El pasado 6 de junio, el Canciller Rogelio Mayta Mayta fue interpelado en la Asamblea Legislativa Plurinacional por la posición de Bolivia frente a la guerra de Rusia en Ucrania. En esa ocasión, para responder a las preguntas que le hicieron sobre los principios doctrinarios que habrían sustentado la decisión del gobierno boliviano de no rechazar la invasión rusa en la Asamblea General de la ONU, Mayta hizo referencia a una publicación del profesor estadounidense Graham T. Allison, titulada “The Thucydides Trap: Are the U.S. and China Headed for War?” (2015).
En esa publicación, y en otras más recientes y difundidas del mismo autor, como el libro “Destined for war. Can America and China escape from the Thucydides Trap?” (2017), Allison desarrolla una interesante tesis, concebida para influir en la política exterior de Washington y Beijing, que establece básicamente que cuando una potencia en ascenso -como China- amenaza con desplazar a una potencia dominante –como Estados Unidos-, existe un peligro de colisión que podría llevarlas inexorablemente a la guerra.
Aunque Mayta utilizó esa referencia para respaldar sus afirmaciones, por todos conocidas y por nadie discutidas, de que existe una alta probabilidad de conflagración entre China y Estados Unidos, no quedó claro cuál es la relación de esa innegable realidad con la decisión plurinacional de abstenerse y no rechazar la injustificable agresión militar de Rusia a Ucrania. Es más, si Allison se enterara de que el Canciller de Bolivia intentó justificar la abstención plurinacional en la ONU con su tesis, seguramente se sorprendería y le costaría mucho entender por qué.
Pero lo más llamativo de la referencia de marras no es tanto su aparente desconexión con el posicionamiento de Bolivia frente a la invasión rusa, sino su origen y particularidad, pues se trata de un autor estadounidense que ha trabajado como asesor de su gobierno en temas de seguridad y relaciones internacionales, y recientemente, en un artículo publicado en el Washington Post (14/06/23), ha calificado a Rusia como “el imperio más expansionista de la historia”.
Entonces, si Mayta quería impresionar a sus interpelantes citando autores renombrados, debió haber escogido a alguien que no represente justamente a la visión que él y su gobierno tanto critican y rechazan, la visión del imperio estadounidense. Tal vez pudo haber citado a Immanuel Kant (1765), conocido defensor de “La paz perpetua” y la neutralidad como principio fundamental de la estabilidad internacional, que se habría adecuado mucho más a lo que quería decir. O quizás pudo haber mencionado a los internacionalistas argentinos Roberto Russel y Juan Gabriel Tokatlian (2000), que publicaron un excelente artículo sobre la neutralidad en las relaciones internacionales y otras nociones emparentadas como el neutralismo, la neutralización y el aislamiento, que igualmente se acercaba más a lo que intentó explicar en la Asamblea.
Personalmente creo que habría sido mejor citar a autores nacionales, como a los ilustres diplomáticos bolivianos Felipe Tredinnick Abasto (1983) o Pablo Dermizaky Peredo (1984), quienes, de manera independiente, pero con el mismo propósito de aportar a la construcción de la doctrina internacional de nuestro país, escribieron sobre la “neutralidad perpetua de Bolivia”.
Pero no, Mayta decidió citar el trabajo de un estadounidense que poco o nada tiene que ver con las abstenciones plurinacionales. Abstenciones que lejos de representar una verdadera neutralidad como la que plantearon los autores nacionales mencionados, porque entre otras cosas ambos recomiendan fortalecer y optimizar la carrera diplomática; contrarían uno de los principios más consistentes e importantes de la historia de las relaciones internacionales de Bolivia: el rechazo a todas las invasiones militares y las anexiones territoriales por la fuerza.
Al respecto, aunque Mayta leyó varios pasajes de los discursos que pronunció nuestro representante ante la ONU, entre los que destacan frases como “Las invasiones y la guerra siempre deben ser rechazadas” (02/03/2023) o “expresamos nuestro rechazo categórico a toda agresión como instrumento de solución a los diferendos y conflictos entre estados” (12/10/2022); al final Bolivia se abstuvo en las votaciones de la ONU y también de la OEA, con una posición mucho más ideológica que principista, que de manera indirecta pero evidente, apoya y socapa la agresión militar de Rusia a Ucrania.
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