Por: Andrés Guzmán Escobari
Publicado en La Razón
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El Pacto de Tregua, junto al Tratado de 1904 y sus acuerdos complementarios, conforman un solo régimen jurídico que norma y reglamenta las relaciones entre los dos Estados y que fue impuesto por Chile a Bolivia bajo la amenaza del uso de la fuerza.
Abecor, Fuente: Página Siete. |
El pasado 23 de marzo publiqué un artículo intitulado La Contramemoria de Chile ante la CIJ
que provocó la reacción contraria de algunos historiadores chilenos como
Valentina Verbal, José Miguel Concha y Loreto Correa. La primera, como directa
aludida, respondió con un mesurado artículo publicado por Voces La Tercera, en
el que me denomina como “uno de los principales promotores de la causa
marítima” y que intenta aclarar que el Tratado de 1904 no fue impuesto por
Chile a Bolivia. Los otros dos, un poco más exaltados, hicieron sus críticas en
mi muro de Facebook con y sin argumentos respectivamente.
El que lo hizo con argumentos,
destacó que las elites chilenas ligadas a la minería de la plata en el litoral
boliviano (Melchor Concha y Toro entre ellos), a diferencia de las oligarquías
salitreras anglo-chilenas que también operaban en nuestras costas, se opusieron
a la guerra. Dato que por cierto, no cambia ni refuta lo que señalé en el
artículo de referencia respecto a que los intereses oligárquicos de ingleses y
chilenos, íntimamente relacionados al gobierno de Santiago, jugaron un rol
preponderante en el estallido de la guerra del Pacífico.
Pero dado que esas críticas se refirieron a la parte histórica de mi artículo y no así a los aspectos jurídicos, y dado que dichas críticas se centraron en cómo se firmó el Tratado de 1904 y no en los compromisos que asumió Chile de negociar un acceso soberano al mar para Bolivia, que es lo que verdaderamente se discute en La Haya; en las siguientes líneas intentaré explicar por qué afirmé que nuestro país no suscribió ese tratado libre y espontáneamente.
Primero es importante contextualizar el momento en que se firmó el Tratado. Bolivia se encontraba en una situación muy complicada - tal como lo reconoce José Miguel Concha en publicaciones conjuntas con su colega y compatriota Cristian Garay -, debilitada económica y militarmente tras haber enfrentado al Brasil en una guerra, con serios asuntos de límites pendientes con todos sus demás vecinos (Perú, Argentina, Chile y sobre todo Paraguay), y con un régimen comercial impuesto por Chile mediante el Pacto de Tregua, conocido como el dogal aduanero, que asfixiaba a la economía boliviana y que frenaba su potencial desarrollo. En efecto, dicho Pacto determinó que Bolivia no podía establecer su propias aduanas y debía pagar altas contribuciones en el puerto de Arica, compuestas de aranceles e indemnizaciones a los ciudadanos chilenos que habían sido afectados por las medidas que adoptó el gobierno boliviano durante la contienda.
Sumada a la fuerte presión económica que ejerció Chile sobre Bolivia durante todo el periodo de tregua, en 1904 todavía estaba muy fresco el recuerdo de lo que en 1900 había manifestado el representante chileno ante el gobierno de La Paz, Abraham Köning: “No podemos esperar más. El gobierno y el pueblo de Chile consideran que han esperado con paciencia”. “En tiempo de guerra las fuerzas de Chile se apoderarán del único puerto boliviano con la misma facilidad con que ocuparon todos los puertos del litoral de Bolivia en 1879. Eso no es por vano orgullo porque sabido es de todos los que conocen los recursos de mi país, que su poder ofensivo se ha centuplicado en los últimos veinte años”.
Además de esas amenazas, los gobernantes bolivianos también debieron haberse preocupado cuando supieron que ese mismo año, el representante de Chile en Lima, Ángel Custodio Vicuña, propuso desmembrar a Bolivia a las autoridades peruanas para repartirse su territorio. Lo cual, si bien fue rechazado categóricamente por el Perú, da cuenta de que a principios del siglo XX, los políticos bolivianos tuvieron que tomar decisiones delicadas y de alta trascendencia en un ambiente internacional adverso, agravado por las amenazas impertinentes y las propuestas rastreras que hacía Chile.
Por otra parte, si bien no podemos desconocer que la recuperación de la independencia aduanera y la prosperidad económica que prometía traer consigo el ferrocarril que Chile había ofrecido construir entre nuestro país y el mar a partir de 1882, fueron elementos que le dieron viabilidad política a la decisión de firmar el Tratado de 1904; es también evidente que la difícil situación internacional que atravesaba Bolivia, de la cual se valió Chile, y la fuerte presión económica y diplomática que ejerció ese país sobre el nuestro durante 20 largos años para imponer sus condiciones; demuestran palmariamente que el tratado de paz no fue suscrito libre y espontáneamente por nuestros gobernantes.
Respecto a la supuesta vinculación de ese tratado con el de Transferencia de Territorio de 1895, Verbal asegura: “A diferencia de lo que Guzmán Escobari afirma en un reciente libro, titulado Un mar de promesas incumplidas, el Tratado de 1904 no constituye una continuación del Pacto de Tregua de 1884, firmado en un contexto de guerra reciente, sino de la intransigencia de la misma Bolivia, cuyos parlamentarios rechazaron el Tratado de 1895…”.
Pero más allá de que los parlamentarios bolivianos no rechazaron el Tratado de 1895, sino que lo condicionaron, la relación entre los acuerdos de tregua y paz es innegable, no sólo por la lógica sucesión jurídica que existe entre ambos, sino sobre todo porque dichos acuerdos así lo establecen específicamente. En efecto, el artículo 8º del Pacto de Tregua señala: “Como el propósito de las partes contratantes al celebrar este pacto de tregua, es preparar y facilitar el ajuste de una paz sólida y estable entre las dos repúblicas, se comprometen recíprocamente a seguir gestiones conducentes a este fin”; y el preámbulo del Tratado de 1904 aclara: “En ejecución del propósito consignado en el artículo 8º del Pacto de Tregua del 4 de Abril de 1884, la República de Chile y la República de Bolivia han acordado celebrar un Tratado de Paz y Amistad…”.
Por tanto, no es posible desvincular a uno del otro, el Pacto de Tregua junto al Tratado de 1904 y sus acuerdos complementarios, conforman un solo régimen jurídico que norma y reglamenta las relaciones entre los dos Estados. En ese sentido, considerando que dicho Pacto fue impuesto por Chile a Bolivia bajo la amenaza del uso de la fuerza, tal como lo reconocen varios historiadores chilenos; sabemos que no sólo el tratado de paz tiene vicios de origen por haber sido impuesto bajo amenazas y presiones, sino también el acuerdo primigenio del régimen jurídico que aún gobierna el relacionamiento boliviano-chileno.
En efecto, en 1884, cuando ambos países negociaban la tregua, Chile tenía un ejército de cerca de 20.000 hombres en Puno y Arequipa, listos para invadir Bolivia a la primera orden. En esas circunstancias, que eran bien conocidas por el gobierno boliviano, se firmó el Pacto de Tregua, mediante el cual, como ya se dijo, el vencedor de la guerra impuso un asfixiante régimen aduanero al vencido.
Sin embargo, aun sabiendo eso: que Chile impuso sus condiciones a través de amenazas y presiones a partir de 1884, los bolivianos también sabemos o deberíamos saber, que ya no podemos impugnar ni desconocer el régimen jurídico adoptado y todavía vigente entre ambos países, porque, a diferencia de nuestra contraparte, lo hemos cumplido y respetado a cabalidad durante más de 100 años.
Pero dado que esas críticas se refirieron a la parte histórica de mi artículo y no así a los aspectos jurídicos, y dado que dichas críticas se centraron en cómo se firmó el Tratado de 1904 y no en los compromisos que asumió Chile de negociar un acceso soberano al mar para Bolivia, que es lo que verdaderamente se discute en La Haya; en las siguientes líneas intentaré explicar por qué afirmé que nuestro país no suscribió ese tratado libre y espontáneamente.
Primero es importante contextualizar el momento en que se firmó el Tratado. Bolivia se encontraba en una situación muy complicada - tal como lo reconoce José Miguel Concha en publicaciones conjuntas con su colega y compatriota Cristian Garay -, debilitada económica y militarmente tras haber enfrentado al Brasil en una guerra, con serios asuntos de límites pendientes con todos sus demás vecinos (Perú, Argentina, Chile y sobre todo Paraguay), y con un régimen comercial impuesto por Chile mediante el Pacto de Tregua, conocido como el dogal aduanero, que asfixiaba a la economía boliviana y que frenaba su potencial desarrollo. En efecto, dicho Pacto determinó que Bolivia no podía establecer su propias aduanas y debía pagar altas contribuciones en el puerto de Arica, compuestas de aranceles e indemnizaciones a los ciudadanos chilenos que habían sido afectados por las medidas que adoptó el gobierno boliviano durante la contienda.
Sumada a la fuerte presión económica que ejerció Chile sobre Bolivia durante todo el periodo de tregua, en 1904 todavía estaba muy fresco el recuerdo de lo que en 1900 había manifestado el representante chileno ante el gobierno de La Paz, Abraham Köning: “No podemos esperar más. El gobierno y el pueblo de Chile consideran que han esperado con paciencia”. “En tiempo de guerra las fuerzas de Chile se apoderarán del único puerto boliviano con la misma facilidad con que ocuparon todos los puertos del litoral de Bolivia en 1879. Eso no es por vano orgullo porque sabido es de todos los que conocen los recursos de mi país, que su poder ofensivo se ha centuplicado en los últimos veinte años”.
Además de esas amenazas, los gobernantes bolivianos también debieron haberse preocupado cuando supieron que ese mismo año, el representante de Chile en Lima, Ángel Custodio Vicuña, propuso desmembrar a Bolivia a las autoridades peruanas para repartirse su territorio. Lo cual, si bien fue rechazado categóricamente por el Perú, da cuenta de que a principios del siglo XX, los políticos bolivianos tuvieron que tomar decisiones delicadas y de alta trascendencia en un ambiente internacional adverso, agravado por las amenazas impertinentes y las propuestas rastreras que hacía Chile.
Por otra parte, si bien no podemos desconocer que la recuperación de la independencia aduanera y la prosperidad económica que prometía traer consigo el ferrocarril que Chile había ofrecido construir entre nuestro país y el mar a partir de 1882, fueron elementos que le dieron viabilidad política a la decisión de firmar el Tratado de 1904; es también evidente que la difícil situación internacional que atravesaba Bolivia, de la cual se valió Chile, y la fuerte presión económica y diplomática que ejerció ese país sobre el nuestro durante 20 largos años para imponer sus condiciones; demuestran palmariamente que el tratado de paz no fue suscrito libre y espontáneamente por nuestros gobernantes.
Respecto a la supuesta vinculación de ese tratado con el de Transferencia de Territorio de 1895, Verbal asegura: “A diferencia de lo que Guzmán Escobari afirma en un reciente libro, titulado Un mar de promesas incumplidas, el Tratado de 1904 no constituye una continuación del Pacto de Tregua de 1884, firmado en un contexto de guerra reciente, sino de la intransigencia de la misma Bolivia, cuyos parlamentarios rechazaron el Tratado de 1895…”.
Pero más allá de que los parlamentarios bolivianos no rechazaron el Tratado de 1895, sino que lo condicionaron, la relación entre los acuerdos de tregua y paz es innegable, no sólo por la lógica sucesión jurídica que existe entre ambos, sino sobre todo porque dichos acuerdos así lo establecen específicamente. En efecto, el artículo 8º del Pacto de Tregua señala: “Como el propósito de las partes contratantes al celebrar este pacto de tregua, es preparar y facilitar el ajuste de una paz sólida y estable entre las dos repúblicas, se comprometen recíprocamente a seguir gestiones conducentes a este fin”; y el preámbulo del Tratado de 1904 aclara: “En ejecución del propósito consignado en el artículo 8º del Pacto de Tregua del 4 de Abril de 1884, la República de Chile y la República de Bolivia han acordado celebrar un Tratado de Paz y Amistad…”.
Por tanto, no es posible desvincular a uno del otro, el Pacto de Tregua junto al Tratado de 1904 y sus acuerdos complementarios, conforman un solo régimen jurídico que norma y reglamenta las relaciones entre los dos Estados. En ese sentido, considerando que dicho Pacto fue impuesto por Chile a Bolivia bajo la amenaza del uso de la fuerza, tal como lo reconocen varios historiadores chilenos; sabemos que no sólo el tratado de paz tiene vicios de origen por haber sido impuesto bajo amenazas y presiones, sino también el acuerdo primigenio del régimen jurídico que aún gobierna el relacionamiento boliviano-chileno.
En efecto, en 1884, cuando ambos países negociaban la tregua, Chile tenía un ejército de cerca de 20.000 hombres en Puno y Arequipa, listos para invadir Bolivia a la primera orden. En esas circunstancias, que eran bien conocidas por el gobierno boliviano, se firmó el Pacto de Tregua, mediante el cual, como ya se dijo, el vencedor de la guerra impuso un asfixiante régimen aduanero al vencido.
Sin embargo, aun sabiendo eso: que Chile impuso sus condiciones a través de amenazas y presiones a partir de 1884, los bolivianos también sabemos o deberíamos saber, que ya no podemos impugnar ni desconocer el régimen jurídico adoptado y todavía vigente entre ambos países, porque, a diferencia de nuestra contraparte, lo hemos cumplido y respetado a cabalidad durante más de 100 años.
Guzman Escobari no entiende nada de tratados...sólo trata de interpretarlos amañadamente con fines declararse víctimas perpetuas de Chile por habe perdido una guerra que ellos mismos provocaron.
ResponderEliminarEl único tratado de límites válido entre Chile y Bolivia es el de 1904...todo lo anterior quedó muerto....superado por él. Si Guzman Escobari cree que el de 1804 está vinculado al de 1904....que demanden entonces por todo lo que les parezca aceptable demandar...nada más....lo otro es pura verborrea inconducente e inútil cuyo propósito no se entiende....y ni siquiera interesa entenderlo.
Por otra parte habría que pedirle a Guzman Escobari que se meta un poquito en la historia universal y vea cómo se resolvieron los conflictos...cualquiera y constatará que en todos ellos el vencedor impuso sus condiciones hasta doblegar al vencido. Por tanto...es obvio que Chile impuso su condiciones. Negarlo es negar la esencia misma de la guerra. De manera Sr.Guzman Escobari no crea que ud. tiene argumentos válidos cómo para denunciar por ello el Tratado de 1904 y que eso le dá puntos a su favor....de ninguna manera....ud. sólo habla desde sus emociones y tergiversa la historia en muchos aspectos...asignándole a veces...objetivos oblicuos a ciertos hechos.
Aprenda esto: Los derrotados siempre pagan y el vencido siempre cobra...y Bolivia tuvo la suerte de que Chile incluso les retribuyera en parte lo conquistado...con varias líneas férreas...libre tránsito y derechos de puertos....eso..Sr.Guzman Escobari no lo hace nadie. Y Bolivia se quedó muy conforme con todo aquello...incluso con miles de libras esterlinas...porque les significaba una conexión directa con el oceáno Pacífico y por ello desestimaron un territorio desértico en el que jamás construyeron nada importante...ni siquiera un puerto.
Los lamentos presentes son sacados del contexto que se vivía en esos años. Por eso el presidente fue reelecto y su canciller también electo presidente.....¿ Qué alegan ahora....137 años después?
El tratado de 1904 no es parte de la demanda boliviana ante la CIJ...
ResponderEliminarPero, para el equipo chileno es el punto de principio, el Alfa y el Omega entre Chile y Bolivia. Por este motivo, la delegación boliviana debe hacer las clarificaciones correspondientes, y lo que es mas importante, explicar todo lo que significa, todo lo que está detrás del tratado de 1904. Los jueces y los abogados de ambos países deben saber esta historia que no es sencilla ni es corta, de otra manera no se puede sopesar el problema en su verdadera dimensión.
Detrás del tratado de 1904 hay una historia que se puede resumir en la imposición de un pueblo sobre otro con consecuencias territoriales. Y comienza mucho mas antes de 1904 o incluso 1879 (fechas del tratado y del comienzo de la guerra respectivamente).
Aquí se debe recordar que, a diferencia de otros países con quién Bolivia tuvo problemas, Chile tuvo un plan siniestro desde el inicio del nacimiento de las repúblicas americanas. Ese plan iniciado por el chileno Diego Portales en la mitad del decenio de 1830 era de avanzar (expandir) su territorio hacia el norte, más precisamente territorios bolivianos y peruanos.
Otra diferencia con otros países, Chile le hizo la guerra a Bolivia en dos oportunidades, y en las dos fue el agresor. Recordemos que la agresión militar es considerada como el mayor crimen internacional y la madre de todos los otros crímenes. Este tipo de crímenes no deberían quedar en la impunidad.
Los crímenes contra la paz deberían ser debidamente penados y de manera especial cuando hubo una preparación y planificación con premeditación como en el caso de Chile que inició una guerra de agresión con el desconocimiento y violación de fronteras establecidas (paralelo 24, tratado de 1866 y 1874) ya recorridas anteriormente (cerca al paralelo 26 desde tiempos de la colonia, hecho incluso reconocido por uno de los máximos anti-bolivianos, Conrado Ríos Gallardo) a favor del agresor quien no contento ambicionaba más. Lo que hizo Chile se puede considerar pura expansión a expensas y en detrimento de otros.
Chile tampoco menciona la forma en que logró estos objetivos, que debe ser recordado cada que se escuche pronunciar 1904, como todas las violaciones de leyes o costumbres de guerra que ya existían en 1879 como la declaración de Bruselas de 1874 y la convención de Ginebra de 1864 lo cual lo convierte en violador de derecho internacional. Estas violaciones incluyen, pero no se limitan, a genocidio, maltrato de la población civil en los territorios ocupados, el "repaso" (no tomar prisioneros sino matar heridos en batalla), asalto y saqueo de propiedad pública y privada. En otras palabras, Chile consiguió sus objetivos y llegó con amenazas (el ministro chileno Konig amenazó a Bolivia) a redactar el tratado de 1904 mediante atropellos y estrellándose contra el derecho internacional.
Se debe recordar que los abogados extranjeros de Chile ante la CIJ indicaron que Chile "concedió" a Bolivia acceso al Pacífico por Arica convenido en el tratado de 1904, como una especie de favor, pero no menciona que Bolivia estaba perdiendo 120.000 km2 y 400 kilómetros lineales de costa. No es ningún favor pues la verdad es que Bolivia perdió mucho y Chile lo que "concedió" puede ser un 0.01% de lo que Chile gana en términos económicos, de nuestros territorios ocupados, entre ellos Chuquicamata, sin lo cual Chile sería la mitad de lo que es hoy, esto no se menciona.
Pero el descaro no acaba ahí pues algunos gobernantes chilenos se pasan repitiendo que nos hacen un favor por encima de otros países e incluso de empresas chilenas, PERO NO MENCIONAN QUE TIENEN LA OBLIGACIÓN DE HACERLO POR EL TRATADO DE 1904, de otra manera lo incumplirían invalidando el mismo y todos los territorios ocupados volverían a Bolivia. No, no es ningún favor sino algo mínimo que el tratado de 1904 trato de compensar.
Mar para Bolivia!
El tratado de 1904 y la jueza Arbour
ResponderEliminarAcerca del tratado de 1904, y de su “tangibilidad” (ya lo explico) se puede leer aquello que la jueza Louise Arbour escribió después que la CIJ se declaró competente de considerar la demanda boliviana contra Chile. Arbour es una jurista canadiense que fue propuesta por Chile como jueza ad hoc en el juicio de Bolivia contra Chile en la CIJ y que votó "casi" como se esperaba a favor de Chile en la decisión en la que la CIJ se declaró competente de ver la demanda boliviana. El "casi" es porque su posición no concordaba con la posición oficial de Chile de declarar la incompetencia de la corte sino más bien concluyó que se debería ver el fondo antes de esa decisión, parecido a lo que pensó el juez Gaja, haciendo unánime la decisión de los jueces de ver el fondo.
Arbour tiene una interesante carrera en la que se destaca que fue Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y fiscal en el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, también en La Haya. Y estas son curiosidades interesantes pues como se conoce, el fondo del problema entre Bolivia y Chile, raíz de la controversia marítima entre estos dos países, es que Chile se estrelló contra los derechos humanos y cometió innumerables crímenes de guerra y genocidio en la misma. Arbour hubiera tenido las manos llenas con criminales de guerra chilenos como Patricio Lynch que en cambio fueron condecorados por Chile. Entonces viene a ser una contradicción que pueda defender a Chile. Pero los dolares son verdes y su conciencia puede haber sido comprada, no sería el primer caso.
Pero como en el caso del juez Gaja, donde concluí que carece de conocimiento histórico, Arbour puede pecar de lo mismo. Estara consciente ella que Chile ocupó territorios bolivianos sin mayor justificación? Si fuera asi tendria que condenar a Chile un agresor y no defenderlo. Interesante también que Chile tenga entre sus abogados posiciones políticas opuestas pues siendo Daniel Bethlehem pro-Israel, Arbour parece estar en el otro lado, uno está con ocupadores y la otra con los ocupados.
Pero parecen haber mas divergencias entre la posición "oficial" de Chile, en este caso respecto a tratados, y la jueza Arbour escribió lo siguiente (publicado por la misma CIJ, que dan a sus palabras un peso significante) después de la votación contra Chile:
"Cualquier tratado o acuerdo siempre deja implícitamente abierta la posibilidad de que las partes renegocien sus términos en el futuro. Dicho de otra manera, no hay acuerdo que puede cerrar a perpetuidad la posibilidad de su revisión ... subrayo una vez más que, por supuesto, nunca nada impide que las partes intenten renegociar un asunto solucionado o gobernado por el Tratado de Paz de 1904."
Por supuesto que saque estas frases de su contexto, sin embargo las mismas se paran solas y van contra toda la filosofía/política chilena de intangibilidad de los tratados, pues según ella, y en contra de lo que dicen los gobernantes chilenos actuales, los tratados tienen "implícito" que se pueden renegociar, que no hay acuerdo que puede cerrarse en perpetuidad, y que nada impide renegociar. Completamente interesante que tratando de zafarse por un lado incurre en lo que Chile teme y no quiere ni pronunciar, que es la renegociación del tratado de 1904.
Mar para Bolivia!
Nelson Cespedes
Estimado Nestor:
ResponderEliminarHas armado una majamama de conceptos juridicos mal empleados, pesimamente organizados y atrozmente argumentados.
Para empezar, toda la legislacion a la que eludes, es posterior a la guerra del pacifico, crimenes contr la humanidad, crimenes de guerra y todo eso, corresponde a legislacion internacional muy entrado el siglo XX, conceptos que ni siquiera se soñaban en 1879. Ahora bien si, se puede negociar, pero bolivia ha hecho mucho alarde de derechos, de esto y aquello, pero no ha puesto nada tangible sobre la mesa y lo peor de todo no es eso, bolivia no es un país creíble, no tiene valor juridico lo que se firma con ella, nada de lo que bolivia ha firmado ha sido respetado en el tiempo, y de esa forma, no es posible llegar a un acuerdo, mientras bolivia no de muestras de seriedad, es imposible sentarse a negociar, es más es imposible, siquiera plantearse la posibilidad de negociar con un estado que esta muy al debe, en temas de responsabilidad ante lo firmado.
ResponderEliminarAcerca de las leyes de guerra que se conocían en 1879 se debe decir que las mismas se desconocieron cuando Bolivia fue invadida sin declaración de guerra el momento que Chile ocupó Antofagasta. Solo fue el comienzo de una serie de violaciones de parte de Chile. Todo comenzó con este asalto y luego se precipitaron acontecimientos reprobables, unos tras otros, como se verá a continuación.
Mientras el mundo maduraba y habían avances hasta en materias de cómo humanizar las guerras, Chile iba hacia atrás al incurrir en atrocidades como se verá después. En 1864 y 1875 se dieron el convenio de Ginebra y la declaración de Bruselas respectivamente. El primero trataba de proteger a los heridos en guerras y el segundo era acerca de "leyes de guerra". Ambos intentaban "humanizar" las guerras, considerando que eran inevitables. Chile, pese a que hubo un pronunciamiento de pelear una guerra "decente" (!), hizo oídos sordos a las mismas .
Es también sabido que Chile conocía estos documentos, de modo que los desfalcos de la guerra fueron premeditados. Barros Arana, considerado el más importante historiador chileno del siglo XIX, había recopilado leyes de guerra que fueron distribuidas como un documento oficial a jefes y oficiales del ejército chileno. Sabe Dios qué habrán hecho con ellas pues su actitud en la guerra iba contra la mayor parte de los artículos, no solo de la Declaracion de Bruselas de 1874 sino de otros como la Convención de Ginebra de 1864. Como ejemplo de la desviación chilena frente a estos preceptos se pueden citar algunos artículos de las "Leyes de guerra" de 1874.
"Art. 8. Serán considerados como propiedad privada los bienes de los municipios, los establecimientos destinados a los diferentes cultos, los de beneficencia, instrucción, artes y ciencias, aunque pertenezcan al estado.Toda aprehensión, destrucción o degradación intencional de semejantes establecimientos, de monumentos históricos o de las obras del arte y de la ciencia, deberá ser perseguida y castigada por las autoridades competentes."
Ya es sabido que Chile no tuvo reparos en apoderarse de todo lo que encontró en su paso, ya sea el Litoral boliviano o el sur peruano, violando este y otros artículos de las leyes de guerra. Bienes inmuebles como salitreras pasaron directamente a manos de Chile. Y ya se relató anteriormente que no se respetaron ni edificios, ni obras de arte, ni de la ciencia, y en vez de que los culpables sean castigados por las autoridades chilenas competentes como indicaban las leyes de guerra, estas autoridades fueron las primeras en participar e incitar el pillaje (el máximo ejemplo es Lynch).
Gente sin decoro como Marcos Segundo Maturana, "donó" libros robados a universidades. Es de esperar que, sitios como universidades, donde supuestamente está depositada la esperanza de la humanidad y que tiene la vanguardia en el pensamiento humano no conserven algo que fue ilegítimamente obtenido. A propósito, las leyes de guerra exigían recibo por cualquier objeto "tomado" en tiempos de guerra, que con seguridad tampoco se cumplió.
"Art. 15. ...las ciudades...poblaciones que no hagan resistencia no pueden ser atacadas."
"16. El jefe de las fuerzas invasoras deberá hacer todo lo posible por advertir a las autoridades antes de comenzar el bombardeo."
El comandante chileno Williams Rebolledo, cometió uno de los actos más repugnantes de violación de las leyes de guerra cuando bombardeó Iquique mientras sus habitantes dormían. Esto alarmó al presidente chileno Santa Maria que se expresó de esta manera: "una ridícula cobardía nos hace ver como perros, somos capaces de matar a altas horas de la noche a mujeres,ancianos, enfermos y niños...somos lo suficiente audaces de disturbar los sueños de gente indefensa y sorprenderlos con muerte". Y en el mundo del revés que creó Chile en ese entonces, le dieron a Rebolledo el grado de Vicealmirante después de la guerra, siendo que había cometido actos de lesa humanidad.
Continua...
Es interesante el cinismo y el desparpajo que hay que tener, para exigirle a otros el cumplimiento de lo pactado, mientras borran con el codo, lo que escribieron con la mano!
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