domingo, 22 de marzo de 2015

La reintegración marítima, una política de Estado

Por: Andrés Guzmán Escobari

En Chile no saben que nuestra demanda es un asunto primordial, tienden a pensar que se trata de una simple herramienta electoral.



En el último tiempo, algunos analistas chilenos "descubrieron” que Bolivia podría persistir en su empeño por recuperar un acceso soberano al mar, aun cuando el resultado del proceso iniciado ante la Corte Internacional de Justicia le sea desfavorable. Esa conclusión, que se presenta como el resultado de un profundo análisis de la actual estrategia boliviana de reintegración marítima, es también una confirmación de que nuestros vecinos han empezado a comprender que dicha estrategia es en realidad una política de Estado que no se extinguirá hasta que Bolivia recobre su cualidad marítima.
Ciertamente, muchas veces los bolivianos cometemos el error de creer que nuestros vecinos, especialmente los chilenos, saben que nuestro objetivo de reintegración marítima es un fin permanente e irrenunciable, tal como lo establece nuestra Constitución (artículo 267); no obstante esa percepción no es tan conocida en el país del Mapocho, donde, muy por el contrario, tienden a pensar que se trata de una simple herramienta electoral utilizada por los gobernantes bolivianos cada que necesitan aumentar sus respectivos índices de popularidad.
Al respecto, si bien no se puede negar que el tema marítimo tiene una alta rentabilidad política en Bolivia, tampoco se debe desconocer que todos los gobiernos que intentaron o están intentando alcanzar una solución a este problema, actuaron y están actuando con la absoluta legitimidad que otorga un asunto de interés nacional que no se sustenta en intereses políticos personales o partidarios, sino que se basa en innegables razones de justicia, economía y geopolítica. 
De hecho, la principal razón por la cual este tema sigue vigente hoy, a 136 años del inicio de la guerra que dejó a nuestro país sin mar, es que Chile reconoció muchas veces la necesidad de darle a Bolivia una puerta de calle que le permita reintegrarse a la vecindad del mundo y aceptó, también muchas veces, negociar una solución llegando a ofrecer en algunas ocasiones un territorio sobre la costa que pueda servir para conectar a Bolivia con el océano Pacífico, lo cual, como es evidente, nunca se cumplió.  
Ya en 1910, a pocos años de haberse suscrito el Tratado por el cual Bolivia tuvo que reconocer el dominio absoluto y perpetuo de Chile sobre su vasto, rico y único litoral, y después de los problemas suscitados por los primeros incumplimientos del país del Mapocho a dicho Tratado (artículos 2 y 12); el canciller boliviano de la época Daniel Sánchez Bustamante dirigió un memorándum a sus pares de Lima y Santiago referido al asunto de Tacna y Arica que, entre otras cosas, decía: 
"Bolivia no puede vivir aislada del mar: ahora y siempre, en la medida de sus fuerzas, hará cuanto le sea posible por llegar a poseer por lo menos un puerto cómodo sobre el Pacífico; y no podrá resignarse jamás a la inacción cada vez que se agite este asunto de Tacna y Arica que compromete las bases mismas de su existencia”.
Desde entonces, la política de reintegración marítima ha sido un objetivo permanente e irrenunciable del Estado boliviano,  que se ha manifestado de diversas formas y mediante diferentes estrategias, pero siempre con el mismo objetivo: recuperar un acceso útil y soberano al océano Pacífico. La mayoría de las veces se intentó alcanzar una solución mediante el diálogo directo con Chile, en otras ocasiones se apeló a la comunidad internacional e incluso, en algunas épocas, se intentó priorizar la integración económica con el país del Mapocho para luego abordar el tema del mar (1952-1962 y 1987-1999); no obstante, hasta la fecha, lo único que se consiguió es que Chile reconozca formalmente la existencia del problema y prometa resolverlo a través de la cesión de un territorio sobre la costa. Lo cual, a pesar de que no parece un gran avance, podría servir ahora para allanar el camino hacia una solución definitiva si los jueces de la Corte Internacional de Justicia entienden que todas esas manifestaciones unilaterales del país del Mapocho, por su repetitividad y formalismo, se han hecho obligatorias a la luz del derecho internacional… 
No obstante, si ello no ocurriese y la Corte decidiera darle la razón a Chile, la política de reintegración marítima boliviana no será descartada y archivada como algunos quisieran, sino que se retransformará y resurgirá en el futuro con nuevos ímpetus, pues tal como lo dijo el insigne diplomático boliviano Alberto Ostria Gutiérrez, "el ideal portuario de Bolivia vivirá lo que viva la nación misma”. 
Además, es importante recordar que en 1920 y 1921, Bolivia presentó una demanda ante la Liga de las Naciones que fue rechazada por aquel organismo internacional, pero no por ello los bolivianos se resignaron a vivir enclaustrados... 
Por tanto, los esfuerzos realizados por la diplomacia boliviana a lo largo de la historia, enmarcados en la política de Estado de reintegración marítima, ahora podrían dar sus frutos y encaminarnos a las generaciones actuales hacia una nueva etapa de negociación en la cual los bolivianos tendremos que actuar con astucia y tacto, tomando en cuenta las lecciones del pasado y entendiendo que nuestros interlocutores, tanto Chile como el Perú (en caso de que sea necesaria su participación conforme a lo establecido por el Protocolo Complementario al Tratado de 1929), tienen que obtener beneficios del arreglo final que se vaya a lograr. No obstante, y esto también es importante, los chilenos y eventualmente también los peruanos, deberán actuar de buena fe, sin exigencias desconmensuradas ni actitudes recalcitrantes que permitan avanzar hacia una verdadera etapa de integración y cooperación, en la cual, las costas del Pacífico sur puedan ser compartidas entre los tres Estados que concurren a ellas, tal como ocurrió antes de la guerra.

domingo, 1 de marzo de 2015

Allende también ofreció mar para Bolivia con soberanía

Allende sí negoció mar y nunca dijo nada respecto a la extraña teoría de la “intangibilidad” de los tratados.

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en Página Siete

Tras una valoración comparativa que hizo el Presidente Morales sobre el socialismo que gobernó Chile a principios de los años 70 y el que gobierna ahora, el Canciller chileno Heraldo Muñoz escribió en su twitter: “Pdte Morales dice q Allende era verdadero Socialista. Bien, pero Pdte Allende nunca negocio mar y defendía principio respeto a tratados”.

Lo cual generó una ola de críticas por lo que significa defender al socialismo a través del twitter y sobre todo porque esas palabras no corresponden a la verdad: el Presidente Allende sí negoció mar y nunca dijo nada respecto a la extraña teoría de la “intangibilidad” de los tratados.

En efecto, a poco de asumir el cargo, el 12 de noviembre de 1970, Allende recibió en La Moneda al literato y periodista boliviano, Néstor Taboada Terán, quien, acompañado de Mario Osses, entrevistó al flamante Presidente chileno y tuvo el honor de registrar las siguientes declaraciones en una cinta magnetofónica:

“En este plan de reparación de injusticias, también he resuelto que el hermano país de Bolivia retorne al mar. Se acabe el encierro que sufre desde 1879 por culpa de la intromisión del imperialismo inglés. No se puede condenar a un pueblo a cadena perpetua… un pueblo que esclaviza a otro no es libre”. 

Caminaremos juntos en la gran tarea histórica de América Latina. Ha llegado la hora de la gran reparación de una injusticia cometida contra Bolivia. Chile tiene una centenaria deuda con Bolivia y estamos dispuestos a emprender una solución histórica. Bolivia retornará soberana a las costas del Pacífico”(Taboada, 2004: 87).

En ese sentido, y aprovechando que el gobierno boliviano del Gral. Juan José Torres, era también de izquierda; se iniciaron las conversaciones por un lado en Santiago entre el Canciller chileno, Clodomiro Almeyda, y el Cónsul General de Bolivia en Chile, Franz Ruck Uriburo; y por el otro lado en La Paz, entre el enviado especial de Allende, Volodia Teitelboim, y el Canciller boliviano, Huáscar Taborga (Magasich, 12/2014). 

En Santiago se alcanzaron rápidamente “acuerdos preliminares que contemplaban un corredor territorial, un puerto, un enclave y el uso exclusivo de un muelle en Arica” (Gumucio, 2005: 385).

Esos arreglos, que fueron replanteados y confirmados por Almeyda al Canciller Taborga en la Asamblea General de la OEA de 1971; incluyeron una solicitud de obtener seguridades del Perú para no obstaculizar “un posible acuerdo sobre un corredor y puerto al norte de Arica. – Según Almeyda – Había que evitar repetir las gestiones de 1950” (Figueroa, 2007: 392). 

Mientras tanto en La Paz, el enviado del Presidente chileno, el senador Volodia Teitelboim, había conversado con las autoridades bolivianas, según él mismo diría, sobre “la posibilidad de establecer una especie de corredor al norte de Bolivia, entre la frontera peruana, al norte de Arica. Es una superficie pequeña, relativamente pequeña, de unos cuantos kilómetros. Pero de todas maneras se podía establecer una especie de corredor que permitiera la salida de Bolivia al mar, donde Bolivia pudiese tener un pequeño puerto, una cosa así. A parte de ventajas desde el punto de vista portuario en Arica, en Iquique y en Antofagasta, en los puertos del norte. El gran problema era el Ejército. Siempre ha sido ese” (Magasich, 12/ 2014).

Ciertamente, según cuenta el historiador chileno, Jorge Magasich, que fue quien recabó el testimonio Teitelboim; en ese tiempo los altos mandos militares de Chile vivían bajo el temor de un inminente conflicto armado con Perú y Bolivia, puesto que faltaba poco para el centenario de la guerra del Pacífico y “si se dejaba pasar más de un siglo existiría una especie de prescripción histórica”, y por eso – cuenta Teitelboim -, los estrategas del país del Mapocho se preparaban para intervenir y no descartaron un “ataque preventivo”, como el que había desplegado Israel en 1967, durante la guerra de los 6 días (Magasich, 12/2014).  

Las autoridades de La Moneda sabían que tenían que actuar con cautela puesto que un entendimiento con Bolivia sobre el tema marítimo podría tener un costo político muy alto para ellos. Fue así que después de iniciar los primeros contactos, y tras el impase que provocó un comentario que hizo el Canciller boliviano sobre las negociaciones, las autoridades chilenas empezaron a comentar sus intenciones de restablecer relaciones a nivel de Embajadores con La Paz. El 15 de abril de 1971, al cumplirse 9 años de la desviación del río Lauca que había provocado la ruptura de los vínculos diplomáticos, Almeyda manifestó: "Deseamos con igual fervor restablecer nuestras relaciones diplomáticas con Bolivia, convencidos de que la actual situación entre nuestros países no tiene justificación ante nuestros pueblos y ante la Historia"; y el 21 de mayo, el Presidente Allende, en su primer mensaje al Congreso expresó: "Este Gobierno ha tenido ya la ocasión de lamentar que nuestra relación con la República de Bolivia se mantenga en una situación anómala, que contradice la vocación integracionista de ambos pueblos. A Bolivia nos unen sentimientos e intereses comunes. Es nuestra voluntad poner todo lo que esté de nuestra parte para normalizar nuestras relaciones" (Gumucio, 2005: 384-385).

Luego Almeyda le dijo a Ruck Uriburu que Allende se contactaría telefónicamente con el Presidente Torres el día 23 de agosto de 1971 y que aprovechando su visita al Perú, el Mandatario chileno tenía previsto conversar con el Presidente de ese país, Juan Velasco Alvarado, sobre la participación y el acuerdo peruano en la solución del problema marítimo de Bolivia (Gumucio, 2005: 385).  No obstante dos días antes de la fecha anunciada, el 21 de agosto, Torres fue derrocado por fuerzas de la derecha boliviana y todo se vino abajo. Allende no pudo cumplir lo prometido, pero quizás tampoco lo habría podido hacer si Torres se mantenía en el poder porque a no mucho andar, en septiembre de 1973, él también sería destituido mediante un golpe de Estado que significaría el fin de sus días.

Unos años después, en 1976, Torres sería asesinado en Argentina en el marco de la operación Cóndor, en la cual estuvieron involucrados, entre otros, los gobiernos de La Paz y Santiago. Al respecto, según Magasich, la desaparición en esos años de muchos de los que negociaron una salida soberana al mar para Bolivia entre 1970 y 1971, “contribuyó a echar tierra sobre estas negociaciones”, y concluye: “Su existencia, refrendada por el valioso testimonio de Volodia Teitelboim, permite establecer que el gobierno de la Unidad Popular acogió favorablemente la demanda marítima boliviana, y que las negociaciones llegaron bastante lejos. Se discutió una fórmula para dar a Bolivia un acceso soberano al mar y normalizar las relaciones entre los dos países” (Magasich, 12/2014).  

Por tanto, si bien es cierto que las dictaduras que participaron en el Plan Cóndor enterraron mucho de lo que hicieron sus antecesores socialistas a principios de los años 70, es lamentable que el actual Canciller de Chile se sume a esos propósitos, e intente echarles más tierra, nada menos que mediante el twitter, para que se crea que Allende nunca negoció mar. De hecho, esa actitud elusiva, que pretende desconocer la historia para eludir las obligaciones que Chile asumió con Bolivia de devolverle su acceso soberano al mar, demuestra palmariamente que la razón está de nuestro lado.

Referencias 

  • Figueroa Pla, Uldaricio (2007) La demanda boliviana en los foros internacionales. RIL Editores, Santiago - Chile.  
  • Gumucio Granier, Jorge (2005) Estados Unidos y el mar boliviano. Pural Editores. La Paz - Bolivia.  
  • Magasich, Jorge (12/2014) Bolivia y el Mar. Le Monde Diplomatique. Santiago - Chile.  
  • Taboada Terán, Nestor (2004) Salvador Allende ¡Mar para Bolivia!. Plural Editores. La Paz Bolivia