Bolivia después de que un avión de su Fuerza Aérea se llevara al presidente y al vicepresidente del Estado, y los presidentes de las dos cámaras de la Asamblea Legislativa también presentaran su renuncia. Esas acciones no sólo contravenían lo que dispone la Constitución boliviana (artículos 169-171), sino que también representaban una gran irresponsabilidad con el país que se quedó varias horas sin autoridades, justamente en un momento de alta convulsión, violencia y vandalismo.

Por si fuera poco, una vez en México y en clara transgresión al derecho de asilo, Evo continuó agitando al país mediante mensajes públicos y privados, en los que convoca a sus seguidores a mantener las movilizaciones en contra del “golpe de Estado”, llegando incluso a instruir que se deje sin comida a las ciudades. Esto último a través de una conversación telefónica que el expresidente mantuvo desde México con Faustino Yucra, un narco-militante del MAS y prófugo de la justicia boliviana desde el 2016. La grabación de esa controvertida conversación, en la que se reconoce claramente la voz de Morales, está siendo utilizada por el actual gobierno transitorio de Bolivia para demandar al exmandatario ante la Corte Penal Internacional de La Haya, por el delito de privar de alimentos a la población de las ciudades en grado de tentativa, que está codificado en el Estatuto de Roma de 1998 como un crimen de lesa humanidad.

En relación a los exministros, parlamentarios y dirigentes del MAS que recibieron asilo diplomático en la Embajada de México, también se ha generado controversia y un fuerte impase entre los dos gobiernos, porque cinco de ellos están siendo buscados por la justicia boliviana debido a su vinculación con delitos de sedición, terrorismo, instigación a delinquir, fraude electoral y otros. No obstante, a pesar de que la Cancillería boliviana solicitó la entrega de dichas personas y anunció que no emitirá los respectivos salvoconductos, el gobierno mexicano decidió seguir protegiéndolas y seguramente tendrá que hacerlo durante mucho tiempo más.

Al respecto, también llamó la atención que algunos de los asilados entren y salgan de la Embajada mexicana como si se tratara de un hotel y no de una sede diplomática que está amparada por las normas internacionales de asilo y que, en cualquier caso, merece más respeto.

Con todo, resulta realmente sorpresivo el decidido apoyo y protección que el gobierno de la 4T le otorga a los líderes del MAS, pues contrasta con la actitud mucho más cautelosa y prudente que ese mismo gobierno adoptó frente al caso de la crisis venezolana, donde a pesar de haber favorecido a la dictadura de Nicolás Maduro con una postura supuestamente neutral, nunca tomó acciones tan decididas y directas. Pero además, esa actitud de encubrimiento y complicidad con los líderes masistas, también contrasta con la tradicional política mexicana de asilo, muy respetuosa de las formas y de la costumbre internacional, que nos vuelve a llevar a la hipótesis del intento por distraer la atención de los problemas internos y que indirectamente implica un lamentable abandono de la doctrina Estrada.

1 comentario:

  1. De la cobarde huida de Evo Morales hacia México luego del fraude electoral propiciado por el propio autócrata , es posible obtener algunas muy saludables conclusiones para el futuro democrático y pacífico de Bolivia.
    Todo comienza con la demanda marítima en La Haya mediante la cual el aprendiz de tirano marxista se jugó todas sus fichas a ganador; pretendía así, declararse primer rey indígena de Bolivia y del mundo entero,y pretendía así apernarse eternamente en el poder porque gozaría de un apoyo multitudinario perpetuo. No obstante, la apuesta era a ganar o perder todo, al todo o nada, y, como era de esperar, perdió, y eso, le hizo jugar una carta antidemocrática, necesaria para mantener el poder a toda costa, cuál fue, defraudar el sistema electoral porque la gente le dió la espalda mayoritariamente. Ahora paga las consecuencias de su actuar doloso y criminal; creyó que el "caballito de batalla" llamado Chile, le sería útil para su ambición personal, pero el caballito una vez más tiró al suelo al que pretende montar, eso mismo le pasó a Banzer con el fracaso del abrazo de Charaña, tampoco logró la ansiada pero imposible meta; un ministro de ese gobierno llegó a declarar que "traía el mar en el maletín", histórico porrazo, pero el de Evo Morales en La Haya, fue glorioso, estruendoso, algo inédito en el mundo y que servirá de escarmiento a futuros pretendientes al mar Pacífico chileno. Ha quedado sentado en el historia que la aventura marítima por parte de políticos bolivianos no les traerá nada bueno, solo inestabilidad y violencia, razón por la cuál aconsejamos olvidar el tema del mar, porque entre otras cosas, y dada la experiencia histórica y jurídica, Bolivia no tendrá nuevas oportunidades de "conversar" el tema, es inútil e inoficioso, amén de completamente perjudicial para el buen relacionamiento vecinal, no diplomático, porque eso tampoco tendría sentido si Bolivia no abandona su majadera aspiración marítima.

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