sábado, 24 de diciembre de 2011

Chile invita a Evo

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón

Con el propósito de evitar que Bolivia recurra a tribunales internacionales para demandar a Chile, los diputados chilenos, Mónica Zalaquett (UDI) y José Manuel Edwards (RN), anunciaron su intención de invitar al Presidente Evo Morales para que visite Arica e inspeccione personalmente los avances de las obras que Chile realiza para mejorar la carretera Tambo Quemado-Arica (CH11) y rehabilitar el ferrocarril Arica-La Paz (tramo Arica-Visviri). Según informó La Tercera, esta iniciativa se produjo como una reacción a las críticas de Morales al Tratado 1904, del cual dijo que es injusto, impuesto por la fuerza e incumplido por parte de Chile.
"Chile esta haciendo lo que puede y esperamos que así lo vea el presidente Evo Morales, a quien invitamos no como parlamentarios de la coalición gobernante sino como del Estado chileno", dijo Edwards.
Esta invitación del Estado chileno es un claro ejemplo del por qué las políticas de Bolivia y Chile no coinciden. Ahora que Bolivia exige el cumplimiento del tratado y amenaza con judicializar el tema, Chile empieza a reparar sus carreteras y a rehabilitar el tren que debería unir a Arica con La Paz; cuando el Tratado de 1904, la Convención sobre el ferrocarril de 1905 y las Convenciones sobre tránsito de 1912 y 1937, establecen que Chile debe garantizar las facilidades de libre tránsito y el funcionamiento del ferrocarril de manera permanente y perpetua.
Es por tanto muy difícil que la invitación chilena logre evitar la demanda boliviana o que consiga callar los reclamos respecto a las transgresiones que Chile comente a los acuerdos mencionados. Primero porque la rehabilitación del ferrocarril no es una concesión graciosa, sino una obligación de Chile y porque las peores trabas al libre tránsito no se encuentran en la carretera CH11, sino en los puertos de Arica y  Antofagasta, donde las empresas privadas que los administran, en flagrante violación a los convenios bilaterales, han estado incrementando los precios de sus servicios arbitrariamente, han estado cobrando por almacenaje a las mercancías con destino a Bolivia que permanecen en aduanas chilenas menos de un año y han ocasionado un mayor número de interrupciones en los servicios portuarios debido a las constantes huelgas de sus propios trabajadores que exigen una mejor administración.
Si bien la situación de Bolivia mejora con la reparación de la carretera y la rehabilitación del ferrocarril, es el gobierno de Chile el que debe responder por el perjuicio que le causó a Bolivia la paralización del ferrocarril por casi una década y los inconvenientes que las empresas que administran los puertos de Arica y Antofagasta están generando al comercio boliviano. Por otra parte, es importante que Chile cumpla sus compromisos en todo momento y no sólo cuando Bolivia reclama.   

martes, 6 de diciembre de 2011

Mejor reactivos nomás...

Por: Fernando Salazar Paredes

Siempre, con este y anteriores gobiernos, he criticado que nuestra política exterior, en general, era reactiva, exhortando a que sea pro-activa. La actual política exterior es, ciertamente, pro-activa, pero a contramano… Tres temas dan la pauta:
Ha conseguido lo que nadie antes había logrado: un aislamiento perjudicial en los organismos internacionales que se refleja en una falta de apoyo a nuestra causa marítima. La soledad boliviana en OEA y ONU es más que evidente.
Ha hecho grandes esfuerzos para solucionar el caso de las aguas del Silala… a favor de Chile. Todo lo que se logró, durante décadas, para fortalecer una posición boliviana con relación a la propiedad de esas aguas se fue por la borda por falta de idoneidad del negociador boliviano que, posteriormente, fue despedido, después de haber causado daño a los intereses del país.
Finalmente, se ha decidido transitar –sin medir las consecuencias– de una política exterior reintegracionista a una política reivindicacionista y anunciar, con bombos y platillos, el inicio de acciones ante tribunales internacionales. Aun no se sabe ante cuál foro internacional, ni se cuenta con especialistas para el efecto. aSe corre, eso sí, el riesgo de sepultar jurídica y definitivamente la posibilidad de un retorno al Pacífico.
Los impromptus y circunloquios de nuestro Presidente en el tema marítimo revelan falta de meditación, asesoramiento y coordinación en lo fundamental de nuestra política exterior. Se impone un mínimo de sindéresis.
La cereza que corona este agrio postre es lo que pomposamente se llama Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima. Es el trono de los todólogos, donde los especialistas brillan por su ausencia. Solo basta mirar el currículo del peruano Allan Wagner o del chileno Alberto Van Clavaren y compararlos con el del Dr. Lanchipa para predecir hacia dónde estamos encaminados. En materia internacional no se puede improvisar, ni actuar con frivolidad.  Tampoco se aprende de la noche a la mañana o por osmosis. Una pro-actividad de este tipo nos hace mas daño que una reactividad a la que estábamos acostumbrados.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Más enclaustrados que nunca

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón (Parte I y Parte II) y en Guayoyo en Letras

Considerando que el Tratado de 1904 y sus acuerdos complementarios son el principal respaldo jurídico del dominio de Chile sobre el litoral boliviano y sabiendo que el enclaustramiento de Bolivia genera cada cierto tiempo fricciones diplomáticas que evidentemente irritan a las autoridades chilenas; cualquiera pensaría que Chile cumple cuidadosamente los compromisos asumidos mediante dichos convenios, sin embargo, en la práctica, ocurre todo lo contrario. 
Primeramente cabe recordar que las principales compensaciones que Chile otorgó a Bolivia para atenuar el problema que le causó al arrebatarle su único acceso al mar, fueron el ferrocarril Arica-La Paz y un derecho de libre tránsito. Pero como el ferrocarril no funciona desde hace varios años y el libre tránsito está siendo vulnerado de diversas formas por el gobierno chileno y las empresas privadas que administran los puertos de Arica y Antofagasta; los bolivianos nos encontramos más enclaustrados que nunca.
De acuerdo a lo convenido en el Tratado de 1904 y en la Convención para la Construcción y Explotación del Ferrocarril Arica–La Paz de 1905, Chile construyó la vía férrea, la puso en funcionamiento a partir de 1913 y en 1928 traspasó a Bolivia la sección Charaña–La Paz. Dicha sección fue administrada hasta 1996 por la estatal boliviana de ferrocarriles (ENFE), cuando, como resultado de la capitalización, fue traspasada a una empresa chilena del Grupo Luksic. Un año después, el tramo Arica–Visviri, que había sido administrado hasta ese entonces por el Estado chileno, fue entregado en concesión a la empresa chilena AFCALP.
Así, con el total de la vía en manos de privados chilenos se creyó que el servicio mejoraría y estaría permanentemente garantizado, pero en 2001 las operaciones tuvieron que ser interrumpidas tras una fuerte tormenta que destruyó el puente del río Lluta. A partir de entonces sólo se realizaron algunos viajes hasta que, en noviembre de 2005, la AFCALP se declaró en quiebra y el servicio fue paralizado por completo hasta el día de hoy.
Este hecho no es menos que una flagrante violación por parte de Chile a la Convención de 1905, que establece la obligación de “asegurar a perpetuidad el libre tráfico del ferrocarril” (art.12), y es, asimismo, una inobservancia al propósito con el que fue concebido el Tratado de 1904 en su parte referida a la construcción del ferrocarril (art.3), que indudablemente fue dotar a Bolivia de un medio que le permita acceder efectivamente al mar.
En las últimas reuniones del Mecanismo de Consultas Políticas y del Grupo sobre Libre Tránsito, realizadas en julio de 2010 y en agosto de 2011 respectivamente, los representantes chilenos dijeron que “se espera” concluir los trabajos de rehabilitación a mediados de 2012 y si bien es cierto que se ha estado trabajando en ello; la falta de un compromiso serio por parte de Chile, el transcurso de casi una década de promesas incumplidas del mismo tipo y el congelamiento de la agenda de 13 puntos tras el impase que produjo el anuncio de llevar a instancias internacionales el tema marítimo; son hechos que deben preocupar a nuestras autoridades que, cabe recordar, son las encargadas de exigir a Chile que por lo menos honre sus compromisos y garantice el funcionamiento del ferrocarril que es precisamente la principal compensación que ese país otorgó a Bolivia a cambio de su vasto, rico y único litoral.
En cuanto al derecho de libre tránsito que Chile reconoció a favor de Bolivia por su territorio y puertos, existen algunos hechos que demuestran que esa facilidad no fue garantizada de manera perpetua, tal  como fue acordado bilateralmente. En 1933, Chile obstruyó el paso del material bélico que el ejército boliviano había adquirido para enfrentar la guerra del Chaco, en 1953, las autoridades chilenas detuvieron una carga de insumos destinados a las minas recién nacionalizadas en Bolivia, en 1878, la dictadura chilena dispuso la colocación de minas antipersonales en la frontera que hasta el momento no han sido removidas totalmente y, en 2010, el gobierno de La Moneda permitió el enmallado de un tramo en el límite fronterizo cercano a Pisiga.  
Por otra parte, desde que Chile entregó en concesión los puertos de Antofagasta y Arica a las empresas privadas ATI y EPA, en 2003 y 2004 respectivamente, los servicios de ambos puertos han sido interrumpidos en varias oportunidades y con mayor frecuencia que antes por las constantes huelgas de estibadores que exigen una mejor administración, lo que representa una transgresión a la Convención sobre Tránsito de 1937, en la que Chile se obligó a garantizar el libre tránsito de Bolivia “en todo tiempo y sin excepción” (art.1). 
Otra consecuencia de esas concesiones, que nunca fueron reconocidas por Bolivia, es el constante y exagerado incremento de las tarifas que cobran las empresas concesionarias por sus servicios; y es que las inversiones realizadas por dichas empresas en ambos puertos, están siendo financiadas exclusivamente por los usuarios, que son en su gran mayoría, bolivianos. Al respecto, cabe mencionar que la administradora del puerto de Arica (EPA), anunció su intención de aumentar nuevamente las tarifas y cambiar la modalidad de cobro, que habían sido acordadas con la Administración de Servicios Portuarios-Bolivia en 2009.  
Además, las concesionarias han estado cobrado por el almacenaje de las mercancías en tránsito a Bolivia que permanecen en aduanas chilenas menos de un año, lo cual es una flagrante violación a las Convenciones de 1912 y 1937, que establecen claramente la gratuidad en esos casos (art.12 y art.4 respectivamente).
A estos perjuicios, se suma el cobro que desde hace unos meses aplican las autoridades antinarcóticos de Chile por concepto de “aforos físicos” a las mercancías que provienen de Bolivia. Cuando en realidad, los comerciantes bolivianos no tienen por qué pagar el costo de los controles que Chile realiza en su territorio y menos aun cuando esa medida contradice la Convención de 1937 que al respecto señala: “La exportación de productos bolivianos por puertos chilenos se hará sin más formalidad que la confrontación en el muelle por la Agencia Aduanera respectiva de las marcas números y cantidad de bultos…” (art.5).
Por todos estos motivos, que evidencian que Chile no garantiza la ejecución de las facilidades que deberían servir para atenuar el encierro geográfico de Bolivia, según lo estipulado en el Tratado de 1904 y sus acuerdos complementarios, hoy nos encontramos más enclaustrados que nunca. Es imperioso, por tanto, que nuestras autoridades exijan a Chile el cumplimiento de dichos compromisos, que son al mismo tiempo, las principales compensaciones que recibió Bolivia a cambio de su vasto, rico y único litoral. 

lunes, 26 de septiembre de 2011

La descarada reacción chilena

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón

Continuando la estrategia de denunciar los atropellos que Chile comente contra Bolivia en los foros internacionales para que el gobierno de La Moneda cumpla el compromiso asumido en julio de 2010 de presentar y alcanzar soluciones factibles, útiles y concretas al problema que genera el enclaustramiento boliviano, el Presidente Evo Morales dijo en su discurso ante la 66ª Asamblea General de la ONU que el Tratado de 1904 “no aportó paz ni amistad y ocasionó que por más de un siglo Bolivia no acceda a un puerto soberano”. En la réplica, el Presidente Sebastián Piñera, reiteró una vez más que “entre Chile y Bolivia, no existen asuntos territoriales pendientes” porque, según él, éstos habrían sido resueltos mediante el Tratado de 1904.
No es ninguna sorpresa que Piñera desconozca que existe un tema pendiente entre Bolivia y Chile, pero sí llama la atención que para justificarse asegure que “las facilidades que (Chile) ha otorgado a Bolivia superan ampliamente las previstas en la Convención de Naciones Unidas para Países sin Litoral”, lo cual, es lo mínimo que se puede esperar de Chile, que es precisamente el único responsable del enclaustramiento boliviano. En ese sentido, el gobierno chileno debe entender que dichas facilidades no son concesiones graciosas, sino obligaciones que debe cumplir porque están claramente establecidas en acuerdos multilaterales de los que es parte, como la mencionada Convención para Países sin Litoral de 1965 y la Declaración de Almaty de 2003, y asimismo, en los acuerdos suscritos con Bolivia en 1904, 1912 y 1937.
Si Chile ha ido más allá de las obligaciones establecidas en los acuerdos multilaterales y bilaterales sobre libre tránsito, es porque ha sembrado minas antipersonales en la frontera, ha permitido el reciente enmallado de un tramo en el límite fronterizo y ha delegado a empresas privadas la responsabilidad de garantizar el derecho de libre tránsito otorgado a Bolivia en los puertos de Arica y Antofagasta, lo cual ha generado constantes paros en ambos puertos debido a las huelgas de estibadores que reclaman una mejor administración y el frecuente incremento de los precios de los servicios portuarios que los comerciantes bolivianos deben pagar.
Por si fuera poco, Piñera también dijo que “Chile ha dado pleno y oportuno cumplimiento a todas las cláusulas del Tratado de 1904”, lo cual es una descarada falsedad porque además de las violaciones al derecho de libre tránsito ya mencionadas, Chile incumple de manera flagrante al menos dos acuerdos complementarios al Tratado de 1904: la Convención para la Construcción y Explotación del Ferrocarril Arica–La Paz de 1905, que establece la obligación de “asegurar a perpetuidad el libre tráfico del ferrocarril”, el cual, a pesar de ello, permanece inactivo hace varios años en el lado chileno; y la Convención de Tráfico Comercial de 1912, porque se ha estado cobrando almacenaje a las mercaderías en tránsito a Bolivia que permanecen en aduanas chilenas menos de un año, lo cual, según ese acuerdo, debería ser gratuito.
Por último, en cuanto a las declaraciones del Canciller chileno, Alfredo Moreno, de que la reacción internacional ante el discurso de Evo Morales fue “absolutamente nula”, cabe señalar, por todo lo dicho, que la reacción chilena fue absolutamente descarada.

jueves, 18 de agosto de 2011

¿Espías chilenos?

Por Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón

Considerando que la negociación iniciada en 1950 por los gobiernos de Bolivia y Chile con el propósito de solucionar el problema que genera el enclaustramiento boliviano fue estropeada por una filtración periodística que difundió los detalles de dicha negociación, es necesario evitar que algo así vuelva a ocurrir.

El 13 de agosto pasado, el periódico chileno La Tercera publicó un reportaje titulado "La reunión más tensa de Piñera y Morales", en el que se divulgaron los pormenores de ese encuentro realizado en Lima – Perú, entre ambos Mandatarios y sus respectivos Cancilleres, el último 28 de julio. “La conversación fue relatada a La Tercera por altos personeros diplomáticos” indica el rotativo santiaguino sin especificar nacionalidades ni mucho menos identidades.

Llama la atención que ese prestigioso diario publique una información tan importante y delicada amparándose únicamente en fuentes anónimas, no obstante, la no objeción de ambos gobiernos a lo publicado, podría hacernos creer que existe una intencionalidad oculta o simplemente que todo lo informado es cierto.


Para deducir si se trata de una filtración autorizada, es necesario considerar los intereses de las partes en la reunión y si lo publicado contribuye a la consecución de los mismos. Por un lado, cabe recordar que el gobierno boliviano solicitó el encuentro con el propósito de restablecer las conversaciones sobre el tema marítimo que habían sido suspendidas después de que Chile incumpliera los compromisos asumidos en el marco de la agenda de los 13 puntos. Por otra parte, Chile acudió al encuentro con la intención de dar muestras de que continúa abierto al diálogo pese a la amenaza boliviana de judicializar el tema. Teniendo en cuenta que, de acuerdo a lo informado, no se avanzó en el tema marítimo debido a la rigidez de las posturas y, sobre todo, al tenso ambiente en que se produjo el encuentro, enrarecido por los hechos comentados y otros atribuidos a militares bolivianos y a policías chilenos; el gobierno de Chile parece ser el principal sospechoso de propiciar la filtración.

No es la primera vez que La Tercera procede de esta forma, el 5 de diciembre de 2010 publicó una llamativa noticia que curiosamente y pese a su importancia, tampoco señalaba la fuente de la cual extrajo su información, el encabezado decía “Piñera frenó oferta de Bachelet de enclave a Bolivia antes de asumir. Tres expertos bolivianos viajaron a la Región de Tarapacá en 2009 para inspeccionar un enclave ofrecido por el gobierno de Bachelet. Se llegó a construir mapas al sur de la Quebrada de Camarones y en febrero pasado se preparaba la firma de un acta. El plan fue rechazado por Piñera, quien es más partidario de otorgar un corredor sin soberanía por el norte del río Lluta".

En esa oportunidad, las únicas referencias al origen de la información fueron: “señalan fuentes del gobierno de la época” y “asegura una fuente de la Cancillería chilena que conoció de estas conversaciones”.

Por lo dicho, más allá de la suposición de que las filtraciones hayan contado con el asentimiento de La Moneda, queda claro que el gobierno boliviano no puede permitir que un trascendido extra oficial de este tipo, obtenido mediante espionaje, vuelva a poner en riesgo la consecución de nuestro objetivo de reintegración marítima.

domingo, 17 de julio de 2011

Chile, el Quisquilloso

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón

El pasado 12 de julio, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile expresó su extrema molestia por la nota que Bolivia presentó a la Corte Internacional de Justicia de la Haya para hacerle conocer su posición sobre el litigio peruano-chileno y evitar así que su derecho a recuperar un acceso soberano al mar se vea afectado por el fallo inapelable que ese alto Tribunal emitirá al respecto.

No sorprende el enorme disgusto de Chile, pero sí la agresividad de los términos empleados para manifestarlo, acusando a Bolivia de no tener “derecho alguno para intervenir en el proceso contencioso” y de “atribuir connotaciones jurídicas a planteamientos políticos e interpretaciones antojadizas”, y esto, a pesar de que el gobierno boliviano aclaró en su nota que no tiene un interés de orden jurídico que le permita intervenir como una tercera parte en el litigio.

La quisquillosa reacción de Chile demuestra que no tiene la voluntad política para alcanzar una solución al problema capital de Bolivia pero también deja entrever que su gobierno está consciente que es un asunto que debe ser resuelto, porque como bien saben, la nota de Bolivia no podrá influir en la definición del conflicto chileno-peruano ya que, según el Estatuto de la Corte, los jueces sólo pueden fallar conforme a derecho (art.38), es decir, considerando únicamente los derechos jurídicos de las partes o de un tercero en el conflicto. Por tanto, no le corresponde a Chile censurar ni prohibir el pronuncionamiento boliviano en este asunto, más aún cuando los territorios en disputa son precisamente los que más factiblemente podrían permitir a Bolivia recuperar un acceso soberano al mar.

Si bien, por lo dicho, la nota boliviana no servirá para evitar que el fallo de la Corte afecte, si es que lo hace, a los intereses y derechos de Bolivia a recuperar una salida soberana al mar; al menos sí se podrá evitar que en el futuro Chile utilice el argumento de que el gobierno boliviano no se pronunció cuando chilenos y peruanos definían la pertenencia de los territorios que más factiblemente podrían servir para ese propósito, y desentenderse así de la obligación histórica y moral de devolver a Bolivia su cualidad marítima.

Por otra parte, es necesario reconocer que el gobierno boliviano contribuyó a que Chile reaccione tan airadamente, por haber anunciado que apelará a instancias internacionales para recuperar el acceso soberano de Bolivia al mar, cuando no cuenta con los argumentos jurídicos suficientes para lograr ese propósito. No obstante, aún así, no está bien que el gobierno chileno califique a nuestro derecho de reintegración marítima como “antojadizo”, pues si bien es cierto que con el transcurso del tiempo perdimos los argumentos jurídicos para exigir la devolución de los territorios perdidos en la guerra iniciada por Chile en 1879, nuestros derechos históricos y morales a recuperar una salida soberana al mar están totalmente vigentes y su legitimidad, muchas veces reconocida por los gobiernos chilenos, es incuestionable.

Es cierto que si Bolivia no habría anunciado su riesgosísima intención de judicializar el tema marítimo, el exabrupto de Chile habría sino menos explosivo, no obstante, su quisquillosa reacción, nos hace ver que está en el subconsciente chileno que el encierro de Bolivia no puede ser eterno.  

jueves, 14 de abril de 2011

Violaciones y atropellos de Chile



Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón

Mientras el gobierno boliviano busca, analiza y evalúa los elementos jurídicos que le podrían servir para sustentar la demanda que pretende interponer contra Chile ante tribunales internacionales, resulta oportuno resumir las violaciones de Chile al Tratado de 1904 y otros atropellos cometidos por ese país en contra de la soberanía territorial boliviana.
Chile ha violado varias veces el Tratado de 1904 porque no ha garantizado el cumplimiento continuo del libre tránsito otorgado a Bolivia en ese acuerdo (art.6) y porque no mantiene activo el Ferrocarril Arica–La Paz, que es precisamente, la principal compensación que Bolivia recibió a cambio de su rico y único litoral (art.3).

El libre tránsito de Bolivia por territorio y puertos chilenos ha sido interrumpido y dificultado en numerosas ocasiones. En 1933, en plena guerra del Chaco, Chile impidió el paso del material bélico que Bolivia había adquirido para la contienda, lo cual generó un alto costo en vidas y dinero para los bolivianos, que tuvieron que desviar ese material por puertos peruanos. 

En 1998 y 2003, Chile otorgó en concesión la administración de los puertos de Arica y Antofagasta, delegando así a empresas privadas, la obligación de garantizar el libre tránsito de Bolivia por esos puertos. Este hecho sin precedentes en el derecho internacional, ha generado grandes pérdidas al comercio boliviano debidas a las constantes huelgas de estibadores en ambos puertos.

Asimismo, el sembrado de minas antipersonales en la frontera dispuesto por el gobierno chileno a finales de los 70 y su lento retiro en los últimos años, cuestionan muy seriamente los alcances del derecho de libre tránsito otorgado a Bolivia.

Por otra parte, la paralización del ferrocarril Arica–La Paz no es menos que una flagrante violación a la Convención suscrita por ambos países el 27 de junio de 1905, que establece la obligación de mantener el tráfico perpetuo de esa línea férrea y es asimismo una inobservancia del propósito con el cual se concibió el Tratado de 1904, en su parte referida a la construcción del ferrocarril (art.3), que innegablemente fue la de dotar a Bolivia de un medio que le permita acceder efectivamente al mar.

Además de estas violaciones, Chile ha usufructuado gratuitamente de las aguas bolivianas del Silala desde 1908 y del Lauca desde 1962, lo cual es un grave atropello a los derechos de Bolivia. En el caso de los manantiales del Silala porque Chile canalizó hacia su territorio el curso del agua que emana de los acuíferos situados en territorio boliviano y, en el caso del río Lauca, porque Chile decidió desviar el curso de sus aguas que nacen en territorio chileno pero que al ingresar a Bolivia registran volúmenes muy inferiores al 50%, tal como debería ser según la Declaración de Montevideo sobre aguas compartidas, firmada por ambos países en 1933.

Todas estas violaciones y atropellos que se constituyen en los principales argumentos jurídicos que tiene Bolivia para demandar a Chile, pueden servir para exigir el cumplimiento de las obligaciones contenidas en el Tratado de 1904, sus acuerdos complementarios y Convenciones multilaterales que aplican. Sin embargo, en términos legales, estos argumentos no alcanzan para pretender que un Tribunal Internacional obligue a Chile a cedernos soberanía territorial.

Nota: Los comentarios vertidos son opinión del autor y no reflejan la postura del Gobierno de Bolivia.  

domingo, 3 de abril de 2011

Bolivia Vs. Chile: La Demanda de los Chávez

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón

El 20 de octubre de 2004, al cumplirse el centenario de la firma del Tratado que dejó a nuestro país jurídicamente enclaustrado, los hermanos Víctor Hugo y Wilfredo Chávez Serrano, presentaron una propuesta de demanda judicial contra Chile para recuperar el acceso soberano de Bolivia al mar. El entonces Presidente boliviano, Carlos Mesa, a pesar de creer que el ámbito multilateral es un buen camino para llegar al mar, ignoró la referida propuesta o al menos no la incluyó en su política de “gas por mar”. 14 meses después, el día que Evo Morales asumió la presidencia, los hermanos Chávez enviaron su propuesta al flamante Mandatario, quien hasta el momento no la utilizó y salve Dios a Bolivia si decide hacerlo.
La demanda de los Chávez, que en los últimos días ha cobrado mayor actualidad, plantea someter el caso de la controversia que genera el enclaustramiento boliviano al Tribunal Permanente de Arbitraje de la Haya (TPA), basada en alegatos fácilmente rebatibles y planteados en la más insólita subestimación del profesionalismo y astucia de la diplomacia chilena. Entre los cuales destaca el falso argumento de que Bolivia nunca reconoció el dominio de Chile sobre los territorios de Atacama, situados entre los paralelos 23 y 24 de latitud sur; lo cual es una terrible equivocación porque ese reconocimiento fue formalizado mediante el Acta Protocolizada del Tratado de Paz y Amistad, firmada el 15 de noviembre de 1904 y ratificada por ambos países. La cual, en su parte relevante señala:
“… habiendo sido controvertido en ocasiones por el gobierno de Bolivia el criterio con que Chile ha considerado invariablemente la situación de los territorios que se encuentran entre los paralelos 23 y 24 de latitud meridional, consideraba oportuno dejar claramente establecido que el gobierno de Bolivia reconoce el dominio absoluto y perpetuo de Chile en estos últimos territorios desde el mar hasta el actual deslinde con la República Argentina”.
Pero los Chávez, no sólo desconocen la existencia de dicho acuerdo, sino también la nota entregada a la Cancillería boliviana el 12 de febrero de 1879 por el Encargado de Negocios de Chile, Pedro Nolasco Videla, luego de que Bolivia no contestara, en el plazo exigido por Chile, la propuesta de llevar el conflicto al arbitraje de los Estados Unidos. En dicha nota, Chile desconoce unilateralmente el Tratado de límites de 6 de agosto de 1874, que, 132 años más tarde, los Chávez pretenden llevar al TPA de la Haya para que éste determine su vigencia. La nota señala:  
“Roto el tratado de 6 de agosto de 1874, porque Bolivia no ha dado cumplimiento a las obligaciones en él estipuladas, renacen para Chile los derechos que legítimamente hacía valer antes del tratado de 1866 sobre el territorio a que ese tratado se refiere. En consecuencia, el Gobierno de Chile ejercerá todos aquellos actos que estime necesarios para la defensa de sus derechos, y el Excelentísimo Gobierno de Bolivia no debe ver en ellos sino el resultado lógico del rompimiento que ha provocado y de su negativa reiterada para buscar una solución justa e igualmente honrosa para ambos países.”

Y eso no es todo, los Chávez tampoco conocen los documentos que invalidaron el Tratado sobre Transferencia de Territorios de 18 de mayo de 1895, mediante el cual, Chile se comprometió a entregar a Bolivia una salida soberana al mar, es decir, que desconocen los Protocolos de 9 de diciembre de 1895 y de 30 de abril de 1896, que condicionaron la entrada en vigor de dicho Tratado a la aprobación de las reservas que el Congreso boliviano había opuesto a su ratificación, pero, como era de esperar, Chile nunca las aprobó. No obstante, la supuesta vigencia de dicho instrumento es otro de los cuestionables argumentos que esgrimen los Chávez para demandar a Chile.
En conclusión, los Chávez creyeron descubrir que Chile “olvidó” legalizar su dominio sobre los territorios bolivianos que hoy ocupa y que “omitió” anular otros acuerdos que le obligan a darle a Bolivia una salida soberana al mar, y por ello presentaron una propuesta como si nunca antes en la historia de la diplomacia boliviana se hubiese considerado la posibilidad de llevar este asunto a Tribunales internacionales, creyendo que basta saber de leyes y muy poco de historia para diseñar una estrategia de política exterior, con el descaro de ni siquiera revisar la bibliografía básica de la materia, con una irresponsabilidad tan grande e infame que llega a poner en peligro los más caros intereses de Bolivia y lo peor de todo, asumiendo que los chilenos no conocen algunos conceptos básicos del Derecho Internacional. En pocas palabras, la demanda de los Chávez es una muy fidedigna expresión de lo que se entiende por “viveza criolla”. 

Nota: los comentarios vertidos son opinión del autor y no reflejan la postura del gobierno de Bolivia.

lunes, 31 de enero de 2011

La Estrategia de Evo para Recuperar el Mar

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en Guayoyo en Letras 


Desde que Bolivia perdió su cualidad maritima como consecuencia de la guerra iniciada por Chile en 1879, sus gobiernos han intentado recupérala en numerosas oportunidades y de varias maneras, aplicando diferentes estrategias que por sus características pueden ser clasificadas en dos grupos: las de corte “reivindicacionista” y las de carácter “practisista”. Posturas que, a pesar de ser completamente contradictorias, actualmente están siendo combinadas en la novedosa estrategia que ensaya el gobierno de Evo Morales para recuperar el acceso soberano de Bolivia al mar.
La “tesis reivindicacionista” es una tendencia fundada en preceptos nacionalistas que sólo admite que la reintegración marítima boliviana se realice a través de la recuperación de los territorios perdidos en favor de Chile en 1879, para lo cual es necesario revisar el Tratado de 1904 que dejó a Bolivia jurídicamente enclaustrada. Esta postura, adquirió un importante impulso cuando a finales de la Primera Guerra Mundial, el Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, estableció las bases de un nuevo ordenamiento mundial a partir de 14 puntos, que proponían, entre otras cosas, la devolución de ciertos territorios que habían sido ocupados durante la guerra y la necesidad de dotar de un acceso al mar a países como Polonia y Serbia, que lo habían perdido en aquella conflagración.
Las propuestas de Wilson fueron interpretadas por los reivindicasionistas bolivianos, agrupados en el partido republicano, como una inmejorable oportunidad para demandar ante la Liga de las Naciones, la revisión del Tratado de 1904, lo cual finalmente se hizo cuando éstos llegaron al poder en 1920. En aquella ocasión, la demanda de Bolivia fue declarada inadmisible por la Comisión de juristas encargada de atender el caso porque, como es sabido, los tratados sólo pueden ser modificados por las partes signatarias y no así por un tribunal internacional.
La “tesis practisista”, en cambio, es una corriente fundada en conceptos pragmáticos y realistas que admite la posibilidad de resolver este asunto mediante la obtención de territorios que no fueron parte de Bolivia en el pasado, porque así se evita tener que modificar el Tratado de 1904, y principalmente, porque no es necesario interrumpir la continuidad del territorio chileno, lo cual, como era de esperar, ha sido siempre rechazado por Chile. A lo largo de la historia, la gran mayoría de las aproximaciones boliviano chilenas para solucionar el problema capital de Bolivia, se han basado en esta postura, las más relevantes fueron las tratativas que produjeron los Tratados de 1895, el Acta Protocolizada de 1920, la propuesta Kellogg de 1927, las Notas de 1950, el Acta de Charaña de 1975 y el enfoque fresco de 1987. No obstante, como es evidente, ninguna de estas tentativas tuvo éxito.
Hoy, después de más de un siglo de intentos fallidos en los que se aplicó diferentes estrategias en base a una de estas dos corrientes, el gobierno de Evo Morales ensaya una gestión diplomática sin precedentes, pues por primera vez en la historia se negocia directamente con Chile una solución al problema marítimo, siguiendo premisas practisistas; y al mismo tiempo, se mantiene un discurso de corte reivindicacionista. Política que aumenta su carácter inusitado si se considera que además se ha suscrito con Perú, una Declaración en la que este último se compromete a no obstaculizar un posible acuerdo boliviano - chileno “sobre el acceso al mar de Bolivia, en conformidad a las disposiciones del Tratado de 1929, y su Protocolo Complementario” (Declaración de Ilo: 19/10/2010).
En efecto, según informó La Tercera el 5 de diciembre pasado, con el gobierno de Michelle Bachelet se llegó a conversar sobre la eventualidad de que Chile transfiera a Bolivia un enclave situado en la región de Tarapacá, que fue parte del Perú hasta 1883, y que con la administración de Sebastián Piñera se estaría considerando la posibilidad de que Chile ceda a Bolivia un corredor sin soberanía al norte de Arica, también peruano hasta 1929; es decir, que se habría avanzado en posibles soluciones de corte practisista. Por otra parte, tanto Evo Morales como su Canciller, David Choquehuanca, han hecho declaraciones de carácter reivindicacionista. Mientras que el Mandatario expresó su deseo por recuperar Atacama, en referencia al desierto de ese nombre que formó parte de Bolivia hasta 1904 y que hoy conforma la región chilena de Antofagasta; el Ministro manifestó que “no se descarta la posibilidad de llevar este asunto a tribunales internacionales”, tal como sucedió en el fallido intento ante la Liga de las Naciones.
Si bien estos pronunciamientos podrían ser considerados como contradictorios o hasta contraproducentes, más parecen estar dirigidos a obtener un resultado en el corto plazo con miras a la oportunidad que se abrirá cuando la Corte Internacional de Justicia de la Haya emita su fallo sobre el caso entre Perú y Chile, que podría darse tan pronto como el 2013. Al respecto, el comentario de Evo Morales acerca de que “los bolivianos no pueden esperar otros cien años para volver al mar”, es otra clara muestra de la premura por alcanzar un acuerdo que permita el reconocimiento de los intereses bolivianos en el nuevo tratado de limites que muy probablemente los contendientes tengan que suscribir para definir su frontera maritima y el punto donde comienza su límite terrestre. En otras palabras, para Bolivia es la gran oportunidad para lograr que se abra el candado de su encierro impuesto por Chile, y cuyas llaves las guarda Perú desde 1929.
Las declaraciones comentadas también demuestran que en esta oportunidad existe un verdadero interés del gobierno chileno por alcanzar una solución a este problema, ya que en el pasado bastó mucho menos que una declaración de corte reivindicacionista para que Chile se desentienda de continuar las negociaciones que había iniciado con Bolivia para resolver el problema de referencia. Interés que, según el autor de estas líneas, se relaciona con el objetivo chileno por liderar el proceso de integración regional para lo cual deberá solucionar previamente, sus problemas vecinales.
Por todo lo dicho, no queda más que esperar que la novedosa estrategia boliviana logre combinar ese interés chileno con el beneplácito peruano, para permitir que Bolivia se reintegre a la vecindad del mundo a través del mar.  
Nota: los comentarios vertidos son opinión del autor y no reflejan la postura del gobierno de Bolivia. 

martes, 4 de enero de 2011

Noticias Sobre Las Negociaciones Bolivia - Chile

Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en Guayoyo en Letras (Venezuela) 

Hace unos días leí con mucha sorpresa una publicación de Los Tiempos que en referencia a una solución para el problema marítimo boliviano titulaba: “Piñera oficializa corredor por 99 años para Bolivia”. Pero justo antes de recuperarme del alboroto emocional que me causó esa noticia, me di cuenta de que se trataba de una broma por el día de los inocentes.
Algo muy parecido ocurrió en 1950 cuando la revista chilena Ercilla publicó un artículo con el siguiente encabezado: “Chile Ofrece un puerto a Bolivia a 32 Km. de Arica. Plan de alcance histórico y continental; nuestro Gobierno acepta dar salida al mar a los bolivianos: Obtiene en cambio agua de los lagos del altiplano para regar el Norte: USA prestará el dinero”. Pero a diferencia de lo publicado el día de los inocentes, en aquella oportunidad, no se trataba de una broma, sino de un claro intento por torpedear las negociaciones que en ese momento sostenían los gobiernos de La Paz y Santiago para resolver el problema marítimo boliviano. La intención era generar un rechazo generalizado al avance de esas negociaciones mediante la difusión de un supuesto acuerdo que básicamente planteaba un canje de agua dulce por agua salada. El rechazo fue inmediato y contundente, en Bolivia nadie estuvo de acuerdo pues resultaba inadmisible que se piense en utilizar las aguas del lago Titicaca para beneficiar nada menos que a Chile; en Perú, la oposición también fue absoluta, porque la ejecución del acuerdo le habría significado perder importantes recursos hídricos y su frontera con Arica, sin recibir nada a cambio; y hasta en Chile, donde si bien hubo algunos pronunciamientos a favor, la gran mayoría se mostró contraria a ceder parte del territorio que, en palabras proferidas en ese momento, “había costado sangre chilena”.
Nunca se esclareció cuál fue la fuente de Ercilla, ni tampoco se comprobó la veracidad de lo divulgado, lo único cierto es que dicha publicación deterioró irreversiblemente la negociación iniciada en junio de 1950 con el propósito de resolver el problema capital de Bolivia. Pues ni los desmentidos del gobierno boliviano ni el intento de Chile por reactivar las gestiones en 1961, a través de la presentación del Memorándum Trucco, sirvieron para salvar la situación. Las negociaciones languidecieron hasta ser desestimadas completamente en 1962, cuando el desvió unilateral de las aguas del río Lauca ejecutado por Chile, causó la ruptura de las relaciones diplomáticas boliviano – chilenas.
Hoy recobra relevancia la experiencia que dejó la publicación de Ercilla, porque la negociación que actualmente mantienen los gobiernos de Evo Morales y Sebastián Piñera para intentar, una vez más, resolver el problema que genera el enclaustramiento de Bolivia, podría fracasar si un trascendido malintencionado como el comentado saliera a la luz.

Al respecto, cabe señalar que el 5 de diciembre de 2010, La Tercera de Chile publicó una llamativa noticia que curiosamente, y pese a su importancia, no señalaba la fuente de la cual extrajo su información, el encabezado decía: “Piñera frenó oferta de Bachelet de enclave a Bolivia antes de asumir. Tres expertos bolivianos viajaron a la Región de Tarapacá en 2009 para inspeccionar un enclave ofrecido por el gobierno de Bachelet. Se llegó a construir mapas al sur de la Quebrada de Camarones y en febrero pasado se preparaba la firma de un acta. El plan fue rechazado por Piñera, quien es más partidario de otorgar un corredor sin soberanía por el norte del río Lluta”.
Resulta muy extraño que el importante rotativo chileno saque una noticia de tanta monta y sólo se refiera al origen de la información con las siguientes dos frases: “señalan fuentes del gobierno de la época” y “asegura una fuente de la Cancillería chilena que conoció de estas conversaciones”.
Por otra parte, la no objeción de ambos gobiernos a las aseveraciones publicadas por La Tercera, evitó los cuestionamientos sobre la veracidad de las mismas y soslayó las dudas sobre si realmente se llegó tan lejos como se afirma en dicha publicación. Sin embargo, debido a que Chile se había comprometido muy poco antes a “proponer así como alcanzar soluciones concretas, factibles y útiles en la próxima y sucesivas reuniones del Mecanismo de Consultas Políticas”; es posible que el verdadero propósito de la noticia, fue medir cuál podría ser la reacción de la opinión pública ante la propuesta de solución que estaría planteando Piñera, es decir, un corredor sin soberanía al norte de Arica. Aun cuando esto no sea cierto, las reacciones fueron bastante positivas pues a pesar de algunas salvedades, ni en Chile ni en Bolivia se descartó, al menos en primera instancia, la opción que habría planteado el Mandatario chileno. Lo cual incluso permitió seguir avanzando en la Cumbre Presidencial del Mercosur que se llevó a cabo el 17 de diciembre de 2010 en Foz de Iguazú – Brasil, donde se acordó conformar un grupo presidido por los Cancilleres Choquehuanca y Moreno, que estará encargado de tratar el tema marítimo.
Si bien las negociaciones parecen ir por buen camino o, en este caso, por un buen corredor; los negociadores no deben perder de vista que un trascendido malintencionado y bien ejecutado, podría echar por tierra todo lo avanzando tal como sucedió en 1950, más aún en nuestros días cuando el acceso a la información es mucho más amplio y existe una clara evidencia del efecto que pueden tener las filtraciones mediáticas, como las de Wikileaks, sobre las relaciones diplomáticas internacionales. Por tanto, para evitar que una indiscreción informativa lleve al fracaso a las negociaciones que en este momento mantienen los gobiernos de Chile y Bolivia, es preciso mantenerlas en la más absoluta confidencialidad, hasta que se llegue a un acuerdo que pueda ser presentado a la opinión pública de los países involucrados incluyendo, de ser necesario, al Perú.

Nota: los comentarios vertidos son opinión del autor y no reflejan la postura del gobierno de Bolivia.