Por: Daniel Agramont Lechin (1)
¿Es Verdaderamente
Chile un país respetuoso de los tratados internacionales?
A pesar de
que el tema de fondo del diferendo marítimo entre Bolivia y Chile fue y seguirá
siendo el enclaustramiento geográfico boliviano resultante de la Guerra del
Pacífico, es también digno de atención el cumplimiento que Chile da a los
compromisos que asumió mediante la firma del Tratado de 1904 y sus acuerdos
complementarios. Este tema se justifica aún más bajo la coyuntura actual en que
autoridades chilenas aseguran con gran soberbia que “Chile es un país serio que
respeta los tratados internacionales” y también que “Chile no tiene temas
pendientes con Bolivia”.
A
partir de 1879, Bolivia es privada de su costa marítima y recién con la firma
del Tratado de 1904 en compensación, recibe un tratamiento diferenciado en
Chile, el cual le otorga ventajas en cuanto al tránsito de personas y
mercancías. Para hacer una breve explicación de este régimen especial de
tránsito, se puede mencionar que tiene como punto de partida el referido Tratado
de 1904 en el cual Chile reconoce en favor de Bolivia - y a perpetuidad -“el
más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puertos
del Pacífico” (artículo VI), además de que Bolivia tiene el derecho de
constituir agencias aduaneras en los puertos que designe para su comercio
(artículo VII). Posteriormente ese derecho fue reglamentado bilateralmente con
la firma de varias convenciones de tránsito. Se puede citar que en 1912 Chile
amplía lo acordado en el Tratado de 1904 y se establece que “garantiza
el libre tránsito por su territorio de las mercaderías extranjeras que se
desembarquen con destino a Bolivia, o que; procedentes de este país se
embarquen para el extranjero por todos los puertos mayores de la República”
(artículo I), además de otorgar un año de almacenamiento gratuito a las importaciones y exportaciones
bolivianas en tránsito (artículo XII). Además, en 1937 se firma otra convención
en la cual el Estado chileno ratifica que “reconoce y garantiza el más amplio y
libre tránsito a través de su territorio y puertos mayores para las personas y
cargas que crucen por su territorio de o para Bolivia, en todo tiempo sin excepción
alguna” (artículo I) y otorga a Bolivia la jurisdicción para el cuidado,
fiscalización y responsabilidad de su carga que será ejercida a través de la
Agencia Aduanera del Estado Boliviano (artículo IV-d).
A pesar
del marco general de aplicación establecido por estos tratados, el régimen
especial de tránsito del cual gozaban las importaciones y exportaciones
bolivianas comenzó a experimentar dificultades en su aplicación desde los años
70 resultando en serias denuncias de incumplimiento por parte de Bolivia en
contra de Chile. La intermediación de la CEPAL y la elaboración conjunta del
Manual Operativo del Sistema Integrado de Tránsito en 1976, - actualizado en
1993 - pareció haber dado una solución estructural al problema de
arbitrariedades por parte de Chile en cuanto al manejo de la carga boliviana.
No obstante, en 2004 Chile culmina una serie de acciones unilaterales que
pueden ser consideradas como una falta gravísima no sólo al ordenamiento
jurídico vigente entre ambos países sino también a la práctica consuetudinaria
del manejo de la carga boliviana en tránsito. Específicamente nos referimos a
la modernización del sector portuario en Chile que, sin contemplar diferencias
entre Arica y Antofagasta con los demás puertos chilenos, fue llevado a cabo de forma unilateral, modificando toda la
operativa portuaria y comercial utilizada hasta ese momento. Tal como sucedió
en el pasado y sucede actualmente, en ese entonces Bolivia vuelve a la denuncia
de violación de los tratados por parte de Chile.
Para poder entender cuál fue el cambio brusco realizado por
el Estado chileno, es necesario hacer una breve descripción de su sector
portuario. En síntesis podemos mencionar que el modelo portuario chileno
experimentó en las últimas tres décadas varios cambios que giraban alrededor de
una mayor o menor participación estatal. Antes de 1981 era el estado el que
proveía los servicios portuarios a través de EMPORCHI que ejercía un monopolio
no solo en cuanto a la administración y operación portuaria, sino también en cuanto
a la provisión de infraestructura. Posteriormente, a través de la Ley 18.042 de
1981 se establece un sistema de múltiples operadores privados, lo que rompía el
monopolio del Estado e introducía competencia en los puertos. Finalmente, en
1990 con la Ley 18.966 se estableció que el Estado chileno a través de EMPORCHI
se encargaría únicamente de administrar la infraestructura portuaria y de
almacenamiento, dejando a empresas privadas las operaciones portuarias. (2) Es importante resaltar que aunque estos tres cambios
afectaban directamente al comercio boliviano -amparado en tratados
internacionales-, el Estado chileno realizó estas reformas internas sin
realizar consultas.
Sin embargo, en 1997 Chile decide avanzar aún más y aprueba
la Ley 19.542 de Modernización del Sector Portuario Estatal
que realiza un cambio drástico en el modelo aplicado hasta ese entonces y
reduce el papel del Estado al mínimo posible, dejándolo solo como un
fiscalizador de empresas privadas a las cuáles les entrega por un tiempo
determinado la administración y operación de cada uno de los 14 puertos mayores
del país. En otras palabras, una empresa privada sería la que provea no
solamente la transferencia de carga sino también la infraestructura necesaria
para el desarrollo normal de las operaciones portuarias, teniendo como
requisito primordial el compromiso inversión. El motivo, a decir de los propios
chilenos, era que sus puertos estaban quedando rezagados y obsoletos para los
requerimientos del comercio internacional debido a la baja inversión por parte
del Estado. Pese a que este modelo de liberalización de los servicios
portuarios (comúnmente conocido como “Landlord”) fue aplicado en varios países
del mundo, para Chile existía una gran restricción que debía ser tomada en
cuenta y que era precisamente el famoso Tratado de 1904 y todos los convenios
posteriores. Lo que ocurrió finalmente es que, haciendo caso omiso del régimen
de libre tránsito del que gozaba Bolivia, Chile inicia el proceso de
privatización de todos sus puertos mayores.
Desde el
anuncio del Estado chileno sobre la aplicación de esta ley a los puertos de
Arica y Antofagasta, el rechazo en Bolivia fue unánime. Tanto el gobierno como
los empresarios privados se pronunciaron en contra de un atropello de esta
naturaleza no sólo porque se constituía en una violación clara al régimen de
libre tránsito que Bolivia tiene por territorio y puertos chilenos, sino porque
en la práctica iba afectar de manera significativa al comercio boliviano en
tránsito.
Cabe
preguntarse qué podía haber hecho Bolivia ante este avance avasallador por parte
de Chile, que en medio de conversaciones oficiales entre gobiernos había decidido
unilateralmente avanzar en el proceso de privatización. Como siempre, hicimos
lo único que podríamos hacer, llevar el caso a organismos internacionales
pidiendo su mediación y amenazando con desviar nuestra carga por puertos del
sur del Perú. El entonces Canciller Siles advirtió
a modo terminante que “si en el encuentro de vicecancilleres de Chile y
Bolivia, nuestro país no accede a detener el proceso de concesión del Puerto de
Arica, nuestro Gobierno presentará quejas ante la ONU y la OEA.” Incluso
manifestó que Bolivia podría recurrir a un arbitraje internacional, en caso de
no conseguir su objetivo. (3)
A pesar de los constantes reclamos de Bolivia, ya son
casi 8 años desde que el régimen de libre tránsito - cuyo marco legal está
constituido no sólo por los varios tratados firmados entre ambos países sino
también la costumbre internacional - fue perforado por el Estado chileno,
debido a que traspasó a empresas privadas
el cumplimiento de sus obligaciones que emanan de tratados
internacionales, específicamente su obligación de “garantizar el más amplio y
libre derecho de tránsito en todo tiempo sin excepción alguna”. Si bien antes era
el Estado el que se encargaba de las inversiones en los puertos, a partir de
2004 esto fue delegado a operadores portuarios privados, quienes a su vez incrementaron
las tarifas del servicio para poder financiarlas. Lo anterior significa en la
práctica que actualmente los comerciantes bolivianos que utilizan estos puertos son
quienes n financian la provisión de infraestructura. Empeorando aún más las
cosas para el puerto de Arica, el Estado chileno decide entregar las
operaciones de forma exclusiva a una sola empresa por un plazo de treinta años,
imponiendo así un monopolio a todas las importaciones y exportaciones
bolivianas que pasan por este puerto.
Adicionalmente,
la privatización de los puertos en Chile logró que el Estado boliviano pierda la
jurisdicción y competencia que tenía sobre su carga. Si bien en el pasado,
tanto la ex AADAA como la actual ASP-B, realizaban licitación pública internacional
para el manejo de carga a nombre del Estado boliviano, a partir de 2004 el
operador de cada puerto responde únicamente a la empresa estatal chilena que
está encargada de fiscalizarla.
Ante los
hechos anteriormente descritos, ¿cómo es que autoridades chilenas pueden seguir
afirmando con orgullo y prepotencia que Chile es un país respetuoso de los
tratados internacionales? Más aún, ¿cómo pueden las autoridades chilenas insistir
en retomar el diálogo? ¿Por cuántas décadas más? Tomando un solo ejemplo -el
caso de los puertos- encontramos que Chile sí tiene temas pendientes. Desde
2004 Bolivia solicita en cada reunión bilateral oficial la anulación de la privatización
de estos puertos pero siempre encuentra una respuesta negativa y soberbia por parte
de Chile. (4)
Si bien es
algo inobjetable que un Estado tiene la soberanía para realizar los cambios en
sus políticas dentro de su territorio, contemporáneamente es también inadmisible
que emprenda acciones unilaterales en temas que están claramente incluidos en
tratados internacionales y que afectan a los intereses de terceros países. Podemos
evidenciar que la estrategia boliviana para afrontar el diferendo marítimo, tal
como fue expresada por el Presidente Morales en la CELAC, tiene varios argumentos
concisos de violación a los tratados vigentes por parte de Chile, que pueden
ser bien utilizados en la futura demanda en una corte internacional.
(1) Economista, experto en temas portuarios
(2) CARRILLO, IRIS y SANTANDER, ASTRID. MODERNIZACIÓN PORTUARIA EN CHILE. Sínt. tecnol., nov. 2005, vol.2, no.2, p.63-68. ISSN 0718-025X.
(3) http://www.estrellaarica.cl/site/edic/20040211032857/pags/20040211033654.HTML
(4) Acta de la XII Reunión del Grupo de Libre Tránsito, 2011
los bolivianos lloran demasiado, mejor se dedicaran a tirar para arriba como muchos paises mediterraneos en el mundo, quizas descubran que por ese lado va la cosa y no sigan con la falacia de la soberania sobre lo que ya por mucho tiempo es chileno. Asi como chile se olvido de mendoza que esta en manos argentinas y que se lo arrebataron a chile.
ResponderEliminarSr. Anónimo, usted se equivoca en lo de “lloran demasiado”, como sabrá lo que en Bolivia es un anhelo y un objetivo nacional de retornar al mar, además es también el honrar la sangre de nuestros caídos y de los compatriotas que lo perdieron todo y fueron muertos o expulsados de su tierra, lo que efectivamente causo muchas lagrimas y sangre, así lo que a usted le parece únicamente llanto, es en realidad la búsqueda de justicia por esa costa que hoy reclama como de su país, la que efectivamente costó una guerra a diferencia de Mendoza donde a pesar de ser suya, no se atrevieron a disparar ni una bala. Es decir, esa moralina de discurso realmente más suena a ironía, pues debiera ver usted, que si bien existe un Tratado de Límites que siempre aquí se ha respetado, también es cierto que los primeros en abusar de la palabra empeñada y burlar el indicado Tratado, ha sido Chile, para muestra solo hay que ver la apropiación de las aguas transfronterizas en su beneficio, de la privatización de sus puertos a pesar de sus obligaciones con otro país, de la paralización de los trenes por causas, según dicen de mercado, lo cual para ustedes pesa más que el Derecho Internacional, que tanto dicen respetar, entonces, no se trata sólo de “tirar para arriba”, cosa que aquí se hace cotidianamente, sino el evitar que ustedes nos sigan “jalando para abajo” que es lo que han estado haciendo por casi 150 años de historia.
EliminarAsí, hay que ver que todo este esfuerzo es por una promesa de mar, que siempre su país se ha esforzado en incumplir y para nosotros representa una herencia de retornar al él, que tenemos que honrar y cumplir, sien más que nunca vigente.
Una información interesante sobre el tránsito marítimo. Un saludo.
ResponderEliminarBolivia tiene desde la decada de los 90' salida soberana al mar (Atalntico)a traves de las aguas internacionales de la Hidrovia Paraguay-Parana, lamentablemente la Aduana Nacional de Bolivia no lo reconoce incumpliendo la normative boliviana vigente.
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