Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en Guayoyo en Letras
Desde que Bolivia perdió su cualidad maritima como consecuencia de la guerra iniciada por Chile en 1879, sus gobiernos han intentado recupérala en numerosas oportunidades y de varias maneras, aplicando diferentes estrategias que por sus características pueden ser clasificadas en dos grupos: las de corte “reivindicacionista” y las de carácter “practisista”. Posturas que, a pesar de ser completamente contradictorias, actualmente están siendo combinadas en la novedosa estrategia que ensaya el gobierno de Evo Morales para recuperar el acceso soberano de Bolivia al mar.
Publicado en Guayoyo en Letras
Desde que Bolivia perdió su cualidad maritima como consecuencia de la guerra iniciada por Chile en 1879, sus gobiernos han intentado recupérala en numerosas oportunidades y de varias maneras, aplicando diferentes estrategias que por sus características pueden ser clasificadas en dos grupos: las de corte “reivindicacionista” y las de carácter “practisista”. Posturas que, a pesar de ser completamente contradictorias, actualmente están siendo combinadas en la novedosa estrategia que ensaya el gobierno de Evo Morales para recuperar el acceso soberano de Bolivia al mar.
La “tesis reivindicacionista” es una tendencia fundada en preceptos nacionalistas que sólo admite que la reintegración marítima boliviana se realice a través de la recuperación de los territorios perdidos en favor de Chile en 1879, para lo cual es necesario revisar el Tratado de 1904 que dejó a Bolivia jurídicamente enclaustrada. Esta postura, adquirió un importante impulso cuando a finales de la Primera Guerra Mundial, el Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, estableció las bases de un nuevo ordenamiento mundial a partir de 14 puntos, que proponían, entre otras cosas, la devolución de ciertos territorios que habían sido ocupados durante la guerra y la necesidad de dotar de un acceso al mar a países como Polonia y Serbia, que lo habían perdido en aquella conflagración.
Las propuestas de Wilson fueron interpretadas por los reivindicasionistas bolivianos, agrupados en el partido republicano, como una inmejorable oportunidad para demandar ante la Liga de las Naciones, la revisión del Tratado de 1904, lo cual finalmente se hizo cuando éstos llegaron al poder en 1920. En aquella ocasión, la demanda de Bolivia fue declarada inadmisible por la Comisión de juristas encargada de atender el caso porque, como es sabido, los tratados sólo pueden ser modificados por las partes signatarias y no así por un tribunal internacional.
La “tesis practisista”, en cambio, es una corriente fundada en conceptos pragmáticos y realistas que admite la posibilidad de resolver este asunto mediante la obtención de territorios que no fueron parte de Bolivia en el pasado, porque así se evita tener que modificar el Tratado de 1904, y principalmente, porque no es necesario interrumpir la continuidad del territorio chileno, lo cual, como era de esperar, ha sido siempre rechazado por Chile. A lo largo de la historia, la gran mayoría de las aproximaciones boliviano – chilenas para solucionar el problema capital de Bolivia, se han basado en esta postura, las más relevantes fueron las tratativas que produjeron los Tratados de 1895, el Acta Protocolizada de 1920, la propuesta Kellogg de 1927, las Notas de 1950, el Acta de Charaña de 1975 y el enfoque fresco de 1987. No obstante, como es evidente, ninguna de estas tentativas tuvo éxito.
Hoy, después de más de un siglo de intentos fallidos en los que se aplicó diferentes estrategias en base a una de estas dos corrientes, el gobierno de Evo Morales ensaya una gestión diplomática sin precedentes, pues por primera vez en la historia se negocia directamente con Chile una solución al problema marítimo, siguiendo premisas practisistas; y al mismo tiempo, se mantiene un discurso de corte reivindicacionista. Política que aumenta su carácter inusitado si se considera que además se ha suscrito con Perú, una Declaración en la que este último se compromete a no obstaculizar un posible acuerdo boliviano - chileno “sobre el acceso al mar de Bolivia, en conformidad a las disposiciones del Tratado de 1929, y su Protocolo Complementario” (Declaración de Ilo: 19/10/2010).
En efecto, según informó La Tercera el 5 de diciembre pasado, con el gobierno de Michelle Bachelet se llegó a conversar sobre la eventualidad de que Chile transfiera a Bolivia un enclave situado en la región de Tarapacá, que fue parte del Perú hasta 1883, y que con la administración de Sebastián Piñera se estaría considerando la posibilidad de que Chile ceda a Bolivia un corredor sin soberanía al norte de Arica, también peruano hasta 1929; es decir, que se habría avanzado en posibles soluciones de corte practisista. Por otra parte, tanto Evo Morales como su Canciller, David Choquehuanca, han hecho declaraciones de carácter reivindicacionista. Mientras que el Mandatario expresó su deseo por recuperar Atacama, en referencia al desierto de ese nombre que formó parte de Bolivia hasta 1904 y que hoy conforma la región chilena de Antofagasta; el Ministro manifestó que “no se descarta la posibilidad de llevar este asunto a tribunales internacionales”, tal como sucedió en el fallido intento ante la Liga de las Naciones.
Si bien estos pronunciamientos podrían ser considerados como contradictorios o hasta contraproducentes, más parecen estar dirigidos a obtener un resultado en el corto plazo con miras a la oportunidad que se abrirá cuando la Corte Internacional de Justicia de la Haya emita su fallo sobre el caso entre Perú y Chile, que podría darse tan pronto como el 2013. Al respecto, el comentario de Evo Morales acerca de que “los bolivianos no pueden esperar otros cien años para volver al mar”, es otra clara muestra de la premura por alcanzar un acuerdo que permita el reconocimiento de los intereses bolivianos en el nuevo tratado de limites que muy probablemente los contendientes tengan que suscribir para definir su frontera maritima y el punto donde comienza su límite terrestre. En otras palabras, para Bolivia es la gran oportunidad para lograr que se abra el candado de su encierro impuesto por Chile, y cuyas llaves las guarda Perú desde 1929.
Las declaraciones comentadas también demuestran que en esta oportunidad existe un verdadero interés del gobierno chileno por alcanzar una solución a este problema, ya que en el pasado bastó mucho menos que una declaración de corte reivindicacionista para que Chile se desentienda de continuar las negociaciones que había iniciado con Bolivia para resolver el problema de referencia. Interés que, según el autor de estas líneas, se relaciona con el objetivo chileno por liderar el proceso de integración regional para lo cual deberá solucionar previamente, sus problemas vecinales.
Por todo lo dicho, no queda más que esperar que la novedosa estrategia boliviana logre combinar ese interés chileno con el beneplácito peruano, para permitir que Bolivia se reintegre a la vecindad del mundo a través del mar.
Nota: los comentarios vertidos son opinión del autor y no reflejan la postura del gobierno de Bolivia.