Los Cancilleres de Rusia y Bolivia se reunieron en Caracas el 19/04/2023. Foto: Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia |
Con su agresión militar, anexión territorial y crímenes de guerra, impuestos y acometidos en contra de Ucrania y su población civil; Vladimir Putin ha provocado la mayor indignación y preocupación mundial en lo que va del siglo XXI, tanto por los perniciosos efectos económicos de su “operación militar especial”, como por el riesgo de que ésta detone una conflagración nuclear y/o la Tercera Guerra Mundial.
Por tanto, no sólo las potencias occidentales
han expresado su más enfático repudio, imponiéndole duras sanciones a Rusia;
sino también China e India, que a través de sus respectivos jefes de Estado, le
han transmitido directamente a Putin su preocupación en la última Cumbre de la
Organización de Cooperación de Shanghái. A esos países se suman varios organismos
internacionales; personajes destacados, como el Premio Nobel de la Paz ruso,
Yan Rachinsk; y líderes religiosos, como Desmond Tutu (+), el Dalai Lama y el
Papa Francisco; entre muchos otros que también han manifestado preocupación.
Preocupación mundial que en lugar
de aplacarse, ha crecido por la indefinición del conflicto, que se ha mantenido
sin visos de solución por más de 300 días y no sólo ha ocasionado los efectos
mencionados y la destrucción de una parte de Ucrania, sino también la
constatación de que el ejército ruso no había sido tan eficaz y poderoso como muchos
creíamos.
Ante esta situación de ostracismo,
desamparo y descrédito, Rusia está tratando de recabar el reconocimiento y
aceptación de los gobiernos que aún podrían apoyarla, entre los que está Bolivia,
que es uno de los países que no han condenado su invasión. En efecto, como
parte de la política rusa de búsqueda de respaldos, Putin ha invitado al
presidente Luis Arce a visitar Moscú mediante su canciller, quien notificó a Rogelio
Mayta con dicha invitación el 22 de octubre de 2022 y luego también el 19 de abril de 2024. Más recientemente, durante
el cambio de mando del Brasil, el 1ro de enero, Arce se reunió con la presidente
del Consejo de Rusia (senado), Valentina Matvienko, con la que, sin abordar el
tema de la guerra, acordó fortalecer la cooperación en tecnología, energía,
comercio y educación.
Ahora bien, para tomar una decisión
tan delicada como la de seguir acercándose al agresor de la guerra que más
preocupación está provocando en el mundo, habría que realizar un análisis costo-beneficio;
una evaluación de lo que están haciendo otros gobiernos, que también están
dentro de la órbita rusa; y una prospección de las implicancias geopolíticas de
dicho acercamiento.
Aunque para cumplir con ese objetivo
se requiere mucho más espacio y análisis, en este artículo podemos indicar que entre
Bolivia y Rusia no existen los vínculos comerciales, financieros, ni de ningún
otro tipo – más que algunos proyectos financiados totalmente por Bolivia, como los
centros de medicina nuclear –, que justifiquen una mayor aproximación. Además,
el acercamiento podría entorpecer las relaciones con otros países y organismos
internacionales, con los que sí tenemos fuertes vínculos, no sólo por el hecho
de que estaríamos respaldando al agresor de esta terrible guerra, contrariando la
doctrina internacional boliviana de rechazar todas las invasiones y anexiones
territoriales; sino porque además estaríamos apoyando las ambiciones
imperialistas y colonialistas de un autócrata, también a contrapelo del
discurso del actual gobierno.
Sobre lo que están haciendo otros
gobiernos, cabe considerar que hasta la fecha ninguna de las autoridades invitadas
por Putin ha confirmado su viaje a Moscú, y que desde que comenzó la guerra,
solo los autócratas de Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Cuba y Bielorrusia han estado
en el Kremlin, aunque todos ellos con mucha más vinculación a Rusia que Bolivia.
Por otra parte, a tiempo de definir
a sus potenciales aliados, la cancillería rusa olvidó mencionar a Bolivia,
demostrando que aunque hay un interés de aproximación, éste no es tan marcado como
con otros países. Efectivamente, el pasado 2 de enero, la cancillería rusa tuiteó:
“China, India, Turquía, Argelia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, México, Argentina
y Brasil quieren priorizar sus intereses nacionales ignorando cualquier llamado
a actuar en defensa de los intereses geopolíticos de EEUU. Un nuevo orden
mundial es inevitable”.
Por lo que, además de preguntarnos
si realmente conviene posicionarse del lado del agresor y principal perdedor de
esta guerra, también deberíamos cuestionarnos si vale la pena hacerlo cuando al
parecer, nuestro apoyo ni siquiera será valorado.
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