La Resolución, aprobada por la Asamblea General de la ONU, es una victoria simbólica y estratégica para Bolivia, que debe ser la base para un nuevo enfoque en la política boliviana de reintegración marítima.
Por: Andrés Guzmán Escobari
Hace unos días, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 6 de agosto como el Día de los Países en Desarrollo sin Litoral (LLDCs, por sus siglas en inglés), o más específicamente, el Día Internacional de la concienciación sobre las necesidades y los problemas especiales de desarrollo de los LLDCs (Resolución A/79/L.108). Esta fecha, que coincide con el Día de la Independencia de Bolivia, no fue elegida al azar: es el resultado de un esfuerzo más que centenario de la diplomacia boliviana por visibilizar, en el escenario internacional, las profundas desventajas que enfrentan los países sin acceso soberano al mar.
La iniciativa, liderada, redactada y negociada por Franz Zubieta Mariscal –uno de los pocos diplomáticos de carrera en el servicio exterior boliviano– destaca dos datos reveladores:
- Que la participación de los LLDCs en las exportaciones mundiales de mercancías sigue siendo marginal, alcanzando apenas el 1,1% del total mundial en 2022.
- Que los costos comerciales para estos países son, en promedio, un 30% más altos que los que enfrentan los países en desarrollo con litoral, debido principalmente a las múltiples fronteras, trámites y cargas logísticas que deben superar para acceder a los mercados globales.
Este segundo dato introduce un enfoque tan necesario como innovador: en lugar de comparar a los LLDCs con países costeros en general, se contrasta su situación con la de países en desarrollo con litoral, dejando de lado el sesgo que implica incluir en el análisis a Estados altamente desarrollados sin litoral –como Suiza, Austria o Luxemburgo– que son casos excepcionales.
Así, se revela una verdad esencial: la falta de litoral no es, por sí sola, una condena al subdesarrollo. Lo que verdaderamente obstaculiza el progreso de estos países –más allá de factores internos– es la ausencia de un acceso efectivo, eficiente y garantizado al mar, junto con la carencia de condiciones logísticas, normativas e institucionales adecuadas en los países de tránsito.
En este sentido, uno de los principales desafíos estructurales que enfrentan los LLDCs es su dependencia crítica de los países de tránsito. Esta vulnerabilidad puede verse agravada por factores tan diversos como la inestabilidad sociopolítica, los conflictos armados o las decisiones políticas unilaterales.
Bolivia ha vivido esta realidad en varias ocasiones. Durante la Guerra del Chaco, por ejemplo, enfrentó bloqueos al libre tránsito que le impidieron acceder oportunamente a suministros bélicos cruciales para la defensa de su soberanía. Más recientemente, a mediados de 2024, el presidente Luis Arce tuvo que comunicarse directamente con su homólogo chileno, Gabriel Boric, para solicitar su intervención ante un bloqueo en Arica que impedía el paso de varias cisternas de combustible en tránsito hacia Bolivia.
El bloqueo –ocurrido en un contexto de escasez de diésel y gasolina– fue una medida de presión ejercida por trabajadores de la empresa minera Quiborax, y reconfirmó, una vez más, que el derecho de libre tránsito –que debiera estar garantizado “a perpetuidad”, según los acuerdos bilaterales– sigue dependiendo, en la práctica, de la voluntad política de las autoridades del país de tránsito.
Afiche de uno de los eventos de la Conferencia de Awaza
Cabe subrayar que la Resolución de la ONU también reafirma, aunque de manera implícita, el histórico y casi natural liderazgo de Bolivia dentro del grupo de países sin litoral. Desde la década de 1950, Bolivia ha desempeñado un rol activo y destacado en los foros internacionales dedicados a estos temas, ya sea en la codificación del derecho del mar o en las reuniones multilaterales de los LLDCs.
Figuras como Jorge Escobari Cusicanqui, Walter Guevara Arze, Felipe Tredinnick Abasto, Jorge Gumucio Granier, Armando Loaiza Mariaca y, más recientemente, Franz Zubieta Mariscal, han sido parte de esta tradición diplomática que persiste hasta hoy.
Por todo esto, la proclamación del 6 de agosto como el Día de los países en desarrollo sin litoral representa una victoria simbólica y estratégica para Bolivia, lo que debe ser la base para un nuevo enfoque en la política boliviana de reintegración marítima. Un nuevo enfoque que no se ancla en el pasado, con una retórica victimista que presenta el caso boliviano como único o excepcional, sino que se proyecta con propuestas de beneficio mutuo para todos los involucrados en la resolución de este problema y plantea las desventajas estructurales que enfrenta Bolivia como un caso más de muchos otros a nivel mundial.
En este contexto, la Tercera conferencia de los países en desarrollo sin litoral, que se celebrará en Awaza, Turkmenistán, entre el 5 y el 8 de agosto de 2025 –cuando se conmemorará, por primera vez, este día y el Bicentenario de Bolivia– representa una oportunidad histórica. En ella se adoptará el Plan de Acción de Awaza 2024-2034 (resolución A/RES/79/233), que marca un verdadero punto de inflexión.
El plan no sólo reafirma el derecho al libre tránsito y la necesidad de cooperación con los países de tránsito, sino que plantea una ambiciosa agenda de transformación estructural, integración regional, digitalización, industrialización y resiliencia climática para los LLDCs.
Finalmente, conviene destacar un componente silencioso pero fundamental en este proceso: la diplomacia de carrera. Aun en contextos de desinstitucionalización, inestabilidad o precariedad burocrática, son los diplomáticos formados bajo principios meritocráticos quienes sostienen, con profesionalismo y compromiso, la defensa de los intereses nacionales en los espacios multilaterales.
Este logro en Naciones Unidas –producto de la perseverancia técnica, el conocimiento acumulado y el trabajo silencioso– no sólo posiciona a Bolivia como referente global entre los países sin litoral, sino que también reivindica el papel de una diplomacia profesional que sigue haciendo historia sin necesidad aplausos.
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