Por: Andrés Guzmán Escobari
La historia diplomática de Bolivia
es en esencia un digno reflejo de la idiosincrasia boliviana en cuanto a la
compleja mezcla de una cultura ancestral muy arraigada en sí misma y otra
cultura importada y para muchos impuesta que representa los paradigmas
políticos y económicos que dominaron el mundo desde que Bolivia alcanzó su
independencia y que en nuestros días se expresa innegablemente dentro el incontrolable
proceso de globalización.
En ese contexto, algunos de los
diplomáticos bolivianos llegaron a priorizar intereses políticos, ideológicos y
hasta personales por sobre el objetivo más importante de nuestra política
exterior, el prevalecimiento de los intereses nacionales de Bolivia; mientras
que otros, quizás los menos, actuaron con un verdadero fervor cívico e hicieron
valer esos intereses.
Este libro toca todos estos temas desde
una perspectiva si bien patriota y nacionalista, no menos realista y pertinente,
relatando esa historia en base a los fundados argumentos que develan las
grandes dificultades que enfrentó y aún enfrenta un país no tan poderoso como
Bolivia en un escenario internacional dominado por las fuerzas que determinan lo
que Hans Morgenthau denominó “equilibrio de poder”.
La presente obra que, - sin decirlo
explícitamente-, se expresa en términos realistas, es sin duda el escrito más
importante de la historiografía boliviana en su parte relativa a las relaciones
internacionales, pues desde los libros de Miguel Mercado Moreira “Historia
Internacional de Bolivia” y de Carlos Alberto Salinas Baldivieso “Historia
Diplomática de Bolivia”, editados en 1930 y 1938, no se ha publicado un texto que
contenga un análisis tan completo, riguroso y, según mi opinión, acertado, del
desarrollo de la historia diplomática de Bolivia.
Sin querer desmerecer el valioso
aporte de Jorge Soria Galvarro Rosales con su libro también titulado “Historia
Diplomática de Bolivia” (2008) [1]; es importante destacar que la obra de Jorge Andrés Escobari Cusicanqui, además de contener un exhaustivo recuento histórico de los acontecimientos que macaron el desarrollo de nuestra diplomacia, incluye adicionalmente un análisis crítico de cada uno de esos acontecimientos que son presentados y desarrollados desde la visión de un hombre que estuvo más de treinta años al servicio de las rela- ciones internacionales de Bolivia y ocupó, en ese tiempo, los más altos cargos de representación y dirección de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores.
Sobre este último punto, resulta
oportuno transcribir la advertencia que nuestro autor dejó en el prólogo de la quinta
edición de esta obra: “Para apreciar el
contenido y proyecciones de nuestra política internacional, no es suficiente la
relación esquemática y cronológica de los sucesos estrictamente históricos; es
preciso deducir, aunque sea tentativamente, el sentido o el mensaje de tales
sucesos, vinculándolos con los acontecimientos actuales y señalando sus lógicas
proyecciones”.
Es por
tanto evidente que el propósito del autor fue dejar a los estudiantes de las relaciones
internacionales de Bolivia, un texto que contribuya a examinar la historia con un
criterio analítico y certero. Pero por sobre todo, transmitir a los encargados
de dirigir nuestra política exterior los lineamientos que se deben seguir y el
espíritu que se debe adoptar para solucionar los problemas que tiene nuestro
país en el escenario internacional, priorizando el prevalecimiento de nuestros intereses
nacionales y ejerciendo los derechos que por justicia nos corresponden.
En
efecto, el análisis crítico que contiene este libro no sólo tiene una utilidad ilustrativa,
que puede ser muy bien utilizada por quienes estudian las relaciones
internacionales de Bolivia; sino también una utilidad estratégica, porque nos permite
identificar a través de ese análisis, los desafíos que enfrenta la diplomacia boliviana
en la actualidad.
Es por
esto que la “Historia Diplomática de Bolivia” de Jorge Escobari Cusicanqui se
ha convertido en la principal referencia
bibliográfica de los cursos sobre relaciones internacionales que imparten las
universidades bolivianas y se
ha constituido asimismo, desde hace varios años, en el texto de mayor
relevancia para los postulantes a la Academia Diplomática Boliviana, de la cual
nuestro autor fue fundador y quien escribe estas líneas fue alumno.
El hecho de que hoy estemos
presentando la sexta edición de esta obra, es una clara muestra de su
importancia, pues la decisión de reeditarla no sólo responde al deseo de rendir
un merecido homenaje póstumo al autor, sino atender la gran demanda que tiene este
libro, cuyas copias fueron totalmente agotadas en su última edición.
Para abundar un poco más en su relevancia
podemos citar el amplio, inequívoco, y hasta quizás unánime reconocimiento que
este libro ha recibido de parte de los expertos en temas internacionales de nuestro
país. Pues tenemos constancia que desde que se publicó la primera edición en
1972, varios ex cancilleres, internacionalistas e historiadores, han destacado ampliamente
sus cualidades utilitarias y estratégicas[2].
Por otra parte, una muestra no tan
grata de su relevancia es el plagio de varios acápites de esta obra acometido
por Valentín Abecia Baldivieso en su libro “Las Relaciones Internacionales en
la Historia de Bolivia”, publicado en 1979 y 1986, que evidencia por un lado la
procacidad del plagiador y por otro, la lucidez de un análisis escrito que al
no poder igualarse es burdamente copiado[3].
De una manera también controvertida
e igualmente reveladora de la importancia del libro de referencia, el historiador
chileno Carlos Bustos en su libro “Chile y Bolivia. Un largo Camino de la
Independencia a Monterrey” editado en 2004, criticó la rigurosidad de la obra
que aquí comentamos al decir que Escobari Cusicanqui no fundamentó la
aseveración de que el Tratado de 1904 fue impuesto por la fuerza en los
siguientes términos:
“Es curioso, además, que algunos de los principales detractores del
acuerdo de 1904 – como el ex Canciller y Embajador Escobari - eluden en algunas de sus obras un análisis
más profundo sobre las circunstancias en que se negoció el aludido instrumento
bilateral. En el Tomo 1 de la Historia Diplomática de Bolivia, edición 1978, se
menciona una serie de elementos relacionados con la misión Köning en Bolivia y
después se pasa a los esfuerzos que Bolivia habría hecho para buscar solución a
su “enclaustramiento”. Invito a cualquier lector objetivo a examinar las
páginas previas y posteriores a las que llevan los números 120 y 121, de dicha
obra de Escobari Cusicanqui”.
Personalmente debo decir que decidí
aceptar el desafío de Bustos no tanto por considerarme un “lector objetivo”
sino más bien porque me sorprendió que pusiera en cuestión la rigurosidad de un
libro que en mi opinión es impecable en su respaldo argumentativo. Fue así que
me puse a buscar en la obra mencionada, edición 1978, alguna referencia a “las circunstancias en que se negoció el
aludido instrumento bilateral (Tratado de 1904)” y la verdad que no me
sorprendió encontrar rápidamente un acápite denominado precisamente “El tratado
de 1904 fue impuesto por la coacción” entre las páginas 219 y 223 (en esta
edición se encuentra entre las páginas 215 y 219)[A1] , que explica amplia y claramente lo
que según Bustos, Escobari eludió comentar.
Es tan contundente esa explicación
que cabe preguntarse si Bustos realmente revisó el texto que el mismo cita o
simplemente fue mayor su deseo por justificar las acciones de Chile al momento
de consolidar su dominio sobre el territorio que había usurpado a Bolivia en
1879, amparándose eso sí, en la seguridad de que no muchas personas tienen una
copia de la edición de 1978 de la obra aquí comentada.
Por último, es particularmente oportuno publicar la obra culminante de
Jorge Escobari Cusicanqui, “Historia Diplomática de Bolivia” en estos momentos,
en los cuales Bolivia ha iniciado un proceso judicial contra Chile ante la
Corte Internacional de Justicia de La Haya para recuperar un acceso soberano al
mar, pues es precisamente en este libro, cuya primera edición fue publicada en 1972,
donde están contenidos los fundamentos históricos del derecho de Bolivia al mar
que han sido utilizados por la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima
– DIREMAR, para construir la demanda marítima boliviana.
Como se podrá apreciar en estas páginas, el autor desarrolla un análisis
histórico de las relaciones con Chile en el que destaca los diversos
compromisos asumidos por ese país con el fin de resolver el problema que genera
el enclaustramiento boliviano y si bien no llega a sugerir explícitamente que
dichos compromisos por su repetitividad y formalismo son obligatorios ante el
derecho internacional, sí deja muy en claro que al menos moralmente, Chile debería
devolverle a Bolivia una salida soberana al mar.
Esa convicción fue desarrollada por el autor a partir de los años 60 y reafirmada después
por los gobiernos de Santiago, porque desde que Escobari Cusicanqui publicó la
primera edición de su libro “El Derecho al mar” (1964), en el que menciona por
primera vez la existencia de una obligación de Chile relativa al problema
capital de Bolivia; hubo importantes aproximaciones entre los gobiernos de
ambos países en las que las autoridades chilenas volvieron a comprometerse a
resolver el asunto marítimo. En efecto, durante ese período se produjo lo que
el autor denomina “el octavo compromiso chileno” que fue asumido durante “las
negociaciones de Chañara” de los años 70 y los “dos desaires” ocurridos en las
gestiones “Aproximación Progresiva” y “Enfoque Fresco” de 1983 y 1987,
respectivamente. De esa manera, en la última edición de su obra “El Derecho al
Mar” (1988), el autor completa “las diez burlas chilenas” que son recogidas y
actualizadas en esta obra.
Al respecto, cabe aclarar que el esbozo de dichas obligaciones chilenas fue
recogido por el reconocido abogado internacionalista boliviano, Ramiro Orías
Arredondo, quien, el año 2000, en base a la teoría de los actos unilaterales de
los Estados, planteó por primera vez la posibilidad de acudir a la justicia
internacional para exigir el cumplimiento de los compromisos chilenos. Tesis
que luego fue adoptada por DIREMAR para diseñar y elaborar la demanda judicial
que el Estado Plurinacional de Bolivia presentó en contra de la República de
Chile el 24 de abril de 2013.
Sin más preámbulos, dejó al lector
para que inicie su recorrido por la “Historia Diplomática de Bolivia” de Jorge
Escobari Cusicanqui que, valga reiterarlo, es la obra más importante de la
historiografía boliviana en su parte relativa a las relaciones internacionales.
[1] Reconociendo la existencia de otros valiosísimos aportes, cabe aclarar que no se menciona directamente a los siguientes cuatro libros: 1) “Una obra y un Destino. la política internacio- nal de Bolivia después de la guerra del Chaco” de Alberto Ostria Gutiérrez (1946), 2) “Hacia una nueva Política Exterior Boliviana” de Fernando Salazar Paredes (2000), 3) “las relaciones internacionales de Bolivia. 1825 – 1990” de Eduardo Arze Quiroga (1991), y 4) “Trayectoria de la diplomacia boliviana: 179 años de internacionalismo” de Oscar Patricio vargas Aguirre y Juan Carlos Montecinos luque (2004); debido a que ninguno de ellos trata verdaderamente sobre la historia diplomática de Bolivia, los dos primeros se refieren a las perspectivas a futuro de la diplomacia boliviana, el segundo es una recopilación de los capítulos de prensa y publicaciones especializadas del autor y el tercero es un compendio bibliográfico de todos los Cancilleres de Bolivia de 1825 a 2004.
[2] Los expertos en relaciones internacionales de
nuestro país que han expresado su reconocimiento a esta obra y se tiene
constancia son: José Ortiz Mercado, Javier Murillo de la Rocha, Armando Loaiza Mariaca,
Guillermo Bedregal Gutiérrez, Teodosio Imaña Castro, Alvaro Perez del Castillo,
Jorge Siles Salinas, Fernando Salazar Paredes, Julio Sanjinez Goitia, Ramiro
Prudencio Lizon, Jorge Gumucio Granier, entre otros.
[3] Entre
las páginas 688 y 810 del libro de Abecia Baldivieso publicado en 1979,
existen opiniones y expresiones exactamente iguales en su redacción y contenido
a las publicadas en 1972 por Escobari Cusicanqui (entre las páginas 153 y 271).
Como agravante de esa cuestionable publicación, en la que no existe ninguna
cita o referencia bibliográfica de respaldo, está el hecho de que pese a los
reclamos realizados por Escobari en su momento, Abecia decidió mantener el
plagio en una segunda edición de su libro publicado en 1986.