Por: Andrés Guzmán Escobari
La Cancillería de Santiago ha ido judicializando su política exterior, haciendo relucir la identidad legalista nacional chilena, dice el autor.
Fuente: Revista Qué Pasa. |
La diplomacia es un método estratégico de las relaciones internacionales que utilizan los Estados para hacer valer sus intereses nacionales respecto a otros actores del sistema internacional. Se trata de una forma de conducir la política exterior de un país, ampliamente reconocida por la comunidad de naciones, que privilegia la negociación y el lobby diplomático por sobre el uso de la fuerza y los mecanismos jurídicos de solución de controversias.
Aunque Chile también ha utilizado la fuerza en ciertos momentos de la historia, como bien lo sabemos bolivianos y peruanos, y ahora ha decidido acudir a la justicia internacional para resolver el tema del Silala, su política exterior se ha basado tradicionalmente en el buen uso de los mecanismos diplomáticos. De hecho, desde el nacimiento de la República, esa vocación negociadora le ha permitido al país del Mapocho insertarse y luego de la dictadura, reinsertarse al comercio mundial a través de los diversos tratados de libre comercio que Santiago suscribió con varios países de todo el mundo.
Asimismo, la diplomacia le ha servido al gobierno de La Moneda para resolver serios problemas de larga data con sus otros dos vecinos. Efectivamente, con Perú alcanzó un acuerdo sobre la aplicación del Tratado de Lima de 1929 (Artículo 5) que había provocado agudas fricciones entre ambos países durante 70 años (1929 – 1999), y con Argentina logró una solución, también gracias a la mediación del papa Juan Pablo II, sobre la soberanía en el canal de Beagle, que había ocasionado peligrosas tensiones durante casi 100 años (1888- 1984).
Con Bolivia, a pesar de que evidentemente la diplomacia no ha servido para resolver los asuntos pendientes, sí ha propiciado importantes acercamientos en los que Chile se avino a negociar u ofreció negociaciones a Bolivia para resolver el problema que genera el enclaustramiento geográfico.
No obstante, a pesar de esa larga tradición negociadora que tan buenos resultados les ha traído a los chilenos, en los últimos años -desde que Perú demandó a Chile ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ)- la Cancillería de Santiago ha ido judicializando su política exterior, haciendo relucir la identidad legalista nacional chilena, pero también desplazando a su diplomacia, que consecuentemente ha quedado exánime, al menos en sus relaciones con Bolivia.
En efecto, a finales de 2010, después de haberse comprometido a "conocer, analizar y responder” todas las preguntas referidas a la solicitud boliviana de incluir la "deuda histórica” en el preacuerdo alcanzado en 2009 sobre el Silala y a realizar un informe al respecto para ponerlo en consideración de los vicecancilleres (Punto VII, Acta de la XXII Reunión del Mecanismo de Consultas Políticas: 14/07/2010), Chile decidió cancelar la reunión de la Agenda de 13 puntos en la que se tenía que dar cumplimiento a dichos compromisos, y nunca más se tocó el tema de manera oficial, hasta que el 6 de junio de 2016, cuando Chile presentó una demanda contra Bolivia ante la CIJ para que ésta reconozca que "el sistema del río Silala y sus porciones subterráneas, son un curso de agua internacional”.
Esta judicialización de la política exterior chilena no fue súbita ni repentina. Un primer antecedente se produjo en los años 70 del siglo pasado, cuando Chile se enfrentó a la Argentina por el control del canal del Beagle en un arbitraje encargado al Reino Unido, el cual le dio su primera y hasta ahora única victoria judicial al país del Mapocho. Pero como en esa ocasión el laudo arbitral le otorgó la mayor parte del territorio en disputa a Chile, Buenos Aires lo declaró "insanablemente nulo” y las tensiones subieron hasta casi provocar una guerra, que felizmente se evitó, como ya se dijo, gracias a la diplomacia y a la mediación papal.
Desde entonces, Chile ha experimentado el sabor de la derrota jurídica -siempre matizada por sus autoridades- en dos ocasiones: 1) en el mismo juicio contra el Perú, cuando la CIJ determinó que el límite marítimo entre ambos países no sigue el paralelo geográfico a lo largo de 200 millas marinas como sostuvo la defensa chilena durante el proceso, sino sólo a lo largo de 80 millas marinas y de ahí a través de una línea equidistante, esto último como lo había solicitado la demanda peruana (lo cual supuso en los hechos la devolución de parte de Chile al Perú de cerca de 50.000 kilómetros cuadrados de territorio marítimo, que corresponden a casi 28.000 kilómetros cuadrados de zona económica exclusiva y 22.000 kilómetros cuadrados de "mar presencial”); y 2) en el juicio con Bolivia, cuando la misma Corte rechazó la objeción preliminar de incompetencia chilena por un holgado margen de 14 votos a dos (los dos votos que no respaldaron la decisión de rechazar la objeción chilena, no fueron favorables a Chile, sino que proponían establecer que la objeción de competencia no era estrictamente preliminar y que debía ser considerada en el proceso de fondo).
No obstante, a pesar de las derrotas y de las amenazas que hicieron varios políticos chilenos de retirarse del Pacto de Bogotá, porque supuestamente la CIJ es un tribunal político que falla salomónicamente sin tener en cuenta al derecho internacional, Santiago decidió acudir a esa misma Corte, validando explícitamente su jurisdicción en el caso del Silala y reconociendo, también explícitamente, su facultad para resolver controversias jurídicas entre Bolivia y Chile en aplicación del Pacto de Bogotá (artículo XXXI).
Esto último, como era de esperar, fue celebrado por el presidente Evo Morales que no desaprovechó la oportunidad para hacerles saber a los gobernantes chilenos que su demanda, en lugar de acallar las justas y legítimas reclamaciones de Bolivia por éste y otros atropellos, tal como lo estaban pretendiendo las autoridades chilenas según sus propias declaraciones, les dieron más razón y fuerza. De hecho, en su primera reacción el mandatario boliviano resumió y estableció su posición con la siguiente frase que si bien ofende profundamente a nuestros vecinos, expresa una gran verdad: "nos roban y nos demandan”.
Con todo, una vez que la CIJ determine si Chile tiene algún derecho sobre las aguas del Silala y establezca asimismo, cuánto debe pagar ese país al nuestro por el uso que ha venido haciendo de la parte que innegablemente le corresponde a Bolivia, aún si fuera un río (que es lo que debe solicitar nuestro Gobierno en su contrademanda), esperemos que la mesura y la razón prevalezcan en el país del Mapocho, y consecuentemente, la diplomacia chilena vuelva a la vida.
La contradictoria diplomacia chilena en la ONU - Parte 1
ResponderEliminarHeraldo Muñoz, en su ambiente familiar de las Naciones Unidas, se la pasó hablando y proponiendo ideas que ni él ni Chile cumplen. Me explico. Este canciller chileno fue presidente del Consejo de Seguridad de las ONU que Chile presidio en 2015. El 15 de Enero de ese año dió una conferencia en las ONU acerca del problema entre Israel y Palestina.
El puso sobre la mesa varios puntos que aparentan ser razonables y supuestamente con buena intención. Habló de que existe una preocupación por la falta de un plan de paz que posibilite una permanente solución pacífica que asegure la existencia de estos dos países en paz y seguridad con fronteras internacionales seguras. Comenzó con proponer un nuevo acercamiento para solucionar este problema, y uno de sus puntos sería que debería haber una mínima voluntad política para retomar conversaciones
Segundo, propuso Muñoz, debería haber una intervención de de la comunidad internacional en pleno. Dijo que Chile siempre ha sido un proponente de tender puentes, incluso en posiciones encontradas. Dijo que el mayor obstáculo es la falta de voluntad política. Dijo que no hay solución sin retomar las conversaciones. Dijo que es necesario involucrar a la comunidad internacional.
Todo suena tan bien.
Todo parece razonable, pero HERALDO MUÑOZ NO CUMPLE LO QUE DICE. Lean lo anterior y reemplacen Israel y Palestina por Bolivia y Chile. Muñoz está tratando de resolver los problemas del mundo cuando no puede resolver los problemas en casa con sus vecinos mas próximos. Está usando un doble estándar, engañando a sus interlocutores de las ONU. Y está comprometiendo a Chile pues él es su representante y sus palabras pueden tener peso jurídico (si lo dijo que cumpla), si propone tender puentes, debe ser consecuente y hacerlo con Bolivia, pero ya son famosas sus palabras de que las puertas están cerradas para el problema marítimo con Bolivia, o la declaración de que "no lo recibiré de ninguna manera" cuando supo que Carlos Mesa visitaria Chile. El doble estándar de Muñoz es censurable. Fue el Papa Francisco quien habló de "tender puentes" cuando se refirió al problema del mar entre Chile y Bolivia.
La contradictoria diplomacia chilena en la ONU - Parte 2
EliminarMuñoz propuso la "intervención de la comunidad internacional" en la ONU como concepto a adoptarse, respecto al conflicto Palestino-Israelí. Pero, un gran pero, Muñoz y la mayoria de politicos chilenos proponen y enfatizan solo bilateralismo cuando hablan de Bolivia. En otra oportunidad, cuando Munoz explicaba la nueva política extranjera de Chile (YouTube 19/06/2014) decia que "Chile siempre estuvo comprometido con el multilateralismo", lo cual es contradictorio. La palabra "siempre" es simplemente demagógica y no representa la verdad.
Bachelet también habló de multilateralismo en una intervención en la ONU, y ahora está metida en el intento de restablecer la paz entre Colombia y las Farc, en una posición claramente multilateral. Les gustaria que otro país se meta por el problema Mapuche?
Muñoz habla de que debería existir "una mínima voluntad de retomar conversaciones", refiriéndose al conflicto Israelí-Palestino. Pero es Chile quien no quiere hablar con Bolivia y de ahí que Bolivia puso su demanda a Chile en la CIJ, justamente para retomar conversaciones y porque Bolivia no veía esa mínima voluntad política de Chile de la cual ahora habla, pero por lo visto son palabras huecas, solo quiere confundir a la opinión internacional.
Por otro lado, Munoz podría estar siendo procesado por incurrir en recaudación de fondos para un partido político chileno cuando era funcionario de la PNUD/ONU, en conjunción con Bachelet que al mismo tiempo incurria en corrupción al aceptar dineros de extranjeros para su postulación presidencial, en el caso conocido como “Yategate” que nunca llegó a aclararse.
Aunque Muñoz aclare rápidamente que la demanda boliviana puede afectar la "integridad territorial" de Chile, se olvida en sus alocuciones en las ONU que el problema entre Israel y Palestina es justamente TERRITORIAL y ante el mismo el pide tender puentes , etc. Omite decir que Bolivia perdió un territorio 5 veces más grande que Israel y Palestina juntos, a cambio de casi nada y fue Chile que afectó la integridad territorial boliviana y su salida al Pacífico y ahora demanda por más, mas, no se cansan. Es una falta total de ética quejarse de afectar territorios cuando ellos lo hicieron y a una escala mayor, mediante una guerra y medios ilegítimos.
De esta manera Muñoz pretende demostrar que tiene posiciones responsables pero en realidad engaña, literalmente, al mundo entero, aprovechándose de la desinformación o nula información que existe sobre el tema entre Chile y Bolivia. Y el Consejo de Seguridad de las ONU tuvo que soportar y tragarse estas contradicciones. POR ESTE MOTIVO, la etapa informativa de difusión de la causa marítima boliviana debe continuar, incluyendo al Consejode Seguridad y a todos los organismos pertinentes.
Mar para Bolivia!