Durante el 2023 la democracia retrocederá y la autocracia avanzará en todo el mundo, tal como ha venido sucediendo en los últimos años como consecuencia del populismo, los extremismos ideológicos, la desinformación y la polarización. Elementos que son utilizados por los regímenes híbridos o abiertamente autoritarios para aumentar su poderío en detrimento de los derechos humanos y las libertades individuales.
Así lo develan los estudios sobre la calidad de la democracia, que se realizan anualmente en base a indicadores como los procesos electorales, el funcionamiento del gobierno, la participación política, la cultura democrática y las libertades civiles. De hecho, según The Economist, más de la mitad de la población mundial vive actualmente bajo algún tipo de régimen autoritario y sólo el 6,4% disfruta de una democracia plena (21 países). En esa misma línea, el instituto V-Dem señala que en 2022, el mundo experimentó los niveles más bajos de democracia en treinta años, con solo 15 países que mejoraron sus indicadores democráticos, 33 que los empeoraron y cerca de 100 que se mantuvieron igual.
Sobre esta tendencia, el instituto Idea Internacional afirma que el deterioro de la democracia se ha profundizado aún más en los últimos años, debido a la pandemia del covid-19 y a la guerra de Rusia en Ucrania. En efecto, el malestar que han generado los confinamientos forzosos y otras medidas para contrarrestar los efectos del covid-19, así como la incertidumbre que provoca la guerra ruso-ucraniana, por la inflación y la disrupción de las cadenas de suministro; han contribuido a profundizar el deterioro del orden democrático en varios países, incluyendo las democracias más avanzadas.
Las democracias occidentales más emblemáticas, como la de Estados Unidos, han sufrido un anquilosamiento de su sistema de gobernanza, que no ha podido evolucionar hacia un punto que genere mayor confianza; situación que sumada a la recesión económica y a la polarización ideológica, generaron un peligroso descontento social que tiende a estrellarse contra las instituciones democráticas. Mientras que, por el otro lado, las autocracias orientales, como la de China, aunque siguen siendo mal calificadas por los rankings de gobernabilidad, han mostrado una gran capacidad para mantener la estabilidad política y el crecimiento económico dentro de sus fronteras (aunque menos que antes de la pandemia). Lo que, en términos propagandísticos permite posicionar al modelo autocrático como un referente para los países del Sur Global, que no han encontrado en la democracia una solución a sus problemas económicos y de gobernabilidad, pero también para aquellos países cuyos gobernantes pretenden perpetuarse en el poder.
Pese a esta realidad, la guerra de Rusia en Ucrania no parece estar cerca de su fin y muy por el contrario parece que se agravará aún más con los cientos de miles de reservistas rusos que pronto ingresarán al campo de batalla y con la impresionante dotación de armamento pesado que Ucrania está recibiendo de Occidente. Con esas condiciones no queda mucho margen para el optimismo, solo podemos augurar un 2023 con más guerra y menos democracia.