martes, 26 de mayo de 2015

La doctrina boliviana del arreglo negociado

Por: Andrés Guzmán Escobari 
Ricardo Jaimes Freyre (1923)
Hace poco, el expresidente Carlos Mesa destacó la importancia que tuvieron los esfuerzos realizados por los diplomáticos bolivianos de otras épocas en la demanda que el gobierno de Evo Morales presentó ante la Corte Internacional de Justicia. Efectivamente, desde el mismo día de la invasión, en 1879, el propósito de recuperar un acceso soberano al mar se convirtió en la cuestión más importante de la política exterior boliviana, y desde entonces ha concentrado la atención no sólo de nuestros gobernantes, sino también de varios intelectuales y académicos bolivianos que, en todos estos años, han diseñado una doctrina, la del arreglo negociado, que se ha consolidado como la estrategia oficial de la reintegración marítima y que es actualmente una política de Estado seria y coherente. 
En efecto, la doctrina del arreglo negociado fue puesta en la práctica por Heriberto Gutiérrez (1892-98), Carlos Gutiérrez (1920), Jaimes Freyre (1923), Alberto Gutiérrez (1926), Alberto Ostria Gutiérrez (1946-51), Hugo Banzer (1975-78 y 2000), Guillermo Gutiérrez (1975-76), Adalberto Violand (1976-77), Javier Murillo (2000) y Evo Morales (2006-2010).
Todos estos hombres construyeron la demanda, porque son quienes le arrancaron a Chile un compromiso de negociar una solución para el tema marítimo boliviano, y por tal motivo les debemos rendir homenaje. No obstante, no podemos olvidar a otros personajes de nuestra historia que a pesar de haberlo intentado, es decir, a pesar de haber planteado al gobierno de Santiago un arreglo negociado, no tuvieron éxito, pues se encontraron con la tozudez secante e incomprensiva del interlocutor.
Hablamos de Mariano Baptista (1882 y 1891), Daniel Sánchez Bustamante (1910), Ismael Montes (1912), Bautista Saavedra (1921), Macario Pinilla (1922), Enrique Peñaranda (1943), Jorge Escobari (1953), Eduardo Arze (1962), José Fellmann (1963), Mario Gutiérrez (1972), José Ortiz (1983), Gustavo Fernández (1984), Guillermo Bedregal (1986), Jorge Siles (1986), Horst Grebe (1997), Carlos Mesa (2004) y Juan Ignacio Siles (2004).
Jorge Escobari Cusicanqui (1953)
Pero, además de los esfuerzos diplomáticos, también es importante reconocer el trabajo de quienes le dieron un marco teórico a la doctrina del arreglo negociado, entre quienes destacan Daniel Sánchez Bustamante (1910 y 1912), Eduardo Diez de Mediana (1923 y 1931) y Alberto Ostria Gutiérrez (1953), que establecieron las bases de una verdadera política de Estado boliviana, todavía vigente, que, en buenas cuentas, señala que Bolivia hará todo cuanto le sea posible por obtener un puerto sobre el océano Pacífico, y para ello, dadas las características y antecedentes del problema, se plantea una negociación con Chile, en la cual ambos países, y de ser necesario también Perú, conforme al Protocolo chileno-peruano de 1929, obtengan beneficios relativamente equitativos.
De hecho, el espíritu de esta doctrina fue transcrito en la Resolución 426 de la Asamblea General de la OEA, aprobada por más de 20 países, en La Paz, en 1979, que consagra al Problema Marítimo Boliviano como "un asunto de interés hemisférico permanente” y que resuelve: "Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente, que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el océano Pacífico. Tales negociaciones deberán tener en cuenta los derechos e intereses de las partes involucradas y podrían considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y, asimismo, tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales”. 
De igual forma, es importante mencionar a quienes contribuyeron a comprender que las promesas incumplidas de Chile pueden generar una obligación exigible no sólo por una lógica moral, sino también jurídica. En esto fue fundamental el aporte de Jorge Escobari Cusicanqui, que ya en 1964 enumeró y analizó críticamente siete compromisos chilenos faltos de cumplimiento que, al cabo de unos años, se convirtieron en "las diez burlas de Chile” (Escobari, 1988); continuaría después con Wálter Guevara Arze, que en 1979 escribió sobre la obligación de negociar que tiene el país del Mapocho, porque con las facilidades de tránsito que otorgan las convenciones multilaterales para los países sin litoral, el Tratado de 1904 ha perdido su razón de ser en cuanto al libre tránsito que le otorga a Bolivia; y sería brillantemente coronada con el trabajo de Ramiro Orías Arredondo, quien el año 2000 escribió por primera vez sobre la idea de recurrir a la justicia internacional para exigir el cumplimiento de las promesas chilenas sobre la base de la teoría de los actos unilaterales.  
Ramiro Orias (2011)
A todos los nombrados se suman otros bolivianos comprometidos con la causa marítima que contribuyeron ya sea aportando a la abundante bibliografía que tiene este tema y/o ocupando un cargo diplomático, como es el caso de Narciso Campero, Severo Fernández, Luis Fernando Guachalla, Luis Espinoza y Saravia, Froilán Zambrana, Sabino Pinilla, Demetrio Canelas, Franz Tamayo, Miguel Mercado, Manuel Elío, Fernando Diez de Medina, Adolfo Costa Du Rels, Hernando Siles, Daniel Salamanca, Roberto Prudencio, Alberto Alipaz, Federico Nielsen, Alberto Crespo, Franz Ruck, Juan José Torres, Juan Siles, Roberto Querejazu, Jorge Sanjinés, Fernando Iturralde, Mario Velarde, Ricardo Anaya, Wálter Montenegro, Édgar Camacho, Mario Rolón, Gonzalo Romero, Jorge Soria Galvarro, Agustín Saavedra, Carlos Iturralde, Carlos Antonio Carrasco, Fernando Salazar, Jorge Gumucio, Rodolfo Becerra de la Roca, Antonio Araníbar, Carlos Trigo, Felipe Tredinick, Fernando Cajías, Fernando Messmer, Armando Loaiza, Ramiro Prudencio y Sergio Alberto Fernández, entre otros. 
Por último, no podríamos dejar de mencionar al agente boliviano ante la CIJ, Eduardo Rodríguez Veltzé, que tuvo una excelente participación en los alegatos orales sobre la objeción de competencia chilena y que nos representa dignamente a todos los bolivianos en ese alto tribunal; y, naturalmente, también aludir al presidente Evo Morales, quien tuvo el coraje y la visión política de presentar la demanda, sentar a Chile en el banquillo del acusado y reponer al tema marítimo boliviano en la agenda de temas pendientes a nivel mundial, lo cual, aun cuando la Corte rechace nuestra solicitud, ya es un gran paso en este largo y difícil camino hacia el mar.

4 comentarios:

  1. Cuál es tu análisis de las preguntas que la Corte formuló y las no-respuestas de Bolivia??

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    1. Bolivia no respondió para interesar a los jueces en los méritos de caso y porque ambos preguntas están relacionadas con el proceso de fondo y no con la objeción preliminar de competencia presentada por Chile.

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  2. Andrés Guzmán siempre intenta posicionar a Bolivia en un plano de superioridad y éxito de sus trasnochadas tesis marítimas como quedó absolutamente demostrado por el alto tribunal de la CIJ, y se enorgullece de manera precipitada y torpe cuándo menciona que " Bolivia sentó a Chile en el banquillo de los acusados", lo cierto es que fue Bolivia la que quedó sentada en el banquillo de los escasos de criterio e intelectualidad jurídica, pasando al plano de sufrir una gran vergüenza internacional.

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  3. Parece que la pregonada "doctrina boliviana" de un arreglo negociado perdió toda esperanza luego del fallo de La Haya que le cerró todas la puertas a Bolivia.

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