domingo, 5 de noviembre de 2017

Independencia catalana: aventura dentro de un proceso histórico

El internacionalista lee con perspectiva boliviana los graves sucesos que sacuden a España en estos momentos y que hicieron crisis con la intervención de Cataluña.


Por: Fernando Molina

Andrés Guzmán es uno de los más destacados miembros de la nueva camada de internacionalistas bolivianos. Le pedimos que analice la situación catalana con mirada boliviana. 

¿Qué pasó realmente en Cataluña? ¿Se trató de una aventura de los independentistas o es parte de un proceso histórico de largo plazo de rompimiento con el Estado español?

Creo que es un poco de ambos, una aventura independentista en la que (el expresidente de la Generalitat, Carles) Puigdemont, amparado en el apoyo supuestamente mayoritario de los catalanes (varias encuestas señalan que no son la mayoría), intentó romper con el gobierno de Madrid muy a pesar de que no tiene el apoyo de la comunidad internacional ni de ciertas empresas que son clave para el sostenimiento económico de Cataluña.

Pero también es parte de un proceso histórico de rompimiento con España, puesto que hay antecedentes de hostigamiento y maltrato contra el pueblo catalán, que datan del siglo XVIII, cuando el rey Felipe V de Borbón proscribió las instituciones y la lengua catalanas de la administración pública. Lo cual nos permite comprender de dónde viene todo esto.

¿Por qué crees que no se ha logrado cohesionar a las nacionalidades internas que componen el pueblo español? ¿Por qué Francia ha absorbido a todos sus habitantes dentro del concepto "francés”, pero en España cada español –sobre todo en el norte– es antes que nada "catalán”, "gallego” o "vasco”?

Me parece que en Francia se ha desarrollado un mayor sentido de pertenencia e identificación con la nación francesa debido al impacto que tuvieron las ideas liberales de la revolución de 1789, no sólo en el país y en Europa, sino en todo el mundo. Los franceses lograron una mayor cohesión bajo esas ideas que se resumen en el lema "liberté, égalité et fraternité”. Un mensaje sencillo y poderoso que desde el punto de vista del marketing político ayudó a formar una identidad fuerte en torno a lo que representa Francia.  

Sin embargo, no podemos olvidar que en ciertas regiones de Francia también existen grupos que quieren una mayor autonomía y que han visto con simpatía lo ocurrido en Cataluña. Me refiero a Bretaña, Occitania y sobre todo Córcega, donde hay movimientos independistas que en algún momento podrían poner en riesgo la unidad de Francia.  

Las autonomías parecían una respuesta para lograr la coexistencia entre distintos, pero no ha sido así. Las autonomías han exacerbado los nacionalismos, por ejemplo idiomáticos. ¿Qué piensas al respecto?

El sistema autonómico de España, que es un punto intermedio entre un Estado unitario y uno federal, no ha podido contener a los movimientos independentistas porque no ha reconocido las mismas competencias y facultades para todos. Sabemos por ejemplo que las comunidades autónomas del País Vasco y Navarra gozan de una mayor autonomía fiscal que Cataluña. Entonces, no es de extrañar que existan descontentos en Cataluña, que es además la comunidad que más aporta al Estado.

En las discusiones que se han planteado en el último tiempo para reestructurar el sistema autonómico de España se ha tomado el ejemplo del Estado Plurinacional de Bolivia, que reconoce varias naciones con idioma y costumbres propias, dentro de un solo Estado. Me pareció interesante y paradójico, porque sabemos que nuestra Asamblea Constituyente recibió el asesoramiento de expertos españoles en temas autonómicos.

¿Qué te pareció el manejo del conflicto por parte de Rajoy? ¿Quiso "sentar la mano” a los catalanes independentistas? ¿No hubiera sido mejor negociar?

Me pareció muy mal, no sólo porque Rajoy restringió violentamente el derecho que tienen los catalanes a votar, sino sobre todo porque, políticamente, no fue nada positivo para su gobierno que se emitieran las imágenes que se vieron en todo el mundo, de policías reprimiendo duramente al pueblo catalán, incluidos mujeres y ancianos, que sólo querían votar.

Su miedo al resultado del referendo quedó al descubierto.

Puigdemont acudió a Bruselas, pero es imposible que la Unión Europea apoye la independencia. ¿A qué juegan los independentistas a esta altura?

Efectivamente, la Comisión y el Consejo de Europa le han dado la espalda y sus representantes le han pedido que vuelva a la legalidad, calificando a su movimiento de "populismo independentista”.

Pero lo que parece buscar Puigdemont en Bruselas es el apoyo de los grupos independentistas de otros países e incomodar de esa forma a sus respectivos gobiernos. Es el caso del gobierno belga, que tiene en la región de Flandes a un movimiento que no se ha conformado con el sistema federal. De hecho, debido a su llegada, el Primer Ministro de Bélgica ha tenido que aclarar que él no había invitado al "expresident”.

Por otra parte, a estas alturas, la estrategia de los independentistas parece apuntar a darle un carácter plebiscitario a las elecciones catalanas del 21 de diciembre. Puesto que desde Bruselas, Puigdemont ha desafiado al gobierno español a respetar los resultados del 21D, y ha dado a entender que esas elecciones enfrentaran a los independentistas con los del "bloque del 155”, en referencia al artículo de la Constitución española que el gobierno de Rajoy aplicó para destituirlo.    

¿Qué lecciones arroja este suceso para Latinoamérica y Bolivia?

Creo que la principal lección es que los movimientos separatistas la tienen muy difícil, y que no lograrán nada mientras sus pretendidas independencias no se alineen con los intereses de las grandes potencias, como ocurrió por ejemplo con la "independencia” de Kosovo y más recientemente de Crimea.

Para Bolivia creo que es una buena noticia que se haya tomado como ejemplo al sistema del Estado Plurinacional, que es visto como un sistema avanzado y así lo ha hecho notar nuestro gobierno en los comunicados de la Cancillería.

¿Cómo actuó el gobierno boliviano frente a este conflicto?  

Me parece que bien: se adoptó una posición moderada que destaca la conveniencia de adoptar un sistema plurinacional, sin apoyar a ninguna de las dos partes. Eso es positivo, porque no convenía adoptar una postura extrema que nos dejara mal parados ante ciertos países. Esto lo digo porque en estos momentos, Bolivia debe buscar apoyos de la comunidad internacional de cara a lo que vendrá después del juicio por el tema marítimo que tenemos en La Haya.

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