jueves, 29 de marzo de 2018

Alegatos orales sobre el caso Bolivia v. Chile

Entre el 19 y 28 de marzo de 2018 se desarrollaron los alegatos orales sobre el fondo del proceso iniciado por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia, para que ésta falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar un acceso soberano al Océano Pacífico. Al respecto, tuve la oportunidad de comentar lo sucedido en el programa Hora 23 de la red Bolivisión.

Hora 23, Red Bolivision, 26/03/2018 


Hora 23, Red Bolivision, 27/03/2018 

domingo, 25 de marzo de 2018

Bolivia y Chile en un momento histórico

Ambos Estados deben negociar y encontrar la fórmula que satisfaga a todas las partes: un win-win.Por: Claudio Coloma y Andrés Guzmán Bolivia y Chile en un momento histórico
Chile y Bolivia están en plena fase oral de uno de los dos juicios que tienen en la Corte Internacional de Justicia. Lo que se busca determinar en este caso es si el primero tiene o no la obligación de negociar un acuerdo que le dé al segundo un acceso plenamente soberano al Océano Pacífico. Este será un hito importante en la larga historia de desencuentros que ha separado a nuestros dos países desde 1879, e incluso antes. 
El hecho de que Chile busque defender la inexistencia de dicha obligación no evitará que se haga evidente, ante los ojos del mundo, las reiteradas ocasiones en que el Estado chileno ofreció resolver el asunto marítimo boliviano a través de un arreglo negociado que consideró en ciertas ocasiones la cesión de soberanía.  
Así, la demanda boliviana dejará establecido que, durante más de un siglo, ambos países buscaron poner final enclaustramiento boliviano mediante una negociación que, de haber sido exitosa, habría supuesto una modificación territorial.

Han sido numerosos los presidentes, cancilleres y embajadores chilenos que manifestaron su voluntad de alcanzar una solución con soberanía en el ámbito bilateral. Desde Domingo Santa María González, durante la Guerra del Pacífico; pasando por Luis Barros Borgoño, Emilio Bello Codesido, Arturo Alessandri Palma, Luis Izquierdo, Miguel CruchagaTocornal, Beltrán Mathieu Andrews, Jorge Matte Gormaz, Gabriel González Videla, Horacio Walker Larraín y Manuel Trucco Gaete; hasta Augusto Pinochet Ugarte y Patricio Carvajal Prado en los años 70.


Pero también quedará como evidencia, paradójicamente, que este problema dejó de abordarse con el mismo grado de entendimiento y compromiso desde que se restablecieron los gobiernos democráticos chilenos en 1990. Pues aun cuando el tema fue parte de la agenda bilateral, nunca más se ofreció una solución con soberanía.

Por esta razón, la determinación conjunta de iniciar conversaciones respecto a una “agenda sin exclusiones” durante el gobierno de Eduardo Frei, y luego, el compromiso de “presentar, así como alcanzar soluciones concretas, factibles y útiles” respecto al tema marítimo durante la primera administración de Sebastián Piñera, generaron la necesidad boliviana de reencauzar las conversaciones hacia la senda de las soluciones con soberanía, tal como había sido históricamente.

Lo que fue recogido implícitamente en la demanda que el gobierno de Evo Morales interpuso ante la CIJ en 2013.
Por todo esto, no es ilógico sostener que las probabilidades de que Bolivia gane el juicio sean altas.

Debemos tomar en cuenta que las fuentes del Derecho Internacional que está usando quedaron rotundamente validadas en las excepciones preliminares y, además, los antecedentes entregados por Bolivia representan muy bien lo que se entiende por acuerdos bilaterales, actos unilaterales y práctica diplomática.
En este punto, aunque también es cierto que muchos bolivianos esperan que la Corte resuelva el asunto directamente y les devuelva una salida soberana al mar, debido principalmente a las grandes expectativas que han generado las declaraciones de algunos de los personeros de Palacio Quemado; es preciso tener presente que el fallo de la Corte no resolverá el asunto ni aun cuando resulte totalmente favorable a Bolivia, sino que solo podría contribuir a resolverlo mediante una negociación, y esa negociación podría no iniciarse inmediatamente, sino solo después de que se generen las condiciones necesarias. 

Además, dado que las autoridades chilenas ya han adelantado que no están dispuestas a reconocer “fallos creativos”, no podríamos afirmar con seguridad que estamos cerca del final. 

A pesar de esto, si la Corte fallara a favor de Bolivia, pero no se lograse concretar un arreglo negociado en el corto plazo, el fallo significará igualmente un gran avance para los intereses bolivianos. El logro consistiría en que Chile, un país que reitera incansablemente su vocación de respeto al Derecho Internacional, cargaría con el peso de tener pendiente una obligación de negociar de buena fe un acceso soberano al mar para Bolivia.

La historia de las relaciones de nuestros países nos demuestra que la posibilidad de iniciar una negociación formal para alcanzar un acuerdo definitivo estará, y ha estado siempre, presente en los diversos escenarios que podamos analizar. 

Cuando se abra una nueva etapa de negociación, ya sea porque la Corte así lo dictamine o porque la inercia de la historia nos lleve una vez más a la mesa de las negociaciones, entonces será el momento para que Bolivia proponga algo que realmente les interese a los chilenos, y también será el momento para que Chile actúe en consecuencia, de buena fe y con la verdadera voluntad política para resolver el tema.

Con esto no queremos decir que uno o ambos estados deban negociar renunciando a sus propios intereses nacionales. Todo lo contrario: se debe encontrar la fórmula que haga posible un acuerdo que beneficie y satisfaga a todas las partes que de una u otra manera podrían participar. Lo que, en teoría de la negociación, se denomina un acuerdo ganar-ganar (win-win).


Por último, debemos tomar en cuenta cómo se han enriquecido las posibilidades de solución gracias a las nuevas formas de entender el concepto de soberanía. Por ello, quienes escribimos estas líneas creemos firmemente que, con pragmatismo, creatividad, voluntad política y buena fe, nuestros gobernantes -sean los actuales o los que vayan a venir- podrán resolver este problema de una vez y para siempre.

domingo, 11 de marzo de 2018

La demanda marítima más allá de La Haya

Lo más importante y necesario en estos momentos es contar con una estrategia que nos permita afrontar el fallo de la CIJ, sea cual fuere su tenor.

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Bandera del Litoral. Fuente: Los Tiempos
Por: Andrés Guzmán Escobari

El mes de marzo de 2018 comenzó con grandes expectativas en Bolivia respecto a lo que ocurrirá con nuestra demanda marítima en La Haya, donde una nutrida delegación boliviana, compuesta por las más altas autoridades del país – actuales y del pasado reciente –, asistirá a las audiencias orales del caso registrado en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) como “Obligación de negociar un acceso al Océano Pacífico. Bolivia v. Chile”.

Las expectativas son grandes no sólo porque se trata de un tema de altísima importancia para el país, sino también porque lamentablemente se han creado falsas esperanzas en el pueblo boliviano respecto a lo que podría dictaminar la Corte.

Ciertamente, debido a que algunas autoridades han dicho que “estamos por primera vez muy cerca de volver al Pacífico con soberanía” y “esperamos que [esta historia] termine con un fallo justo, certero y correcto que nos devuelva a los bolivianos nuestro derecho de ser un país con un acceso soberano al mar…”; muchas personas que no conocen los pormenores del caso creen sinceramente que la CIJ puede obligar a Chile a cederle a nuestro país una salida soberana al Océano Pacífico o que ese tribunal puede reconocer la existencia de un derecho al mar para Bolivia, lo que en realidad no es cierto ni tampoco posible.

De acuerdo a lo que hemos solicitado en nuestra demanda y a las facultades que tiene la CIJ, lo máximo que podemos esperar, en el mejor de los casos, es que ese alto tribunal falle y declare que Chile tiene la obligación de negociar de buena fe un acuerdo que le dé a Bolivia un acceso plenamente soberano al Océano Pacífico. Lo cual si bien representaría un gran avance, inédito en la amarga historia que hemos vivido los bolivianos en este tema, plagada de frustraciones, burlas y promesas incumplidas; es altamente discutible que estemos más cerca del mar que nunca si consideramos que en 1895, 1920, 1926, 1950, 1961 y 1975 Chile se comprometió o prometió negociar soberanía.

Por otra parte, tampoco podemos esperar que la CIJ nos devuelva nuestro derecho a ser un país marítimo porque sencillamente no hemos pedido eso. De hecho, después de que Chile intentó cuestionar el objeto de nuestra demanda en su objeción preliminar de competencia, aduciendo que Bolivia estaría buscando que se le reconozca un supuesto derecho a poseer un acceso soberano al mar de manera encubierta; la Corte tuvo que aclarar en su fallo (par. 32) que la demanda boliviana no solicita ese reconocimiento y que si bien puede suponerse que el acceso soberano al mar es el objetivo último de Bolivia, es necesario distinguir entre ese objetivo y la controversia presentada a la Corte que versa únicamente sobre la existencia de una obligación de negociar un acceso soberano al mar y el deber que tiene Chile de cumplir con esa obligación.

Con esto no quiero decir que la demanda haya sido un error, todo lo contrario, creo que es lo mejor que pudimos haber hecho dadas las circunstancias que nos tocó vivir después de que el gobierno chileno de Sebastián Piñera interrumpió las negociaciones de la Agenda de 13 puntos a finales de 2010, que habían sido iniciadas auspiciosamente durante la primera administración de Michel Bachelet. Pero también considero que es importante ser claros en esto, el fallo no nos devolverá el mar, sólo podría contribuir a que lo recuperemos mediante una negociación y el éxito de esa posible negociación dependerá única y exclusivamente de las partes.

Esto es importante aclararlo y sería bueno que también lo aclaren nuestras autoridades, para evitarles una nueva frustración a todos esos bolivianos que están esperando más de lo que podemos lograr en este juicio y para iniciar además un proceso de socialización y debate, en el que nos preparemos como sociedad para los posibles escenarios que se abrirán después del fallo de la CIJ.
Si la Corte falla a favor de Bolivia, entonces será imprescindible contar con un consenso generalizado entre bolivianos respecto a qué queremos, qué entendemos por “acceso soberano” y lo más importante y difícil de todo: qué estaríamos dispuestos a dar para obtener lo que estamos buscando.

La definición de estos temas entre los bolivianos les daría a nuestros gobernantes y futuros posibles negociadores una idea más clara de qué debemos pedir en esa posible negociación y qué podemos ofrecer. En este punto, es también una realidad no atribuible al actual gobierno, que muchos bolivianos esperan un resarcimiento total de parte de Chile, en el que se compense, redima y remedie el daño infligido a Bolivia a partir de 1879. Lo cual, si bien es absolutamente comprensible y legítimo, no resulta realista ni conveniente considerando nuestra realidad en términos de poder relativo frente Chile y las posibilidades que ofrece el derecho internacional a países como el nuestro para resolver este tipo de injusticias.

Por eso es necesario flexibilizar esas viejas posturas que exigen un resarcimiento total y que no quieren que Chile obtenga más beneficios de un acuerdo con Bolivia, porque lo único que hacen es perpetuar nuestro encierro geográfico.

Pero volviendo al manejo político del asunto, debemos estar conscientes de que llevar a varios personajes políticos a La Haya o coser la bandera más larga del mundo, no nos devolverán el mar. Lo que verdaderamente podría ayudar es la elaboración de una estrategia diplomática para lo que vaya a venir, que incluya las conclusiones de ese debate interno que se requiere hacer entre bolivianos, que considere las teorías de la negociación y que priorice a nuestros intereses nacionales por encima de los nacionalismos y las ideologías.

Con esto tampoco estoy diciendo que está mal que se conforme una gran comitiva para las audiencias orales o que se confeccione una gran bandera de nuestra Fuerza Naval, al contrario, esas iniciativas promueven la unidad entre bolivianos y hacen que nuestra causa se fortalezca y se conozca más en el mundo. Pero lo más importante y necesario en estos momentos, valga repetirlo, es contar con una estrategia que nos permita afrontar el fallo de la CIJ, sea cual fuere su tenor. 

Finalmente, cabe señalar que es totalmente legítimo que un gobierno aproveche los réditos políticos de una gestión emprendida por cuenta propia, más aún si se trata de una medida que nadie más se atrevió a tomar en el pasado; pero cuando ese aprovechamiento sobrepasa el límite de la realidad y genera falsas expectativas, pierde gran parte de su legitimidad y se convierte en una bomba de tiempo para sus promotores. 

lunes, 5 de marzo de 2018

Preparativos para la fase oral del juicio sobre la demanda marítima

A pocos días de iniciarse la fase oral del proceso registrado en la Corte Internacional de Justicia como "Obligación de negociar un acceso al Océano Pacífico. Bolivia v. Chile", el gobierno de La Paz anunció una serie de actividades que se llevarán a cabo para mostrar la unidad y el interés de los bolivianos en este tema, entre las cuales destacan la conformación de una nutrida y variopinta comitiva que asistirá a las audiencias orales y la confección de la bandera más larga del mundo, en apoyo a la causa marítima.

Al respecto tuve la oportunidad de participar en la siguiente entrevista conducida por Priscila Quiroga.

En A Todo Pulmón de Cadena A, 02/03/2018