La crítica del FMI al mondelo neolberal es un indicador objetivo de
que dicho modelo pronto llegará a su fin.
La historia del
pensamiento económico es una rama de la economía que estudia el nacimiento,
evolución y fin de los paradigmas teóricos que han sido utilizados a lo largo
del tiempo para mejorar la distribución de los recursos escasos de una sociedad
y para promover el crecimiento y desarrollo económico de las naciones.
Así, desde que el
mercantilismo y la fisiocracia fueron adoptados como los paradigmas dominantes
a principios de la edad moderna (s. XVII) por los jóvenes Estados-Nación
europeos, muchos otros movimientos teóricos han predominado en las políticas
económicas a lo largo de la historia. Entre los más importantes destacan los
clásicos (liberales), neoclásicos, marxistas, keynesianos, monetaristas y, en
nuestros días, los neoliberales (para muchos una variación de la escuela
monetarista), que han conseguido imponer su visión como en el paradigma económico
más importante de las últimas tres décadas.
En efecto, desde que
los gobiernos de Margaret Thatcher en Reino Unido y Ronald Reagan en Estados
Unidos, aplicaran políticas de apertura y desregulación de mercados, y las
combinaran con una reducción del aparato estatal al mínimo (dejando en manos de
los privados buena parte de los servicios públicos), muchos otros países de
todo el mundo adoptaron medidas similares que han marcado el surgimiento del referido
paradigma neoliberal.
Margaret Thatcher y Ronald Reaga. Fuente: The Guardian |
A principios de los
años 90, tras la caída del muro de Berlín y la consiguiente desintegración de
la Unión Soviética, que supuso el fracaso del modelo comunista que había
propugnado Moscú desde 1917; Estados Unidos, como vencedor de la guerra fría, se
concentró en expandir su modelo capitalista de corte neoliberal en todo el mundo.
Para hacerlo en América Latina, diseñó un paquete de diez medidas de política
económica conocido como el “Consenso de Washington”, que fue elaborado por John
Williamson en base a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional
(FMI), el Banco Mundial (BM) y el Departamento del Tesoro estadounidense.
Bajo esas consignas,
basadas principalmente en que los mercados se corrigen a sí mismos y que los
esfuerzos de los gobiernos deben concentrarse únicamente en el control de la
inflación; todos los países de la región - excepto Cuba -, aplicaron políticas
neoliberales con resultados muy negativos en la mayoría de los casos: aumento
de los déficits fiscales, altas las tasas de desempleo, y sobre todo, un
sostenido incremento de la desigualdad e inequidad de los ingresos.
Por ese motivo, los países
más escarmentados empezaron a elegir gobiernos de izquierda desde finales del
siglo XX y los otros, con algunos matices de la socialdemocracia, decidieron
continuar por el camino de la derecha neoliberal.
Así, el modelo neoliberal, que según Joseph Stiglitz ha sido
ideado para favorecer a determinados intereses y no al conjunto de la sociedad,
pues nunca ha estado respaldado por la teoría económica ni por la experiencia
histórica; ha sido defendido por sus propulsores con sendas explicaciones que,
entre otras cosas, acusan a los responsables de su implementación de no haber
seguido cabalmente las recetas de la política neoliberal (en términos de
liberización y austeridad), y de haber contaminado los procesos de
privatización (“capitalización” en Bolivia) con clientelismo y corrupción.
Pero si bien no podemos negar que esto último es cierto, los
defensores del modelo neoliberal tampoco han podido explicar por qué tampoco se
consiguió aumentar la productividad y disminuir las tasas de desempleo de los
países en que se aplicó el modelo, tal como se tenía previsto.
No
obstante, a pesar de que tradicionalmente las explicaciones de los defensores
del neoliberalismo han resultado insatisfactorias o al menos insuficientes, a
finales de mayo, el FMI reconoció por primera vez las falencias de la agenda
neoliberal en un artículo (clic aquí para ver el artículo) publicado en su página web, titulado Neoliberalismo:¿Sobrevendido? (Neoliberalism: oversold?), que destaca tres conclusiones inquietantes: “1) los beneficios en términos de
aumento del crecimiento parecen difíciles de establecer cuando se considera a un
grupo grande de países; 2) el costo en términos de aumento de la inequidad es
prominente; y 3) el aumento de la inequidad a su vez, daña el nivel de
crecimiento sostenible. Incluso si el crecimiento es el único propósito de la
agenda neoliberal, los defensores de dicha agenda aun necesitan poner atención en
los efectos distributivos”.
Estas
afirmaciones, que por primera vez se enfocan en la causa de los problemas económicos
y no en sus síntomas, como lo había venido haciendo el FMI en otras
publicaciones, fueron duramente criticadas por algunos de los tradicionales
defensores del modelo neoliberal. El diario británico Financial Times, reaccionó señalando que “El ataque contra el
neoliberalismo es peligroso. Se da aire a los regímenes opresores de todo el
mundo que también se posicionan radicalmente contra el liberalismo, y someten a
sus poblaciones a una política económica ineficiente y a la desigualdad extrema
usando todo el poder del Estado” (clic aquí para leer el artículo). Por su parte, la revista norteamericana Forbes (clic aquí para ver el artículo), aseguró que “el FMI no ha
rechazado ni el neoliberalismo ni la austeridad, sólo los ha examinado”. Según
esa publicación, el FMI “ha señalado que ciertos aspectos de la política económica
de las últimas décadas no han funcionado tal cual como se había deseado y
posiblemente se requiere un pequeño replanteamiento. Sin embargo, la
orientación general de la política ha tenido efectos muy beneficiosos”.
No
obstante, a pesar de estos últimos comentarios y teniendo en cuenta que siempre
habrá quienes no lo quieran admitir, lo señalado por el FMI es un
reconocimiento explícito, valiente y honesto, de que el modelo neoliberal tiene
serias falencias, principalmente en cuanto a la redistribución equitativa de la
riqueza, y es por tanto, un indicador objetivo de que dicho modelo pronto
llegará a su fin.
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