El libro de Rodrigo Burgoa identifica elementos para negociar con Chile, aplicando la teoría de juegos y la tesis realista de las relaciones internacionales
Por Andrés Guzmán EscobariPublicado en Página SieteLa situación de enclaustramiento geográfico en
la que quedó Bolivia después de la Guerra del Pacífico y el Tratado de 1904, ha
motivado el desarrollo de sendas negociaciones entre los gobiernos de los
países que se vieron involucrados en dicha contienda, sin haber llegado hasta
ahora a buen puerto. En efecto, desde que se inició aquella guerra en 1879
hasta nuestros días, la tónica de las relaciones entre Bolivia, Chile y Perú,
ha estado marcada en gran medida por esas negociaciones, que se iniciaron con
el fin de resolver o al menos atenuar el más que centenario problema marítimo
boliviano.
En ese sentido y muy a pesar de que, en octubre
de 2018, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) determinó que los acuerdos y
promesas que surgieron en esas negociaciones no generaron para Chile una
obligación de negociar un acuerdo que le dé a Bolivia un acceso soberano al
Océano Pacífico, los bolivianos debemos estar preparados para entablar nuevas
negociaciones sobre este tema en cualquier momento.
De hecho, la decisión de la CIJ no es el primer
traspié que sufre la causa marítima boliviana en sus más de 140 años de
existencia, en 1921 la Liga de las Naciones desestimó la demanda que Bolivia
había presentado ante ese organismo para obtener la revisión del Tratado de
1904 y en 1929, Chile y Perú se entendieron en un Protocolo Complementario, que
complicó aún más la solución del entuerto, condicionando la cesión de Tacna y Arica
al “previo acuerdo” de las partes. Pero esos hechos, que en su momento
parecieron haber terminado con el asunto marítimo boliviano para siempre,
fueron superados más tarde cuando se retomaron las negociaciones, pocos meses
después en el primer caso y casi dos décadas más tarde en el segundo.
Considerando esos antecedentes y el hecho de que
la postura oficial del gobierno de Bolivia y de la mayoría de los bolivianos es
mantener el objetivo de recuperar un acceso soberano al mar, lo más probable es
que el tema reflote en el futuro y se reabran las negociaciones.
Ante esa realidad, el libro “El juego inconcluso. El tema pendiente entre
Bolivia y Chile” de Rodrigo Burgoa Terceros (2019), identifica elementos
para entablar negociaciones con Chile, aplicando la teoría de juegos y la tesis
realista de las relaciones internacionales, con el fin de elaborar una
estrategia que nos lleve finalmente a resolver este largo y difícil problema.
Se trata de un ingenioso modelo de análisis,
sacado de las ciencias económicas, que a partir de los pagos que reciben los
jugadores (Bolivia y Chile) por las opciones que escogen, permite interpretar
los resultados que han tenido las negociaciones desarrolladas a lo largo de la
historia.
Con ese propósito, el libro analiza lo ocurrido
durante la firma o desarrollo de: los Tratados de 1895, el Tratado de 1904, la
cuestión de Tacna y Arica, la negociación de 1950, el desvío del río Lauca, la
negociación de Charaña, las resoluciones de la OEA, el Enfoque Fresco, los
nuevos pagos que se dieron en los años 90, la Agenda de 13 puntos y lo sucedido
en La Haya entre 2013 y 2018.
Aunque la aplicación de la teoría de juegos en
el análisis del asunto marítimo no es totalmente novedosa, debido a que el
documento de trabajo: “Modelo de negociación
bilateral – Análisis del diferendo marítimo entre Bolivia y Chile desde la
óptica de teoría de juegos” de Jonnathan Cáceres Santos (2018) marca un
primer antecedente; la implementación del equilibrio bayesiano, como un
ejercicio sucesivo a la implementación del equilibrio de Nash, es sin duda algo
que nunca se había hecho.
Ciertamente, después de aplicar el equilibrio de
Nash para interpretar las estrategias de juego que adoptaron Bolivia y Chile en
las distintas aproximaciones mencionadas, Burgoa utiliza el equilibro bayesiano
en una segunda instancia, cuando los jugadores no tienen información completa
sobre el otro participante, para interpretar sus decisiones que se supone que
son racionales pero también que están basadas en conjeturas y criterios de
consistencia, debido precisamente a la falta de información. Todo ello
explicado gráficamente, mediante esquemas de árbol que expresan las opciones o
decisiones adoptadas.
Otra cosa que cabe destacar de este libro, es
que incluye al Perú en sus proyecciones para una nueva negociación, cosa que
muchos otros trabajos sobre estos temas no consideran, siguiendo la idea
equivocada de que el tema es bilateral, como Chile tantas veces lo ha querido
establecer. De hecho, si el asunto marítimo no es multilateral, como muchas
veces lo ha reconocido la OEA y el Movimiento de Países No Alineados, entonces
es un tema trilateral de acuerdo al Protocolo antes mencionado, que obliga a
obtener el acuerdo previo del Perú en caso de que la solución pase por el norte
de Arica, que es el espacio geográfico que Chile aceptó negociar varias veces y
que es por donde más factiblemente se podría resolver el asunto.
El papel del gobierno peruano no sólo es
preponderante ahora, sino que siempre lo fue. Aunque el análisis histórico del
libro no considera al Perú entre los jugadores que definen el resultado de las
negociaciones, siendo que su rol fue determinante al menos en 1926 y 1976; el
acápite referido a los posibles “pagos” que el país del Rímac podría recibir,
menciona, entre otros, la ampliación de las facilidades de acceso al mercado
brasileño y al océano Atlántico, a través de Puerto Suarez.
Lo único que tal vez se podría criticar del
libro es la poca profundidad del análisis histórico, que si bien examina
prácticamente todos los acercamientos importantes de la historia, no lo hace
con el detalle suficiente como para sustentar las conclusiones a las que
arriba.
No obstante y en definitiva, se trata de un gran
aporte no sólo para comprender mejor la historia y las decisiones que desde una
perspectiva estratégica podrían adoptar las partes en futuras negociaciones,
sino también para que esta vez los bolivianos podamos estar preparados ante lo
que podría ser una nueva negociación sobre el mar.
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